“Te leo con frecuencia en Forbes y con las curiosidades que cuentas, aun trabajando en el sector, me estoy enterando de muchas cosas que desconocía”. Esta frase me la contaba hace unos días por WhatsApp un piloto de helicópteros con muchas horas de vuelo en su haber.
Y si escribir sobre cosas que me parecen interesantes y curiosas es un placer, saber que para quien lo lee también le resultan historias interesantes y curiosas, da una sensación de misión cumplida. Por cierto, para curiosidad aeronáutica, esta vez les quiero hablar sobre algo que quizá desconozcan: el segundo país más pequeño del mundo, un territorio mínimo, tiene aviación. Con todas las de la ley.
Hiperconcentración
En Mónaco todo está muy concentrado. No hay otro remedio, pues es un microestado de tan solo dos kilómetros cuadrados muy bien aprovechados. A pesar de la densidad y optimización del espacio, el país de los Grimaldi, de los grandes eventos marítimos, los hoteles, la F1 y el célebre Casino diseñado por Garnier nunca ha podido tener un aeropuerto, pues su orografía y falta de terreno han hecho literalmente imposible construir uno.
Aun así, ahí van algunas curiosidades aeronáuticas sobre el Principado. Este microestado tiene un departamento propio de aviación civil, dirigido por Jérôme Journet. También posee un registro propio de aeronaves con el código 3A- y tiene una plantilla de diez controladores aéreos: ocho hombres y dos mujeres. Dentro de su territorio tiene dos helisuperficies: una dedicada a las emergencias sanitarias en el centro hospitalario Princesse Grace y otra eventual, junto al Sporting Monte-Carlo. También hay un aeroclub, dos compañías aéreas y la joya de la corona del sector: un helipuerto comercial en Fontvieille que maneja un tráfico tan intenso que haría palidecer a muchos aeropuertos convencionales. Allí, además de los muchos empleados de los operadores aéreos, el gobierno del principado tiene empleados a seis funcionarios en diferentes puestos de explotación y seguridad aeronáutica.
Las compañías aéreas monegascas
Los helicópteros llegaron al Principado hace 48 años con la creación de la sociedad Heli Air Monaco. Esta empezó su actividad del modo más simple posible: comprando un pequeño Enstrom F.28 en el que viajaban dos personas: un pasajero y su piloto. Con esta pequeña aeronave inició un puente aéreo entre Mónaco y el aeropuerto de Niza-Côte d’Azur en tan solo 10 minutos, un trayecto que por carretera puede suponer incluso algo más de una hora y aún más tiempo en los años 70.
El experimento fue un éxito. Los ciudadanos y visitantes de Mónaco empezaron a apreciar la nueva oferta aérea que les conectaba con Niza y desde ahí a casi todas partes en avión. Al cabo de dos años de vuelos sin cesar, llegó el primer aparato de turbina y capacidad para cuatro pasajeros: el Bell 206 JetRanger, un aparato tan fiable y vendido, que en sus tiempos fue a los helicópteros lo que los Volkswagen escarabajo a los coches. Hasta 1980, los aparatos aterrizaban y despegaban en Mónaco desde un pequeño descampado. Los más de 15.000 pasajeros transportados en 12 meses, convencieron a Rainier Louis Henri Maxence Bertrand Grimaldi, el Príncipe Rainiero III, para dar su bendición oficial al servicio aéreo y autorizar la construcción de un helipuerto nacional frente al mar, entre los puertos de Cap d’Ail y Fontvieille.
Desde entonces, los pasajeros no dejaron de crecer y la flota de Heli Air Mónaco se fue ampliando con aparatos de mayor capacidad y más modernos, todos fabricados por Aerospatiale y Eurocopter, hoy Airbus Helicopters. Hasta 2016 esta compañía fue la operadora encargada de la línea regular Niza-Mónaco, ofreciendo hasta 26 viajes por sentido al día: un vuelo de siete minutos para conectar el principado con el tercer aeropuerto más importante de Francia, solo superado por los de Orly y Charles de Gaulle, en París.
