¿Secuenciación genética, la rupturista edición de bases, inteligencia artificial aplicada al desarrollo de fármacos y a la medicina de precisión? De todo esto se ha hablado en el evento más importante del año en el sector biotecnológico mundial, la JP Morgan Healthcare Conference 2024, celebrada en San Francisco. Pero cualquier cosa palidece ante el fenómeno de la hormona GLP-1 y su mágica capacidad para ayudar a las personas a perder peso (y combatir la diabetes tipo 2).
De hecho, la empresa más grande de Europa por cotización bursátil ya no es Nestlé, ni LVMH, Shell, el fabricante de equipos para producir semiconductores ASML o un banco suizo, no. Se llama Novo Nordisk, y se encuentra en Dinamarca. Produce un fármaco llamado Ozempic que permite regular la hormona GLP-1.
Está demostrado que, gracias a él, las personas pierden entre un 15% y un 20% de su peso, sin tener que poner a prueba su fuerza de voluntad. No requiere dietas, ni deporte. La Agencia Española de Medicamentos comunicaba en septiembre que, debido al aumento de la demanda experimentada en los últimos meses, Novo Nordisk iba a sufrir, de hecho, problemas de suministro intermitentes a lo largo de 2024 en España.
El market cap de la firma danesa es de 337.890 millones de euros, casi igual al PIB de toda Dinamarca (365.804 millones de euros en 2021) con cinco millones de habitantes. “Se han comenzado a reportar ya datos del país con y sin Novo Nordisk, no quieren que les pase lo mismo que a Finlandia con Nokia hace 15-20 años”, me explica Iñaki Berenguer, socio cofundador de la gestora de capital riesgo LifeX, a su vuelta de San Francisco.
La propia JP Morgan habla de un “hype del GLP-1” este año. Como suele ocurrir, no es un descubrimiento nuevo. Se venía analizando el potencial de la hormona desde los años 80 del pasado siglo y, en la década de los 2000, comenzó a dar muestras claras de eficacia para combatir la diabetes tipo 2.
El detonante ha sido encontrar una aplicación preventiva con tanta capacidad de movilización. Alrededor de 15 millones de obesos norteamericanos tomarán habitualmente GLP-1 a finales de la década. Unidos a los diabéticos, supondrán el 9% de la población del país en 2030, vaticina JP Morgan en un informe.
El público objetivo es, en efecto, monumental: la prevalencia de la obesidad en EEUU alcanza ya al 41,9% de la población adulta. Allí la inyección mensual de Ozempic cuesta alrededor de 1.000 euros. En España, la obesidad se sitúa en torno al 20% y el coste del tratamiento es claramente inferior, unos 150 euros al mes.
Se da por hecho que, en muy poco tiempo, la economía alrededor de la pérdida de peso superará a la del cáncer. Increíble, pero sintomático de los nuevos aires de la innovación en biotecnología. Obviamente, eso está activando el interés de los inversores. LifeX ha entrado en la compañía end to end Dr. B, que ayuda a recetar a la gente con obesidad usando telemedicina, pero sigue también la recuperación tras la cirugía bariátrica.
El hype del GLP-1 es uno de los más llamativos ejemplos de la capacidad de la tecnología para cambiar el paradigma de la salud en el que hemos vivido instalados hasta la confluencia de la revolución digital con la actividad analógica de los laboratorios.
El principal competidor de Novo Nordisk en EEUU es la farmacéutica Eli Lilly. JP Morgan cree que ambas podrían estar comenzando a configurar un duopolio en un mercado en el que la demanda “podría seguir superando la oferta durante los próximos años”.
Una de las claves del fenómeno contra la obesidad son sus efectos secundarios. Los medicamentos de los laboratorios danés y norteamericano pueden ayudar en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, que padecen alrededor de nueve millones de pacientes obesos en EEUU y que son la principal causa de muerte en los países occidentales. Lo mismo se puede decir de la correlación directa entre el peso excesivo y las enfermedades mentales o determinados tipos de cáncer.
¿Posible efecto Kodak para muchos actores actuales del sistema de salud? No está claro si la sorprendente capacidad del GLP-1 para combatir la diabetes 2 supone una amenaza inminente para dispositivos como las bombas de insulina y monitores continuos de glucosa (CGM). Hay quien considera que seguirán siendo fundamentales para confirmar que la nueva medicación funciona.
Tampoco se espera un efecto sustitución de la cirugía para bajar peso. En el caso de la esperanza de vida, existe una correlación perfecta: un índice de masa corporal por encima de 30 la recorta en dos años, uno superior a 40 en seis, y si pasa de 45, son 11 años menos. Habrá que estar atentos al impacto del fenómeno en las tecnologías existentes y en la propia configuración de los sistemas nacionales de salud.
Por su enorme impacto en los presupuestos públicos y en los de los ciudadanos, la innovación en medicina se presenta como uno de los vectores fundamentales de disrupción de las próximas dos décadas. Tiene capacidad para configurar nuevos sectores económicos.
Será interesante seguir especialmente el auge de las soluciones preventivas, y no sólo las curativas, porque siguen pautas más próximas al segmento de consumo. Y porque la IA aplicada a la salud tiene ahí mucho que decir. Se trata, en efecto, de un cambio de paradigma que transformará la forma en la que entendemos la sanidad.