Vivimos en la era del dato, en la que los usuarios somos una fuente de datos que permiten personalizar los productos y servicios que vamos a consumir. ¿Cómo? Mediante la IA, que gracias a nuestras informaciones genera los algoritmos que mejor se ajusten en términos de ventas y rentabilidad.
Este escenario, que podía parecer distópico unos años atrás, no solo se está convirtiendo en una realidad, sino en la única realidad posible. Y, como sucede en todo cambio de paradigma, puede ser leído en clave positiva o negativa, según se atienda a las nuevas oportunidades y posibilidades, o a lo que deja de funcionar y a los miedos hacia lo que está por venir (el porvenir).
Es algo que avancé en NoDiseño (2021): “El nuevo diseñador es el algoritmo, que atiende la demanda potencial de un conjunto de individuos…”
Sin embargo, si bien todo indica que la moda se orienta en esa dirección, el proceso es paulatino.
Mango, una de las empresas que más esfuerzo está realizando por actualizar sus sistemas a la nueva realidad del mercado, ha desarrollado un programa de Experiencia de Usuario (Customer Experience) que orienta los procesos de diseño. Lourenço Viana, que lidera este programa, explicaba en una reciente entrevista para Backstage Series de IE University cómo su equipo de investigación es responsable de hacer llegar el conocimiento del consumidor a las diferentes áreas de negocio y apoyar su accionabilidad. Para conseguir este conocimiento, se trabaja desde la investigación estratégica, testando con prototipos de clientes para identificar oportunidades de negocio. Es decir, parten del feedback del consumidor para orientar la toma de decisiones a todos los niveles, incluyendo el diseño de los productos.
La integración de este tipo de procesos refiere a lo que se conoce como Experiencia de Usuario (User Experience), un área en plena expansión corporativa, para la que se ha creado un acrónimo que resulta ser lo menos ejemplar en términos de usabilidad: UX. Es un perfecto ejemplo de cómo las dinámicas y técnicas de Design Thinking se integran en la toma de decisiones de los equipos de diseño, pues en función de sus informaciones se dan indicaciones para mejorar la oferta de producto y la experiencia de los clientes.
¿Cual es el papel del diseñador, en este nuevo entorno? ¿Un creador que presenta una propuesta de autor, como sucedió en el siglo XX?; ¿un experto en estrategias de marketing y UX?; ¿el encargado de que el producto responda a los algoritmos desarrollados por la IA?
Esta pregunta subyace en todos los ámbitos de la creatividad, pero, como suele suceder, la moda se encuentra en la primera línea de esta nueva transformación.