Opinión Eugenio Mallol

Las dos vidas del robot comestible

Los innovadores tienen que pensar no ya en la segunda mano, sino en la segunda vida, que debe ser necesariamente igual que la primera, según evidencian eventos como Waste360 e IFAT.
El robot tiene las pinzas de gelatina comestible. (Foto: EPFL)

Dario Floreano es director del Laboratorio de Sistemas Inteligentes de la Escuela Politécnica Federal de Lausana y, desde 2010, es el director fundador del Centro Nacional Suizo de Competencia en Robótica, un programa de investigación que reúne a más de 20 laboratorios en toda Suiza. No parece ser, por tanto, un intruso en cuestiones de tecnología.

Impulsa el proyecto RoboFood dirigido a diseñar robots que se puedan comer y alimentos que se comporten como robots. Podrían nutrir a personas en situaciones de emergencia, suministrar vacunas y suplementos alimenticios a especies animales en peligro de extinción o interactuar de una forma totalmente nueva y ayudarnos a mejorar sus hábitos alimenticios.

Esa es la clase de cosas que vislumbra el colectivo de investigadores que rodea a Floreano. De momento, sus baterías comestibles han sido incluidas entre los 200 mejores inventos de 2023. El ingenio inmoviliza riboflavina y quercetina, ingredientes alimentarios comunes y suplementos dietéticos, en carbón activado, y las encapsula con cera de abejas. La riboflavina hace las veces de ánodo, y la quercetina de cátodo.

La primavera suele ser una época propicia para eventos que nos descubren que muchas cosas que conocemos pueden tener usos insospechados si se tocan con la varita mágica de la innovación. Se diría que Waste360 en Las Vegas lucha por conseguir que su celebración deje de tener sentido, y la IFAT de Múnich es el mayor evento mundial de la industria de residuos, especialmente el agua.

Cuentan que, en un evento celebrado en India, el directivo de una gran corporación multinacional comunicó sólo al final de su charla que el contenido de las botellas que había estado consumiendo a tragos el público durante todo ese tiempo, “fue bebida por alguien antes que usted”. El lema de la Waste360 de este año resulta elocuente: “La basura de una persona puede ser el tesoro de otra”.

Todo es revisable, lo que ingerimos las personas y lo que deglute la propia naturaleza. Mientras en Países Bajos el Gobierno soluciona el problema del campo comprando directamente las granjas a sus malhumorados propietarios, Cambridge Consultants y AgriTechE han abierto un debate sobre cómo sustituir con productos biológicos esos fitosanitarios basados ​​en químicos sintéticos denostados por las regulaciones europeas.

En representación de la industria agroquímica, consiguieron sentar a la mesa nada menos que a BASF, Bayer Crop Science, Syngenta, Corteva Agriscience, Croda y Hutchinsons. Junto a ellos, los fabricantes de equipos y maquinaria Garford UK, John Deere y Saga Robotics.

En materia de reutilización, pese a iniciativas como Trashion para reivindicar la segunda vida de los productos de moda, e incluso pese a retos como el de Estados Unidos de reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos en 2030, la innovación se decanta claramente por el agua.

Emergen soluciones imaginativas como el sistema ThermWin de Huber, que utiliza la temperatura constante de las aguas residuales municipales, que oscila entre 10 y 20 grados centígrados durante todo el año, para calentar escuelas, gimnasios y piscinas, gracias a un intercambiador de calor especial. El gobierno federal de Baviera quedó tan impresionado que ha instalado el sistema en el Museo de Historia de Baviera en Ratisbona. Contemplas cuadros y te calientas con las heces de los vecinos.

Científicos de las universidades de Stanford e Illinois instan a abandonar el efecto ‘puaj’ que genera el agua reutilizada. Han comparado muestras procedentes de sistemas de reutilización con las de aguas potables convencionales. En todos los casos, la citotoxicidad del agua reutilizada es menor (0,2%) que la de la procedente de aguas superficiales (16%).

Un informe de investigadores de Estados Unidos, Bélgica, Chile y del centro LEQUiA ubicado en Girona, evaluó la viabilidad tecnoeconómica de implementar en edificios sistemas de recolección de lluvia combinados con el reciclaje de aguas residuales. Sus resultados indican que se podría satisfacer el 100% de la demanda de agua de los edificios más pequeños y más del 74% de la de los edificios más grandes con lo que cae del cielo.

Lo más llamativo de esta investigación es que el coste de instalar sistemas de recolección y reciclaje de agua encarecería la construcción de edificios multifamiliares en aproximadamente un 6% y de las viviendas unifamiliares en aproximadamente un 12%. «No hay razón para usar el agua sólo una vez», declaraba Peter Fiske, director ejecutivo de la Alianza Nacional para la Innovación del Agua de EEUU.

La Comisión tiene informes que demuestran que los niveles actuales de reutilización del agua (1.000 millones de metros cúbicos anuales) se pueden multiplicar por seis, lo cual es mucho decir teniendo en cuenta que al menos el 11% de los europeos se ven afectados por la escasez de recursos hídricos.

Para los más escrupulosos, la norteamericana Epic Cleantec tiene la solución. Está especializada en sistemas para maximizar el uso de los recursos no potables en los edificios. Se ha hecho famosa por su estrategia para favorecer el consumo de agua reciclada: la convertido en cerveza, es la Epic OneWater Brew de Devil’s Canyon Brewing.

Dos vidas, tres vidas… de la historia de RoboFood los innovadores tienen que destilar el mensaje de fondo y romper la linealidad en el proceso de concepción y diseño de un producto. No se trata necesariamente de pensar en una segunda mano, sino en una segunda vida de la materia, y no hay razones para concebir que tenga que ser imperativamente igual que la primera.