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Opinión David Ruipérez

El coche volador

Alef, un prototipo de coche capaz de desplazarse tanto por tierra como por el aire, ha acaparado todas las miradas de los asistentes al último Mobile World Congress de Barcelona.

Regreso al Futuro II, Blade Runner, El quinto elemento, Desafío Total… En todas esas películas de ciencia ficción vimos coches volando por ciudades futuristas. Incluso en la primera de ellas la acción se desarrolla en 2015, hace una década, y ya plantea que los vehículos circulen por aeropistas que, paradójicamente, también registran algún atasco que otro. En el último Mobile World Congress de Barcelona, un prototipo de coche capaz de desplazarse tanto por tierra como por el aire –Alef se llama– ha acaparado, era previsible, todas las miradas de los asistentes a la cita tecnológica. Estos días han vuelto a despertar muchos sueños de la infancia. Por fin se materializa uno de esos elementos clásicos de la ciencia ficción, junto a los robots humanoides domésticos, por ejemplo.

¿Llegaremos a ver un coche como Alef circulando por nuestras ciudades? Algunos expertos opinan que será una realidad entre supermillonarios de países con regulaciones laxas en materia de tráfico como las satrapías petrolíferas del Golfo Pérsico o, en menor medida, Estados Unidos. Estos vehículos serían considerados una especie de híbrido entre coche y helicóptero y se exigiría una licencia para volar además del obvio carné de conducir turismos. Alef permite un despegue vertical gracias a sus hélices ubicadas en la parte inferior del vehículo. Los más optimistas creen que se podría utilizar para trayectos pautados entre dos puntos de una ciudad. Entonces se habilitaría una ruta despejada para la circulación de estos automóviles voladores. El futuro dueño de uno de estos coches –dicen que ya aceptan pedidos-, trasportado por su chófer-piloto, se dirigiría por calles y carreteras hacia el punto de despegue y, desde allí, volaría hasta el destino esquivando las tediosas incidencias del tráfico que sufrimos los mortales.

Alef Modelo A.

El malogrado jugador de la NBA Kobe Bryant se desplazaba en su helicóptero particular para llegar a su destino, salvando así los embotellamientos de las monstruosas autovías californianas. En los círculos de personas sin ninguna preocupación por llegar a fin de mes o pagar la hipoteca tampoco es un comportamiento extraño o aislado. Y, pese a la tragedia de la muerte de la estrella del baloncesto, resulta mucho más peligroso viajar en coche por carretera.

No parece sencillo pensar en esa realidad cuando hemos comprobado de sobra que el futuro no es tan avanzado como se penó en las páginas en blanco de un guion cinematográfico o una novela. Aunque por fin despega, nunca mejor dicho, el mercado del coche eléctrico, no sin polémica y con dudas sobre si ese es el camino para salvar el planeta, vas conduciendo hacia el trabajo y te sigues cruzando con una incombustible furgoneta Citroën C15, con coches de más de dos décadas y con personas que ni siquiera conducen con destreza. No parece que algunos vayamos a ver los coches circulando por el aire como rutina mientras se cede el asfalto de las calles a los peatones, las bicis o los patinetes.  Y encima, a estas alturas de siglo XXI, ni siquiera tenemos robot-mayordomo…