Aerolíneas y aeropuertos. Vuelos de negocios y viajes al otro lado del mundo para disfrutar de unas semanas de vacaciones. Fusiones y absorciones. Exitosas ventas de aviones por parte de los fabricantes a las aerolíneas. El negocio de la carga aérea, los pasajeros premium que las compañías aéreas quieren fidelizar. La arquitectura aeroportuaria, las compañías de bajo coste y las de red cuyo fuerte son los enlaces intercontinentales…
…cada semana les hablo de todo esto en Forbes: la aviación como industria, como negocio y como un sector económico siempre interesante y dinámico. Les reconozco que rara es la sobremesa en la que alguien no acabe hablando o preguntando sobre aviones o aeropuertos, aunque sea por unos instantes. La aviación está siempre ahí, resulta atractiva y forma parte de lo cotidiano.
Esta semana me gustaría apartarme de lo habitual para escribir sobre una parte menos conocida que admiro profundamente: la aviación de emergencias. Es aquella en que no pensamos, aunque está ahí cuando es necesaria. Contarles esto viene de algo que sucedió el pasado fin de semana. Y es que cuando cada semana pienso que voy a contarles, a veces lo tengo clarísimo porque hay tema candente, aunque en otras ocasiones hay que darle dos vueltas a las historias: tienen que resultar atractivas, de interés y resultar legibles.
Al caso: primer sábado de agosto por la mañana. Aún no hace demasiado calor. Mi hermano y yo estamos en el jardín de su casa en el corazón del Baix Empordà (Bajo Ampurdán) tomamos café, hablamos de la vida pasada y de cosas que están por venir. El silencio solo lo rompe el canto de las cigarras. Luego se une un segundo sonido: el de un helicóptero que se acerca por el oeste hasta pasar por nuestra vertical.
Mi aerotrastorno, del que ya les he hablado alguna vez, me lleva a mirar al cielo, levantarme y tomarle una foto con el móvil. Es un Airbus H135 amarillo del SEM, el servicio de emergencias médicas del gobierno catalán. Sospecho que ha salido del hospital Trueta de Girona, su base. El dato me lo corrobora Flightradar, una aplicación que tengo en el mismo teléfono con el que le tomé la foto. El helicóptero y su ruido (muy inferior a modelos anteriores) se pierden rumbo a la costa, aunque curiosamente reaparece enseguida volando en sentido inverso.
El mismo teléfono de la foto y de la aplicación que me permitió corroborar la identidad y origen de la aeronave también me sirve para enviar un WhatsApp al que posiblemente es su piloto: Cesc, uno de los aviadores asignados a este servicio. Le envío la foto tomada desde el jardín preguntándole por lo rápido de la ida y la vuelta. Me contesta al cabo de unos minutos, ya desde tierra, indicándome que el servicio se canceló porque ya no era necesaria la intervención del helicóptero-ambulancia. Al cabo de unos minutos, el mismo teléfono de la foto, de la aplicación aeronáutica y del WhatsApp al piloto, me informa, gracias a una plataforma de noticias que sigo en Twitter / X, que ha habido un accidente de tráfico en la zona y que el herido más grave, un motorista, ha fallecido.
Ese es el día a día de este piloto de emergencias y el de tantos otros. Por toda la península e islas estos afrontan así su día a día. Están preparados y de guardia para salir de inmediato a un servicio primario, llegando al lugar de un accidente, no necesariamente de tráfico, para evacuar a los heridos más graves una vez estabilizados, y también para realizar servicios secundarios, volando hasta un hospital y recogiendo a un paciente que necesita ser trasladado a otro centro sanitario con más medios y especialistas. En ambos casos, la velocidad de un helicóptero es crucial para salvar vidas, pues de eso se trata, aunque algunos días no se pueda.
No solo ambulancias que vuelan.
El caso del sábado en la provincia de Girona no es excepcional. De hecho, ese mismo día, el helicóptero de Cesc y su tripulación aero-sanitaria tuvo dos salidas más. Abriendo el foco, hay muchos más vuelos diarios para salvar vidas: helicópteros sanitarios que tienen sus bases repartidas por prácticamente todas las Comunidades Autónomas. Allí cumplen una función fundamental, fantástica y admirable. En algunos casos, y esto va extendiéndose, incluso vuelan de noche entre hospitales secundarios y de referencia, donde el sistema sanitario está siempre en marcha.
Y no están solos en los cielos: una cosa son los helicópteros-ambulancia o HEMS (acrónimo del inglés Helicopter Emergency Medical Service) y otra diferente los de rescate, capaces de llegar a casi cualquier lugar del que hay que sacar a alguien que no puede seguir su camino, muchas veces en la montaña o zonas inhóspitas.
El sonido del helicóptero llegando y quedándose sobre la zona es música celestial para quien necesita ayuda. Luego, una grúa a modo de gancho en el cielo para salir de un lugar en coordinación con un equipo de rescate es algo que quien recibe esa ayuda no olvida. Lo mismo sucede en el mar con los medios aéreos de la Sociedad de Salvamento Marítimo que opera una serie de helicópteros y aviones posicionados estratégicamente para cubrir todas las aguas.
Por el aire también nos cuidan bien sin que muchas veces seamos conscientes de ello. Ahora mismo, mientras usted lee esto, hay unas 250 aeronaves preparadas para prevención y extinción de incendios forestales. De estas, 200 son helicópteros de mando, de traslado de bomberos o bombarderos de agua y el resto son aviones de patrullaje y extinción. Todos están listos junto a sus aviadores y aviadoras de guardia, junto a los operadores de vuelo y los técnicos de mantenimiento. Estos últimos, siempre poniendo a punto a estas aeronaves que no llevan pasajeros, para que cumplan una misión siempre demandante: proteger el patrimonio natural y evitar o extinguir lo más pronto posible los incendios forestales desde el aire.
La aviación es maravillosa: nos lleva de un lado a otro rápidamente. Los aviones hacen que el mundo sea más pequeño y nos permite acercarnos, conocer, y ver a quien tenemos lejos. Volar hace que podamos estar en cuestión de horas trabajando o divirtiéndonos (o ambas cosas) en el otro lado del mundo sin dejar de estar conectados (si queremos) mientras viajamos.
La aviación menos conocida también es maravillosa y encomiable: salva vidas, soluciona problemas, defiende nuestro entorno y hace que el mundo sea mejor. Saber que están ahí tranquiliza, por más que ellos y ellas, que protagonizan esta parte de la aviación normalmente sean tremendamente humildes. Cuando alabas su misión y les expresas tu admiración por lo que hacen simplemente te contesten: “es mi trabajo”. ¡Bravo! …y gracias.