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Opinión Ignacio Rodríguez Burgos

Las llaves del tesoro

Carlos Cuerpo, el nuevo ministro de Economía, ha sido el guardián de las llaves del Tesoro durante los últimos años. Como secretario del Tesoro fue el encargado de buscar financiación barata y adecuada a los 250.000 millones de emisión de deuda tras el golpe de la Covid. En todo el mundo se regaba la economía con “manguerazos” de dinero público para compensar el confinamiento y el cierre de fábricas y negocios. Todo el planeta estaba a lo mismo, a la búsqueda de fondos. Financiar a un país con una deuda del 110% del PIB no es fácil. El germen de la desconfianza siempre está al acecho.

El nuevo titular de Economía es buen conocedor de los foros internacionales donde España se juega los cuartos, como la Unión Europea, el FMI o el G-20. Como secretario General del Tesoro acompañaba a la exvicepresidenta Calviño a casi todos los Ecofin. Además, Cuerpo, licenciado en Economía por la Universidad de Extremadura y doctor por la Autónoma de Madrid y docente en la London School of Economics, ha trabajado en la Comisión Europea y en la AIREF cuando la presidía el ministro Escrivá.

Uno de los principales retos del nuevo ministro será cumplir con las reglas fiscales que entran en vigor en este 2024. Se acabó la manga ancha en el déficit y en la deuda. Tendrá que adaptar la política económica al rigor contable. Carlos Cuerpo fue, precisamente, el coordinador del grupo de trabajo que negoció y diseñó las nuevas reglas fiscales durante la presidencia europea. Una clave es lograr una senda fiscal suave y gradual. En esto podría contar con la alianza de Francia e Italia, que hoy presentan peores cuentas para el ajuste. En este asunto, la colaboración con la nueva vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, será algo primordial, que en esta remodelación emerge como la pieza fuerte del Ejecutivo tanto en el ámbito político como en el económico. Número dos del Gobierno y del Psoe.  Recuperar la ortodoxia en el gasto público no será fácil con los embates de la rama más populista del Gobierno. Los choques con Yolanda Díaz están servidos, es una parte más de la herencia recibida de Calviño.

Todo esto deberá hacerse con las exigencias crecientes de los socios independentistas catalanes y vascos del Gobierno. No solo hay que centrifugar al resto del país la deuda pública condonada a la Generalitat de Cataluña, también gestionar el traspaso de las transferencias de impuestos y competencias al Ejecutivo vasco de Vitoria, ya sea con el régimen económico de la Seguridad Social o el tributo extraordinario sobre energía. Al fin y al cabo, el titular de Economía es quien preside la Comisión delegada de Asuntos Económicos, algo así como el consejo de ministros previo de política económica.

Y toda esta política económica deberá realizarse con una desaceleración creciente de la actividad productiva. Las expectativas de crecimiento económico se han ido rebajando según avanzaban los meses. Los Fondos Europeos vuelven a jugar un papel crucial, son los que han evitado que nuestro país cayera en tasas negativas de crecimiento. España nunca había tenido en sus manos una oportunidad tan grande de transformación y su implantación está siendo más lenta de lo deseable.

La inflación es el fantasma que no termina de irse y más cuando la retirada gradual de algunas medidas extraordinarias elevará los precios. El regreso de impuestos a la electricidad y al gas terminará reflejándose en los recibos. Y todo acompañado con el gran reto que arrastramos desde principio de siglo, la recuperación de la productividad, con la transformación digital y energética, para no perder, poco a poco, convergencia con Europa en riqueza y en empleo. Seguimos liderando el paro y estamos a 15 puntos de la media europea en PIB por habitante. Más lejos que cuando se creó el euro, hace ahora 25 años.