Opinión Javier Ortega Figueiral

Un avión gris para salvar una vida

Un vuelo militar de España a Tailandia para una aeroevacuación médica sobre el que reflexionar.
El equipo del Ejército del Aire y del Espacio implicado en la aeroevacuación médica desde Tailandia.

Todo pasa demasiado rápido, la generación de noticias es continua y una crisis difumina a la anterior. Tengo la sensación de que es imposible asumir todo lo que pasa cuando no quieres girar la cara y enterarte de lo que te rodea, de lo que pasa… y entenderlo. Lo que les voy a contar ha sucedido hace tan solo unos días, siquiera llega a una semana y parece haberse diluido en el tiempo… aunque merece la pena hablar sobre ello.

Es un tema aeronáutico, como cada semana en esta columna, aunque voy a personalizarle la historia para ponerla en contexto. Imagínese que va de vacaciones a un país que queda a 11.000 kilómetros de su hogar. Imagínense que enferma y que su seguro médico que le cubre estas contingencias para parar el primer golpe. Como visitante, La sanidad pública no le va a atender allí.  El seguro incluye la repatriación a casa, aunque cuando va a embarcar, el comandante de un vuelo regular, viendo su situación médica, le niega poder viajar. Es demasiado arriesgado.

En un segundo intento y ya fuera de la cobertura del seguro medico y tras un notable esfuerzo económico, sus allegados contratan un avión-ambulancia para regresar de una vez a casa. O mejor dicho, a un hospital cerca de casa, porque la clínica privada en el que le están atendiendo en ese lejano país, le está cuidando, aunque lo hace a cambio de 2.500 euros al día, pues está en vigilancia intensiva. El avión-ambulancia que le han fletado llega, aunque usted está tan grave que finalmente no le pueden llevar. Es mejor seguir en tierra. Se anula el vuelo, aunque la compañía no le reembolsa el dinero pagado.

Intervención del estado

La situación es desesperada: lejos de casa, en peligro de muerte y ya sin medios para regresar en su estado. Las vacaciones en Asia se han convertido en una pesadilla y solamente queda jugar a una carta: su familia pide ayuda al gobierno y este responde positivamente enviando un gigante gris. El gigante tiene forma de Airbus A330 y a bordo viaja un equipo excelente, especializado en aeroevacuaciones médicas. El avión de la fuerza aérea vuela once horas y media para aterrizar en el aeropuerto más cercano a su hospital.  Luego, el equipo médico militar, puesto que la aeronave también lo es, se desplaza por tierra a verle para comprobar su estado de salud y se decide que le repatriarán al día siguiente.

El interior del Airbus A330 militar mantiene su configuración comercial y se adapta para evacuaciones médicas.

El día que nunca llegaba, el del regreso a casa, es finalmente un domingo. Esta vez, el avión vuela durante catorce horas para aterrizar en el aeropuerto más cercano a su hospital de referencia, que está en una ciudad que no es la base del avión, aunque tras más de 25 horas volando, el gigante gris tiene encomendada una única misión: salvarle la vida. Lo hace aterrizando en casa, o casi. Una ambulancia del servicio sanitario de su comunidad autónoma le espera a pie de pista para trasladarle a un hospital público. Allí pasa a ser otro paciente de la unidad de cuidados intensivos, le intervienen, salva su vida y vuelve al anonimato del que ha salido involuntariamente por el interés de los medios en su caso excepcional.

Una misión.

El traslado de Alex García Galas desde Bangkok a Bilbao en un avión medicalizado del Ejército del Aire y del Espacio (nombre oficial desde 2022) fue una de las noticias más seguidas del pasado fin de semana, tanto por su lado humano como por el importante despliegue de medios y personal para la misión. Como esta es una columna de opinión les voy a decir directamente lo que pienso sobre este operativo: es algo de lo que sentirse orgulloso. Ni por un momento se me pasó por la cabeza cualquier otra idea que no fuera que en una situación tan excepcional y justificada, el gobierno de un país normal responda por un ciudadano. Si se tienen los medios, para eso están. Desgraciadamente en otros lugares del mundo y en situaciones quizá mucho más extremas, los gobiernos no responden así. En otras latitudes la vida vale poco o nada.

