Opinión Kerman Romeo

Kiwis amarillos

El auge de esta variedad frente a los verdes debe de ser uno de los casos de negocio más meteóricos que se han dado.
Foto: Zespri

Si alguien de Zespri está leyendo esto, que por favor me contacte por privado. Necesito corroborar algo de lo que estoy bastante convencido: el auge de la variedad de los kiwis amarillos frente a los verdes debe de ser uno de los casos más meteóricos que se han dado; por supuesto, en el mundo de las frutas, pero estoy convencido de que en general en los alimentos. Mira que hemos visto pasos de cero a cien, como con la trufa, tan 2017, o con la cebolla pochada, tan 2010. Ejemplos mucho más ruidosos que el del kiwi amarillo, pero seguro que no tan contundentes.

De hecho, debería ser un caso de estudio en los mejores MBA del mundo. Menos turras con Steve Jobs o con El arte de la guerra y material esnob similar, y más hablar de los kiwis amarillos. ¿Quién había visto hace veinte años un kiwi amarillo en su Pryca de confianza? Nadie, o casi nadie. De hecho, esta variedad entró en el año 2.000 en Europa. Y a los hechos me remito, rompiendo toda regla de no considerar la parte que te rodea el todo: no hay nadie de mis allegados que no haya dejado de consumir kiwis verdes para pasarse al amarillo. Si lo de Coca-Cola Zero fue increíble, esto es otra liga.

Me chifla este caso porque me parece que esconde decenas de enseñanzas sobre la innovación, quiero creer que planificadas por un gurú discreto al que admiro sin conocer. Nos obsesionamos en considerar innovación todo lo que huele a treinta años más allá, pero no existen innovaciones más meritorias y rentables que aquellas que se hacen sobre el corazón de tu negocio, que aquellas que dan una segunda vida a lo que se había quedado estancado. Que los kiwis verdes se ralentizan y perciben como algo ácido y funcional para jiñar bien, pues llegan los directivos del mundo del kiwi y deciden hacerlos amarillos, más dulces y blanditos. El resto es historia.

Qué bonito es poder seguir sorprendiéndonos con cosas tan básicas como el mismo producto, pero con otro color. Cada mañana que me levanto, parto por la mitad un kiwi y voy devorándolo con la cucharilla, porque así es como se come, doy las gracias porque alguien decidiese hacerme lo cotidiano sorprendente de nuevo, porque alguien, espero que multimillonario, decidiese introducir una variedad nueva y convencernos de que era mejor. Gente de ESIC, estáis perdiendo el tiempo si no metéis este caso de estudio en vuestros temarios. Innovación que es oro puro. Aprendamos todos del kiwi amarillo.

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.