Opinión David Ruipérez

¿Prohibir las redes sociales? Dos enfoques

¿Pueden los niños irse a un bar y tomarse cuatro cañas y fumarse un cartón de tabaco? Hubo un tiempo que sí, pero surgen leyes y prohibiciones que tienen ánimo de preservar la vida, la salud y la infancia.

Cada generación de adultos tiende a denostar la tecnología/ocio que más disfrutan sus descendientes. A los que hoy tienen cincuenta años sus padres lees acusaban de estar todo el día delante de la televisión; a los que tienen diez o veinte años menos les daban la matraca con la consola o el ordenador y a los nacidos de los noventa hasta hoy les acusan de ser dependientes de Tik Tok o Instagram. En el pasado reciente hubo otros enemigos públicos que amenazaban a la juventud, paranoia pura mezclada con desinformación, como sucedió con los juegos de rol –cuando se supo que un chico que cometió un cruento asesinato tenía esa afición– o con el célebre juego de la güija.

En la diana están ahora las redes sociales, ¿se puede/debe prohibir/restringir su uso en menores? En las últimas semanas asistimos a debates públicos en torno a esta cuestión. Por una parte, entra en campaña electoral el tema con una propuesta del Partido Popular para firmar un gran pacto social con la colaboración de las propias empresas tecnológicas que dé lugar a una especie de apagón digital en horas lectivas y más allá de la media noche. Es posible que, salvo los propios escolares, cualquiera con dos dedos de frente –y más si es padre y lo sufre a diario– vea con buenos ojos una medida de este tipo.

Empieza a haber un consenso científico y social en torno a los perjuicios derivados del abuso de las redes en la infancia y adolescencia. Por citar algunos: bajo rendimiento escolar, falta de sueño, pérdida de capacidad de atención, problemas de autoestima, miopía, acoso, lesiones físicas a raíz de retos virales… Claro que tienen su parte buena, pero resulta evidente que su uso en menores de 14 años no es recomendable y en realidad hasta esa edad las plataformas –en base a sus propias normas– no deberían dejar crear una cuenta. ¿Pueden los niños irse a un bar y tomarse cuatro cañas y fumarse un cartón de tabaco? Hubo un tiempo que sí, pero surgen leyes y prohibiciones que tienen ánimo de preservar la vida, la salud y la infancia. Y esta puede ser una más.  ¿Es posible lograr un acuerdo político en España sobre este tema? Dudoso, si no se ponen de acuerdo en asuntos mucho más elementales. Será divertido comprobar qué partidos defienden esa prohibición y cuáles no y que nos expongan sus habituales argumentos pueriles e insustanciales.

Pero asistimos de forma paralela a una segunda polémica y parece que hablamos de lo mismo, pero no. Tras la muerte de un chico de 17 años tras ser disparado por un agente de policía en Francia, el cinturón de barrios obreros alejados del glamour parisino y poblados por hijos y nietos de inmigrantes de las antiguas colonias –con nacionalidad gala y plenos derechos– estallaron en una ola de violencia y graves altercados. Las redes sociales han desempeñado un papel fundamental en la difusión del vídeo del homicidio y sirvieron de canal de comunicación para las encendidas protestas en las que han participado muchos menores de edad. Algunas teorías afirman que, viendo esas escenas, muchos más se animan a participar, como si fuera un reto.

Miembros del Ejecutivo de Macron han planteado ciertas actuaciones en este terreno. ¿Intervenir las cuentas?, ¿regular?, ¿cerrarlas? ¿suspender la función de geolocalización? ¿A quiénes? ¿A todos los franceses?, ¿A los que se encuentren en la zona de los disturbios?, ¿también a los periodistas que están informando?…  Ante un problema social de fondo no se puede responder sólo con censura. Habrá más protestas en el futuro, quiz de otra naturaleza, justa o injustas, quizá pacíficas, pero si un Gobierno democrático tiene la potestad de “anular” de alguna manera los canales de comunicación, quizá se convierta en algo menos democrático. El día en que Francia adopte medidas más propias en China o Rusia, por poner dos ejemplos, a lo mejor el oasis de libertades de la UE se tambalea.

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