Preparación del Airbus A330 (T.24 en denominación militar) para el vuelo Torrejón – Bangkok – Bilbao

Y otra

Este mismo mes, otra aeronave del Ejército del Aire y del Espacio también salvó la vida a una persona en una situación complicada: en el mar y a 500 kilómetros del norte de la isla de La Palma. Una mujer británica de 72 años sufrió un ictus a bordo del Seven Seas Splendor, uno de los buques de crucero más lujosos del mundo, propiedad de la naviera Regent Seven Seas Cruises, filial de NCL. Aun teniendo médico a bordo, la gravedad de la situación hizo necesario pedir una evacuación urgente en helicóptero.

 En circunstancias normales, con el barco navegando más cerca de la costa, Salvamento Marítimo, un servicio civil dependiente del Ministerio de Transportes, se hubiera encargado del rescate y traslado a un centro hospitalario en tierra. Sin embargo, la distancia a cubrir hizo necesario que se activase un helicóptero Super Puma (también gris, por cierto) del 802 escuadrón con base de Gando, Gran Canaria, además de activar paralelamente un avión de apoyo.

El avión se sumó a la misión de rescate para proporcionar al helicóptero información de vientos en altura. Así optimizó su vuelo, minimizó el consumo de combustible y maximizó la velocidad, puesto que no se trata de llegar, sino de, una vez sobre el barco, mantenerse en su vertical un tiempo y regresar a tierra.  El avión contactó previamente con el Seven Seas Splendor para facilitar la maniobra del helicóptero a su llegada. La capacidad de comunicaciones vía satélite permitió mantener el contacto de los medios aéreos de rescate implicados con el Centro Coordinador de Salvamento Aeronáutico de Canarias. El avión proporcionó al buque las instrucciones requeridas por el helicóptero respecto al rumbo y velocidad que debía mantener durante la maniobra, de cara a poder de activar la grúa del helicóptero e izar a la enferma cuya evacuación era fundamental.

Un Super Puma con la grúa de rescate activada (Javier García Urbón)
Un Super Puma con la grúa de rescate activada (Javier García Urbón)

Además de los medios militares implicados, para completar la operación se amplió el horario del aeropuerto de La Palma, que cierra por la noche, con los controladores aéreos y otros servicios activados para la llegada. También siguió la misión en tiempo real el personal de Salvamento Marítimo y el del Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad de Canarias, que envió una ambulancia del SUC o Servicio de Urgencias Canario al Hospital General de La Palma, un centro público donde la mujer británica quedó ingresada, dejando atrás otra pesadilla.

Y ni a Álex, ni a la viajera británica, ni a usted ni a mi el gobierno español nos pasaría una factura por activar todo un operativo similar con tanta gente implicada. Con aeronaves, personal cualificado, medios y tantas atenciones. Estoy orgulloso de vivir en un país así, que en caso urgente y necesario te puede ayudar volando.

Uno de los dos Airbus A310 y uno de los cinco Falcon 900 del Ejército del Aire y del Espacio en vuelo. (Sergio Muñoz Cañabate)

Y para no alargarme, otro día les hablaré con más detalle de esos Airbus grises que antes eran de Iberia y hoy siguen manteniendo su configuración de asientos, aunque ahora para transporte militar y de misiones de estado, preparados para evacuaciones médicas y en un futuro serán aviones-cisterna para reabastecimiento en vuelo. Estos Airbus 330 están dentro del 45 grupo de Fuerzas Aéreas, al que también están adscritos los Airbus A310 y Falcon 900, aviones VIP que es otro buen tema del que hablar, desdramatizar y poner en su justo contexto.