Hoy sigue ofreciendo la ruta, aunque los helicópteros han de alquilarse completos: a un mínimo de 700 euros + IVA y tasas por vuelo para cinco pasajeros. Además de este enlace al aeropuerto, la compañía también ofrece viajes a la carta que permiten llegar a cualquier destino de la Costa Azul o varias estaciones de esquí de los Alpes en 45 minutos. También se vuela a Ginebra, a donde se llega en poco más de una hora, a la Costa Esmeralda de Cerdeña en hora y media e incluso se realizan con frecuencia vuelos directos a Ibiza o Roma-Urbe.
Además de Heli Air Monaco, estos servicios los opera también la otra compañía aérea del país: Monacair, fundada a finales de los años 80 por la familia Casiraghi y creada para ofrecer vuelos especiales a clientes VIP. Desde 2016 también ha ampliado sus servicios a los vuelos regulares, con viajes cada media hora entre el aeropuerto Costa Azul y el Principado, asegurando horarios, enlaces con los vuelos y evitar en transporte terrestre uniendo ambos puntos en tan solo siete minutos y a partir de un único pasajero. Es lo que tiene la línea regular: ha de salir. De hecho, Monacair tiene acuerdos de comerciales de interlinea con aerolíneas como British Airways, Qatar Airways, Emirates o KLM. La plataforma Blade, muy presente en la región también comercializa estos servicios.
La compañía oficial
Hace ya 25 años, en 1999, Monacair fue nombrada Transportista oficial en helicópteros para Su Alteza Serenísima, cargo que desde 2005 ocupa el príncipe Albert Alexandre Louis Pierre Grimaldi. También vuelan con este operador algunos dignatarios en viaje oficial al principado y todo tipo de celebridades o personajes anónimos. Lo hacen en aparatos que por su configuración interior son lo más parecido a un Mercedes o BMW de alta gama que vuela.
Dentro del principado, todos los servicios aéreos de ambas compañías tienen también incluido el transporte terrestre desde o hacia los hoteles y domicilios de los pasajeros. Esto tiene la excepción de una semana al año: la de la celebración del Gran Premio de Mónaco de F-1 ya que zonas enteras de este microestado quedan cerradas durante horas al tráfico de vehículos terrestres. Durante el fin de semana de entrenamientos oficiales y la carrera, el tráfico aéreo monegasco, tanto de compañías locales como de operadores internacionales, se multiplica, así como los precios de los billetes aéreos, que casi se triplican por la fuerte demanda de unos pasajeros que quieren enlazar con sus vuelos en el aeropuerto de Niza en pocos minutos, evitando las colas en las famosas Corniches, carreteras trazadas en paralelo a la costa. Así, uno de los estados más pequeños del mundo ha desarrollado, gracias a los helicópteros, un transporte aéreo de alta calidad más que adecuado para sus necesidades y la de sus visitantes.
También aviones
En el registro de aeronaves monegasco no están únicamente inscritos los helicópteros de Monacair, Heli Air Monaco o el Aeroclub local; también hay aviones de ala fija que nunca podrán aterrizar en el territorio donde están matriculados (algo similar a lo que sucede con los veleros y lanchas que lucen la bandera andorrana o luxemburguesa y tienen su base en diferentes puertos deportivos del Mediterráneo). La práctica totalidad de estas aeronaves son jets ejecutivos fabricados por Cessna o Dassault. El más conocido de todos es el Dassault Falcon 8X con matrícula 3A-MGA, con el que el jefe de estado vuela por todo el mundo.
El príncipe soberano de Mónaco, que cumplirá 20 años en el cargo en 2025 es un buen cliente de la casa Dassault Falcon, pues desde que sucedió a su padre ha comprado cuatro aviones, primero un bimotor Falcon 2000, que luego cambió por un modelo 900EX, posteriormente un 7X y actualmente vuela el 8X, siempre buscando el más avanzado.
Cosas del Principado de Mónaco, sus 39.050 habitantes, unos 350.000 visitantes anuales y una aviación muy activa. Espero que como en los casos anteriores, estas historias les resulten interesantes o, por lo menos curiosas, un concepto que veo que he repetido una media docena de veces a lo largo del texto.