El año tecnológico despierta bajo los neones del CES de Las Vegas. En realidad, deslumbrado por las crecientes posibilidades de las imágenes anamórficas que vienen con datos en tiempo real. Pudimos ver hace unos días ejemplos fascinantes de ello en los Digital Signage Experience (DSE) Awards. Las pantallas sí son capaces de unir al Mount Sinai Hospital, el Moxy & AC Hotel Downtown de Los Ángeles y el cuartel general de HPE, ellas sí.
Arrancamos 2024 con la mirada puesta en un Foro de Davos que se juega en esta edición su papel como ágora de pensamiento estratégico mundial. En un momento de desglobalización, retroceso de la democracia y polarización, el Foro Económico Mundial ha escogido un lema que suena a ultimátum: “Reconstruir la Confianza”.
Acaba de presentar su primer Barómetro de la Cooperación Global, en colaboración con McKinsey. Desde 2020, se observa un retroceso en los capítulos de Salud y Bienestar y, especialmente, de Paz y Seguridad; mientras mantienen su línea ascendente de la última década las áreas de Comercio y Capital, Innovación y Tecnología y Clima y Capital Natural. Es fácil adivinar cuál es la variable que mejor se comporta.
La confianza y la cooperación confluyen en el gran desafío tecnológico de las infraestructuras como activos digitales a gran escala. “Nadie se fía de nadie en la cadena de suministro de la construcción”, me dice la directora del Cambridge Centre for Smart Infraestructure and Construction (CSIC), Jennifer Schooling, una de las grandes expertas mundiales en el asunto.
“Los diseñadores se exceden en seguridad porque no tienen muy claro cómo se va a construir, y los contratistas toman esos diseños, los recrean y los hacen aún un poco más conservadores. Luego, los fabricantes de materiales ofrecen algo aún más conservador nuevamente. Cuando llegas al final de ese viaje, has emitido un 40% más de CO2 del que necesitas”, sostiene.
La Asociación Estadounidense de Constructores de Carreteras y Transporte (ARTBA) considera que 46.000 de los más de 617.000 puentes del país son “estructuralmente deficientes” y están en malas condiciones, incluidos el de Brooklyn en Nueva York, el Theodore Roosevelt de Washington DC, el San Mateo-Hayward de la Bahía de San Francisco o el de la Bahía de Pensacola en Florida. Por ellos pasan vehículos 1.500 millones de veces al día.
En Europa, se estima que hay 68 millones construcciones tradicionales o históricas. La propuesta de revisión de la directiva europea sobre eficiencia energética estableció que los Estados miembros debían renovar cada año al menos el 3% de la superficie total de los edificios propiedad de organismos públicos.
La española Galeo quiere participar en la creación de redes de internet de las cosas (IoT) a gran escala. Ha ayudado a Ferrovial a diseñar autopistas capaces de detectar si cae un bulto sobre el asfalto, ha creado el gemelo digital de las estaciones de servicio de Repsol (en torno a 3.000 edificios) y recientemente de Cepsa (500-700) y ha apificado (convertido en APIs con acceso a información desde diferentes puntos) tanto los camiones de Herko como el horno de una refinería.
Diseñar redes de IoT a gran escala es una de las aspiraciones de las infraestructuras inteligentes para mejorar la vida de las personas, pero todavía plantea retos muy complicados: cómo se distribuye el software, cómo se monitorizan tantos activos distribuidos por centenares de kilómetros de red, cómo captar información del funcionamiento del propio software, cómo encaja el sistema BIM (Building Information Modeling, obligatorio en España desde 2019) con el gemelo digital. No es sencillo.
Quizás el asunto más desafiante sea el de la gestión de los datos. Cuánto valen los datos de un edificio o de una infraestructura, cómo gestionar la información para que sea valiosa, por ejemplo, para el automóvil. “Es un sector hiperregulado en todo su ciclo de vida: desde el diseño, a la arquitectura del software o a su relación con el entorno. Conectar todo ese ciclo de información tiene un valor en la automoción de miles de millones de euros”, explica el fundador y CEO de Galeo, Marco Laucelli.
Por si fuera poco, las obras de construcción deberían mantenerse operativas durante el mayor tiempo posible, según Jennifer Schooling. Gran parte de nuestra infraestructura se levantó en el siglo XIX y lo que estamos construyendo ahora debe durar otros 200 años. “Así que tenemos un horizonte temporal de 400 años. Obviamente, necesitamos muchos datos buenos sobre esos activos”.
El «Siemens Infraestructure Transition Monitor 2023» pone el foco en los aspectos ambientales y vaticina “una remodelación fundamental de las estructuras y sistemas que mantienen nuestro mundo en funcionamiento”, incluida la infraestructura que respalda “la energía, los edificios, la movilidad e industrias enteras”. El proceso, que debe desarrollarse hasta 2050, supone “posiblemente el cambio más grande, rápido y generalizado en la historia del desarrollo de infraestructura”.
Y todo ello en medio de una batalla estética de componente social. Scott Kratz ha ganado el concurso para la construcción del parque del puente de la calle 11 en Washington DC, cuya inauguración se espera en 2025. Asegura que su diseño OMA + OLIN sirve de referencia para los puentes del futuro, orientados a generar inspiración y conexión humana. No es el primer puente multipropósito del mundo, el Tianjin Eye de China cuenta con una noria gigante.
“Cuando hablo con un grupo de ingenieros y les digo que los datos nunca son neutrales, me miran extrañados”, me sigue diciendo Jennifer Schooling. De la selección de los datos que realicemos dependerá que un puente no se caiga o el impacto del diseño de una ciudad en la calidad de vida de las personas. “Si tenemos datos que pasan por alto por completo a un conjunto de ciudadanos, podríamos exacerbar las desigualdades”.
No resulta fácil determinar si las tecnologías digitales simplifican o complican aún más el panorama. Lo bueno de las infraestructuras es su empeño en persistir el paso del tiempo, lo que las convierte en testigos y beneficiarias de la transformación tecnológica. La sociedad pide reconstruir la confianza y aumentar la cooperación y en esa tarea las grandes obras públicas siempre tienen mucho que decir… si acertamos con los datos adecuados.