Esta semana se celebra en Reino Unido el Salón Aeronáutico de Farnborough. Visitado por más de 200.000 personas cada dos años, pues se alterna con el salón de Le Bourget, es el segundo en importancia después del celebrado en París.
Para la industria aeronáutica (y los medios económicos o del sector) este evento es uno de los grandes generadores de noticias relacionadas con aviación civil y militar, pues se reservan estos días de verano para anunciar grandes compras, contratos o presentar novedades.
Para un aerotrastornado como el que les escribe, asistir a un evento así es como si a los doce años te llevan a Disneylandia: hay tanto que ver y tanto sobre lo que hablar y escribir que como no te centres claramente en los temas sobre los que quieres tratar, consigues un empacho de datos, aeronaves, visitas, presentaciones, charlas y exhibiciones en vuelo.
Por razones personales, esta edición de 2024 la sigo a distancia, aunque la generación de noticias es tal que en cierto modo estás allí, midiendo el pulso del sector y también pensando “¿Cuál es un tema con gancho sobre el que podría profundizar para no hablar de lo que cuentan casi todos?” Y esta vez, para ustedes, que me leen con cariño en Forbes, lo he encontrado ya en el primer día del Salón gracias al país que se auto considera ‘el más feliz del mundo’: el Reino de Bután.
Midiendo la felicidad
Hace medio siglo, Jigme Singye Wangchuck, rey de Bután, propuso calcular la felicidad nacional o interna de su país como indicador que midiera la calidad de vida en términos más holísticos y psicológicos que simplemente el PIB o producto interior bruto. Su sucesor y actual monarca, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck ha mantenido esa costumbre desde que se convirtió en jefe de estado en 2006.
¿Y por qué me he ido a 8.000 kilómetros de España esta semana? Pues porque una de las primeras noticias que ha salido Farnborough este 2024 viene de allí. Lo ha hecho gracias a una de las aerolíneas más singulares del mundo: Drukair, también conocida como Royal Buthan Airlines. El lunes, su director firmó un MoU o Memorando de Entendimiento con Airbus para cinco aviones: tres A320neo y dos A321XLR para poder ampliar su pequeña red internacional.
El del constructor europeo y el gobierno de Bután no es un anuncio espectacular en número de aviones ni en términos económicos, aunque presenta unas singularidades que lo hace interesante: ambas partes comentan que los aviones volarán desde Paro, uno de los aeropuertos más demandantes del mundo. Este está situado a 2.237 metros de altitud en un valle junto al río Paro Chhu, le rodean montañas de hasta 5.500 metros y tan solo un pequeño grupo de pilotos tienen la certificación para aterrizar allí.
Drukair y Airbus, presente en el país desde hace 20 años cuando vendió su primer Airbus A319, destacan una primicia para estos cinco aviones que se entregarán a partir de 2030: también volarán al nuevo aeropuerto de Gelephu, que será el segundo internacional del país.
Felicidad…y zona económica especial
Las compañías aéreas siempre han estado estrechamente unidas a la economía de los países. Los aviones comerciales son herramientas para el desarrollo de un territorio y Bután, aunque mucho más tarde que la mayor parte de países, no ha sido excepción.
Si hasta ahora los contados aviones registrados en el país han sido los encargados de llevar visitantes casi con cuentagotas (este reino tiene la tasa turística más alta del mundo con 100 dólares/día por persona) los nuevos A320 y A321 pedidos serán los que desarrollen una nueva economía allí.
Y es que el idílico Bután y su monarca, que este 2024 cumplió 44 años, no quieren quedarse al margen del desarrollo económico de la región. Sin salida al mar y encajado entre China e India, el reino ha decidido crear una ZEE o Zona Económica Especial al sur del Himalaya bautizado con un nombre que llama la atención: Gelephu Mindfullness City.
El jefe de estado es el principal valedor de este concepto de ‘territorio de conciencia plena’ o Ciudad Mindfullness. Cuando presentó la novedad a finales de 2023, indicó que se centrará en “empresas conscientes y sostenibles” y también que “estará inspirada en la herencia espiritual budista y se distinguirá por la singularidad de la identidad butanesa”. Aparentemente y según se puede leer en prensa local, las principales sociedades que ya se han interesado en instalarse en esa nueva región administrativa con condiciones ventajosas están relacionadas con los centros de datos, la biociencia, la educación y las energías limpias.
Precisamente la presentación del proyecto se hizo junto a la flamante y recién asfaltada pista del futuro aeropuerto, que, junto a una prometida mejora de las comunicaciones por carretera y ferrocarril, representa el futuro de Bután, que incorporará el mismo modelo de aeronave que estrenará Iberia como primer operador del mundo dentro de unas semanas: el Airbus A321 XLR.
Largo radio
El aparato, inicialmente diseñado para rutas medianas o cortas, y ahora modificado para convertirse en aparato de mayores prestaciones, responde a necesidades de compañías aéreas como la española para algunas rutas específicas sobre el Atlántico o como las de la butanesa, tan diferente de la anterior. En el caso de la asiática el interés es que desde el pie del Himalaya se pueda llegar directamente a distancias de casi 9.000 kilómetros, consumiendo un 30% menos de combustible por asiento en comparación con aviones de generaciones anteriores.
Si a Iberia y a las compañías aéreas que ya han encargado a Airbus medio millar de unidades de largo alcance del A321, el modelo XLR les abre nuevos mercados a destinos nuevos y optimiza los costes en aeropuertos donde operar con aviones más grandes no estaba resultando optimo, en las reales líneas aéreas de Bután este aparato permitirá conexiones directas desde algunas capitales europeas y australianas a uno de los países más remotos (y felices) del mundo, un estado que no llega a los 800.000 habitantes, que no quiere perderse el desarrollo económico mundial y tampoco quiere diluir su esencia. Un equilibrio bienintencionado que veremos cómo se consigue a partir de la próxima década, tiempos en los que se podrá llegar por primera vez directamente desde la UE a Bután.
El mundo no para y el transporte aéreo está siempre está ahí, como testigo y corresponsable de sus cambios. Unos buenos… y otros cuestionables.