El ser humano cuenta con un mecanismo neuronal que le nubla la razón ante la promesa de un dinero fácil de obtener que te cambia la vida de la noche a la mañana. Esa es la nada científica explicación de por qué jugamos a la lotería, por ejemplo. Hace unos días, espiando vidas ajenas en las historias de Instagram, apareció un anuncio sobre la profesión que va a triunfar este 2024. Un trabajo con el que ingresarás entre 2.000 y 7.000 euros al mes, sin paro, que puedes hacer a tu ritmo y desde casa, no requiere experiencia previa y que, en resumen, te convierte en un triunfador. Qué diferencia con esos bobos como yo, que nos deslomamos de lunes a viernes y el fin de semana juntamos letras en artículos de opinión como este.
¿Cuál es esa profesión tan demandada por las empresas? Se conoce como appointment setter –programador de citas en español– a la persona encargada, por explicarlo en palabras llanas, de generar reuniones entre el equipo de ventas de una compañía y potenciales clientes que, principalmente, encuentra y contacta en las redes sociales. Si esa reunión, a la que acude finalmente el equipo comercial “oficial” de la empresa se traduce en negocio, el appointment setter se llevará una suculenta comisión que premia el éxito de su gestión inicial. Podría definirse como una especie de ariete para el equipo de ventas, el que consigue que se abra la puerta.
Simulando querer dedicarme a esta profesión he encontrado personas que reconocen que este trabajo no es para todo el mundo, que se pueden obtener beneficios a base de tesón y suerte, de trabajar para una empresa con mucha proyección, contando con unas habilidades de base, etc. Y con todo, reconocen que 2000-3000 euros/mes en el ámbito hispanoparlante es la excepción -muy, muy, muy excepcional- y no la regla.
¿Estafa?
Sin embargo, otras formas más agresivas de promocionar este supuesto empleo idílico rozan el delito por estafa. Como ocurrió con la indecencia de los cursos de trading, lo pintan como una oportunidad única de cambiar tu vida, publican testimonios de jóvenes a los que les va muy bien y te demuestran que cualquiera puede dedicarse a esto… previo pago de un curso de unos dos mil euros, claro. Además, con el fin de reforzar el engaño, contratan publicidad redaccional para hacer creer que diarios y revistas de prestigio han publicado también que esta nueva profesión tiene mucho futuro.
Vivir atrapado en un empleo precario o, directamente, en el paro invita a escuchar cantos de sirena, pero basta con pararse a pensar un poco para pinchar el globo de la ingenuidad. Tomemos como ejemplo un vídeo promocional de una de estas empresas de cursos de appointment setting. Nos muestra un día en la vida de un tal Ramón. Vemos cómo se levanta en su fastuoso ático de estilo neoyorkino, cierra un par de reuniones mientras desayuna sano, se va a comer a restaurantes lujosos, luego a nadar en la piscina de su urbanización y cada día recibe grandes comisiones… En resumen, la vida de un triunfador en toda regla. Si nos fijamos bien, el personaje del vídeo cambia con cada escena, aunque se supone que siguen hablando de ese crack llamado Ramón… La explicación reside en que este vídeo se ha montado a base de clips de vídeo gratuitos –o de saldo- procedentes de un banco de imágenes cualquiera. Haberlo producido con un actor y con unas condiciones técnicas que rozasen la dignidad no cuesta tanto. ¿No tienen ese capital? ¿Qué hay detrás de esa chapuza? Siendo tan rentable este negocio que promocionan, ¿no es lógico una imagen corporativa más profesional?
Y a los que vean en las redes la publicidad y se sientan tentados, sólo cabe decirles que no piquen el anzuelo, recordarles que el dinero no cae del cielo, que con un trabajo de dos horas diarias –salvo que seas futbolista de élite- nadie se hace de oro.