Estoy sobrevolando el Atlántico. Mi miedo a volar provoca que, cada vez que lo hago, ponga constantemente el mapa de navegación, que me dice la hora en el origen y en el destino, así como el tiempo que me queda de viaje. En estos momentos, 7 horas y 1 minuto. Viajamos a 802 kilómetros por hora y estamos a 36.018 pies de altura. El mapa va cambiando de plano en la pantalla. En unos muestra un plano lejano, en el que casi desde el espacio veo Kazajistán, Sudán y Dallas, luego lo acortan y termina en Marruecos al este y y Montreal al oeste, nos acercamos más y ya no veo las Azores y, al final, hay un plano del avión de Iberia. Es hipnótico mirar a la pequeña televisión, aunque hacerlo hace que el tiempo pase muy lento.
Este mapa virtual que muestra el trazado que estamos haciendo, siguiendo las corrientes atlánticas, me ha regalado hoy una reflexión. Salíamos de España, apenas 20 minutos de vuelo (llevo casi cuatro horas mirando una pantalla) y el mapa ha dado literalmente la vuelta. De repente, Bilbao era sur, Tanger norte y Oporto este. Me ha costado un tiempo entender qué pasaba. La península ibérica tiene forma de cabeza de toro cuando la vemos como siempre, pero parece un cerdo sacando los morros del revés. Qué cosa más rara es ver un mapa girado, cómo cuesta acostumbrarse a un nuevo punto de vista cuando a uno le cambian la perspectiva.
Mi amigo Miguel Ángel dice que ha comido más mantequilla a más de 5.000 metros de altura que en tierra. Comida típica de avión. Aquí estoy untando mantequilla sobre un pan reblandecido mientras pienso en que también cuesta acostumbrarse a una nueva perspectiva en nuestro día a día. Siempre hay un primer momento de rechazo, como cuando yo he pensado lo feo que es Europa visto desde otro lado. De hecho, lo primero que he hecho ha sido tratar de tocar la pantalla, por si pudiera girarlo, como cuando en Google Maps quieres que la flecha señale recto. No lo he conseguido.
Al de un tiempo, verlo todo desde una nueva perspectiva ha terminado por gustarme. He ido encontrando hechos curiosos. Sevilla está más cerca de Fez que de Bilbao, Galicia sobresale bastante más que el Algarve… Simples tonterías, en mi caso, pero nuevos puntos de vista que me han enriquecido. Como sucede cuando integramos nuevas perspectivas en nuestra vida, que nos dan otra forma de ver las cosas y, a la postre, completan más la visión de nuestro mapa vital. En fin, concluyo esta columna, que llevo tiempo sin ver la pantalla del navegador y la mía del móvil en el que escribo estas líneas está algo grasienta.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.