Opinión Eugenio Mallol

Una nueva vivienda con ideas en los cimientos

La integración del diseño y la construcción en un mismo proceso, gracias a las tecnologías digitales, y la innovación en materiales marca el debate de la arquitectura en San Francisco.
Foto: Ben Allan/Unsplash

Se ha caído el muro entre el diseño y la fabricación. Los procesos intelectuales y físicos en torno a un producto se están fusionando en uno solo, de modo que diseñar y fabricar ya no serán conceptualmente momentos diferentes. Está sucediendo en la industria 4.0 y también en la construcción, que tiene el desafío de ser sostenible, segura, digital y más accesible para los ciudadanos.

“La integración es absolutamente el 100% del camino al futuro”, ha dicho en la reciente AIA Conference on Architecture la administradora de la General Services Administration (GSA) de EEUU, Robin Carnahan. Su Gobierno ha creado un Campo de pruebas verde para experimentar con nuevas tecnologías de construcción ecológica y planea alcanzar el objetivo de energía neta cero para su cartera de edificios en 2045.

En Europa, la Comisión quiere que los Estados miembros renueven cada año al menos el 3% de la superficie total de los edificios públicos. Se estima que 68 millones de inmuebles en el Viejo Continente son construcciones tradicionales o históricas, con un profundo valor cultural en muchos casos. Su aggiornamento tecnológico supone todo un desafío para la innovación porque las obras pueden afectar a la estructura física y tener un impacto negativo en el patrimonio, pero las alteraciones dirigidas a mejorar su aislamiento o impermeabilización podrían no tener en cuenta las propiedades higrotérmicas de las construcciones tradicionales.

En conversación con el arquitecto Javier Peña Galiano, acerca de lo que supuso para él crear el CaixaForum de Valencia de la mano de la inteligencia artificial (IA), aparece una nueva forma de colaboración persona-máquina. Su método consiste en desarrollar la construcción desde el proyecto, no desde la obra, desde el pensamiento de lo que va a ser la intervención, los sistemas y las herramientas. La construcción que crece junto a un diseño determinado crea una sensación de ambigüedad y de especificidad, pero sobre todo cambia el sentido de algo muy importante: la idea transforma la obra, pero también a la industria. “Parece hecho a mano, pero no es posible ni por la escala, ni por la geometría”, me dice.

Las maquetas y las herramientas se van convirtiendo en producto, ya sean arquitecturas o elementos parciales. En el Laboratorio de Artesanía Digital de Paco Gómez en San Pedro del Pinatar se crean las piezas para la zona de recepción, y para una bóveda de 1.000 metros cuadrados se utilizan piezas cerámicas booleanas producidas en Cumella, de doce colores y tres tamaños. Se colocan en el techo siguiendo el sistema de replanteo diseñado por un algoritmo matemático de inspiración genética que tiene en cuenta la manera en la que las personas se mueven no sólo para colocar las piezas, sino también para comprobar que están en su sitio.

La presidenta de Walt Disney Imagineering, Barbara Bouza, lidera un equipo multidisciplinar global encargado de crear los espacios de entretenimiento del grupo, incluida la tarea de duplicar el tamaño del castillo de la Bella Durmiente en Hong Kong Disneyland. Habla Bouza en San Francisco de un “método mágico”, el mismo que usan los imagineer de Disney cuando combinan imaginación creativa y conocimientos técnicos: “queremos tener la idea, la creatividad, la visión del arte, pero no podremos experimentarla a menos que lo construyamos”.

La Medalla de Oro del congreso de la AIA, recae en Carol Ross Barney por su reforma del juzgado federal de la ciudad de Oklahoma tras el atentado de 1995. Ahora es un gran edificio en forma de U de 17.000 metros cuadrados que integra tecnologías que no existían cuando fue construido. Ha recibido por eso la certificación LEED (Leadership in Energy & Environmental Design).

El estudio Mithun recibe el Architecture Firm Award. Ha creado dentro de su organización un coLAB para destruir silos, en lugar de promover despachos de diseño interno, y que las ideas se puedan compartir más ampliamente, con todas las disciplinas trabajando en estrecha colaboración, en lugar de la visión de un solo diseñador.

Pero esa visión integradora, ¿tiene utilidad social? Al menos 100 millones de personas de bajos y medianos ingresos en el territorio que cubre la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE) gastan más del 40% de sus ingresos disponibles en vivienda. El fundador de Opticos Design, Daniel Parolek, ha inspirado un nuevo movimiento para la elección de viviendas llamado «Missing Middle Housing», con ejemplos ya en lugares tan diversos como Texas y los Países Bajos, y defiende la innovación en modelos.

En los últimos 15 a 20 años, las innovaciones en el tipo de vivienda han ido ganando terreno en las principales áreas metropolitanas y sus alrededores. En España contamos con el Fab Lab del IAAC (Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya), el segundo del mundo después del MIT Media Lab. Su fundador, Vicente Guallart, ha acuñado el término de metabolismo urbano para tratar precisamente la idea de integración.

En el plano estrictamente digital, se asienta el estándar Matter que promueve el Project Connected Home Over IP (Project Chip) sobre la base de datos como el de que los costes sanitarios se reducen un 38% ocho años después de la introducción de plataformas inteligentes de atención domiciliaria. En su puesta en marcha han colaborado Amazon, Apple, Alphabet y Samsung SmartThings, y a la alianza se han sumado Ikea, Infineon, ​​Kroger, Latch, LG, Lutron, Nordic Semiconductor, NXP Semiconductors, Schneider Electric, Silicon Labs y Texas Instruments.

La construcción cambiará por completo. Vienen aerogeles de nanoasilamiento; Acciona ha probado en sus instalaciones prefabricados de bajo consumo a partir de residuos de la construcción y demolición; en un edificio industrial en Barcelona y un edificio de oficinas en San Sebastián se han probado los paneles fotovoltaicos flexibles del proyecto europeo PVSITES; y Tecnalia ha validado paneles ignífugos y de espuma de madera hechos de fibras naturales y residuos forestales. Ahora que, con la revolución digital, la idea y la acción son una misma cosa, la clave está en la calidad de las ideas. Que incorporen la visión social, ayuden al acceso a la vivienda y respeten el planeta. Las herramientas y la IA están listas para colaborar.