A mi suegro –72 años– le encanta Bizum. A ese amigo que gestionaba las finanzas durante la celebración de un botellón hace un par de décadas, también. Porque ahora ya no existe eso de “no llevo suelto, luego te lo doy” o “luego hacemos cuentas”, porque “luego” era sinónimo de “nunca”. Salvo robo o coma etílico incapacitante todo el mundo lleva el móvil encima de forma permanente y en general se podría afirmar que Bizum ha revolucionado las finanzas domésticas, del día a día, en España. Resulta cómodo, rápido, seguro y sencillo, incluso para pagos de algunas compras on line o para hacer donaciones que aplaquen nuestra mala conciencia cuando se produce un gran terremoto en cualquier país remoto.
Los datos sobre su penetración social impresionan. Acumula 27 millones de usuarios y casi 3.000 millones de operaciones en menos de una década. Es de los pocos avances tecnológicos que mi suegro alaba, junto a conocer los resultados deportivos al instante. Lo demás, redes sociales, inteligencia artificial, fake news resulta detestable y peligroso, pero Bizum no.
Sistemas similares, como el Pix brasileño, un país con mucho menos uso del sistema bancario o pagos digitales en favor del dinero al contado, también arrasa en el país carioca. Los países occidentales en general cuentan con un sistema similar al Bizum creado por los bancos españoles, pero su ámbito es doméstico. Con el fin de poder hacer trasvases de dinero entre ciudadanos de distintos países de la Unión Europea, el Banco Central Europeo ve con buenos ojos un sistema único y general.
La lógica más elemental invita a pensar que es más probable que se imponga el que reina en los grandes trasatlánticos del Viejo Continente –Francia y Alemania, con Bélgica como artista invitado– frente nuestro querido Bizum hispánico, que aspiraba a dar el salto a países del sur como Italia o Portugal aliándose con sus sistemas homólogos. Así que es factible que Wero –así se llama la app foránea– devore a Bizum sin piedad. En el mejor de los casos, eso sería lo más inteligente y eficiente, lo suyo sería una integración de todos los distintos “Bizum” de Europa bajo la misma app o marca. La migración no sería complicada y los ciudadanos no notarían mucho cambio más allá de la interfaz y de tener que repetir un procedimiento como el que llevaron a cabo en su día con Bizum –eso sí cabrearía a mi suegro– y listo.
¿Que a los grandes bancos españoles les sienta mal renunciar al exitoso sistema que crearon? Pobrecitos, no les costaría mucho repercutir en sus maniatados clientes el coste de la adopción de Wero o de la solución tecnológica que finalmente se imponga. Me importa un comino que muera Bizum siempre que exista una alternativa que reúna las mismas características. Lo que me da más pereza es tener que explicárselo a mi suegro.