Ya no se trata sólo de fichar a una figura mundial en el ámbito del agua como Fernando Maestre, que ha desarrollado su carrera en la Universidad de Alicante, hasta formar parte de ese exclusivo grupo de 1% de científicos más citados globalmente. “Arabia Saudita se está esforzando para ser un hub global en lo que respecta a la innovación en el sector del agua”, acaba de decir el director general de Innovación del Ministerio de Medio Ambiente, Motaz Alsolaim, en el World Water Innovation Summit de Londres.
El neerlandés Maarten ter Keurst, uno de los principales expertos mundiales en empresas de tecnología ambiental, ha acudido también al evento, ahora como managing partner de Natural Ventures. El fondo con sede en Abu Dabi todavía es pequeño, pero está altamente preocupado por no perderse una oportunidad en el ámbito del agua. ¿Para garantizar la producción de alimentos que necesitará su población? Digamos que no exclusivamente.
Maarten ter Keurst ve mucho potencial de negocio en el sector de los minerales críticos, en la minería de metales preciosos, de minerales de transición energética, como los metales de tierras raras, el litio o la minería de magnesio del agua del mar. Veremos, dice, una fuerte tracción comercial y fuerte valor añadido ahí.
Quizás sea por las sospechas de que la nueva Ley de Materias Primas Críticas de la UE podría simplificar la concesión de permisos a favor de los promotores de proyectos mineros. Eludirían los requisitos que establecen las legislaciones ambientales, con la excusa de que la extracción de minerales críticos debe clasificarse como un interés público primordial.
Mucho menos interesante parece el papel reservado para el agua en la producción de hidrógeno verde. “Se ha sobreestimado”, dice ter Keurst, “es una fracción del coste de producción de hidrógeno, menos del 2%”. Y en ese plan. Natural Ventures afirma en su información corporativa que “podemos hacerlo mejor que la naturaleza”.
Ha invertido en N-Drip, una empresa israelí con una tecnología de riego revolucionaria, y en Constellr, de Países Bajos, líder en tecnología de satélites de observación. Muy diferente el enfoque inversor en Próximo Oriente, donde supuestamente deberían vivir en modo pánico ante la alerta de escasez asociada al cambio climático, al que impera en Europa.
El recuerdo más vívido de 2023 de Michael Koch, de la empresa de información sobre marketing agrícola (AMI), autora de unas estadísticas anuales de referencia en el sector, se corresponde con el momento en el que “las estanterías de repente se quedaron sin productos frescos en el Reino Unido. Todos los canales comenzaron a debatir si esto podría suceder en el resto de Europa”.
En la última edición de Fruit Logistica celebrada en Berlín, se alza con el premio anual a la innovación la cooperativa andaluza Unica Fresh. Ha creado una hortaliza ovalada completamente nueva y la ha llamado Zucchiolo, calabacín por fuera, pepino por dentro. Cada unidad de 250 gramos se puede consumir cruda o cocida, es rica en fibras, vitamina A y C y antioxidantes y, sobre todo, ha recibido más de la mitad de los votos de los asistentes.
Invertir en innovación ahorra agua. La asociación de productores francesa Blue Whale, formada por unas 260 empresas familiares, principalmente explotaciones de manzanas, ha dedicado 12 millones de euros a investigar cómo se pueden cultivar huertos con menos agua, mejorar la calidad del suelo y reducir el uso de pesticidas hasta en un 50%.
El gigante químico BASF trabaja en la agricultura de ambiente controlado (CEA) y ya tiene alrededor de 1.200 variedades de hortalizas en su cartera. Entre ellas el tomate Arya para el mercado indio, que tolera temperaturas más altas, consume un 30% menos de agua y resiste largos periodos de almacenamiento en ambientes calurosos. También cuenta con lechugas y pepinos que crecen en un entorno de alta tecnología y tienen buen sabor.
La innovación en torno al agua parece haber puesto el foco en el cloro. Anamad es uno de los ganadores del Water Discovery Challenge de la Water Services Regulation Authority (Owfat) de Reino Unido (525.000 euros a cada proyecto, eso es tomarse en serio la innovación). Describe su solución como “un rayo en un frasco”. En química tiene un nombre menos byroniano: plasma frío, el impulso eléctrico que arrasa agentes químicos y microorganismos.
En España, la tecnología de electroporación y oxidación avanzada de Geodesic permite también tratar, desinfectar y conservar el agua sin necesidad de recurrir a la utilización de productos químicos como el cloro.
Otra startup elegida por Owfat, Freeox, creada por científicos de la Universidad de Cardiff y Origin Aqua, utiliza una fórmula a base de hidrógeno para limpiar el agua, en lugar del mucho más costoso energéticamente cloro. Y la inteligencia artificial de Mounce Hydrosmart, permite acelerar el análisis de informes de incidentes sobre la calidad del agua, como los que se realizan cuando está muy clorada.
Hace unos años nos llamó la atención que el agua comenzar a cotizar en Bolsa. Son las paradojas de nuestro tiempo. En la década de 1950, el Támesis fue declarado biológicamente muerto y ahora alberga 125 especies de peces, 400 tipos de invertebrados, caballitos de mar y focas. Su corriente mueve Wall Street.
El agua está en el punto de mira de los inversores y no sobran razones. Los niveles actuales de consumo global de la industria, uno de los mayores usuarios y contaminadores, se habrán duplicado en 2050. En este tiempo, la innovación tecnológica tendrá que enfrentarse a contaminantes emergentes como PFA, pesticidas, hormonas y productos farmacéuticos que se acumulan en nuestro suministro de agua y representan un grave riesgo para la salud humana.
Los recursos terrestres e hídricos del mundo están siendo explotados a un ritmo sin precedentes, lo que, combinado con el cambio climático, ejercerá una presión terrible sobre la capacidad de la humanidad para alimentarse. Nos jugamos la vida con esa innovación. Apetitoso para los inversores.