La semana pasada presenté en Madrid la Cumbre Mundial sobre Igualdad de Género en la Aviación. El evento, impulsado por la Organización de Aviación Civil Internacional con el apoyo del Ministerio de Transportes de España y la Fundación Enaire, trajo a la capital a más de un millar de personas llegadas de todo el mundo. La pujante África estuvo muy bien representada con delegadas y directivas del sector llegadas de buena parte de sus 54 estados. Personalidades del mundo aeronáutico con mucho que decir y que han roto techos de cristal. Mujeres, en definitiva, que incluso en el siglo XXI han sido pioneras en algunos cargos y profesiones que aun eran terreno exclusivamente masculino.
Para llegar a España, varias representantes de estos países me contaron que habían “pasado de largo” sobre España, para poder regresar luego desde aeropuertos como Paris, Londres, Ámsterdam o Bruselas. Desde esas capitales hay vuelos directos a muchos destinos africanos, e incluso algunas habían dado un rodeo hasta Turquía o países del golfo pérsico para luego tomar un vuelo hasta Barajas y llegar a la sede de la cumbre: el Marriot Auditorium.
Sus historias viajeras me recordaron a algunas vividas en primera persona. Por ejemplo, hace 12 años para ir de Dakar a Barcelona pasé por Paris sobrevolando Barcelona. Reconocí en pleno vuelo la zona donde vivo aun de madrugada y llegué finalmente a casa a media mañana. A finales del año pasado sucedió algo similar, aunque por lo menos no volví a pasar de nuevo horas más tarde por encima del lugar desde donde salí. El caso es que, para ir a Sudáfrica y Namibia, fui al norte, hasta Frankfurt, para enlazar con un vuelo de Lufthansa hasta Ciudad del Cabo. De regreso, desde la misma ciudad en el extremo sur de África, regrese a España pasando de nuevo de largo, vía Zúrich, Suiza. Fue con Edelweiss, filial de Swiss y por tanto otra compañía del grupo Lufthansa.
Recuerdo que, en un viaje anterior a Sudáfrica, antes de la pandemia, volé directamente desde Madrid a Johannesburgo con Iberia a bordo de uno de sus Airbus A340. Aun sabiéndolo, me llamó la atención que, tras un viaje tan largo, de más de 8.000 kilómetros, no tuve que cambiar la hora en el reloj… ni en mi cabeza. Noté lo positivo que era no tener que cambiar de huso horario tras tanto tiempo de vuelo. Pensé en lo cómodo que es volar sin escalas y también en lo bueno que es volar en la dirección lógica hacia tu destino final. Para ir a África hay que volar al sur.
Pues bien: desde hace algunos años la compañía española de IAG ya no llega directamente a la ciudad más grande de Sudáfrica. Volando en propio, esta aerolínea tiene a Dakar y su flamante nuevo aeropuerto Blaise Diagne como destino más meridional en el continente, donde además vuela a Marruecos, Argelia y Egipto. Hasta hace un tiempo también mantuvo los vuelos a Malabo, aunque las delicadas relaciones con Guinea Ecuatorial enfriaron el interés de Iberia en volar allí.
No solo vía Europa
Ante este escenario uno se plantea: ¿De verdad no hay otro remedio que volar al norte para volver al sur, desandando lo volado y alargando el tiempo de viaje para bajar (geográficamente) a África desde España? Analizando las posibilidades, si es posible optar por aerolíneas que no pasen por Europa o den amplios rodeos por el Mediterráneo oriental. Casablanca, como hub de la Royal Air Maroc, es un aeropuerto muy bien posicionado para volar al oeste africano, una red que llega desde Nouackchott, en Mauritania a Kinshasa, en la República Democrática del Congo, que es el punto mas al sur al que llegan los aviones de la RAM.
Por otro lado, aprovechando el mercado potencial al sur del sur de África, el año pasado la TAAG, aerolínea estatal de Angola, añadió Barajas a su red internacional. Madrid es el tercer aeropuerto al que vuela en la península ibérica tras Oporto y Lisboa. Este último es un destino histórico, pues Angola fue colonia y ‘provincia de ultramar’ portuguesa hasta noviembre de 1975. La independencia del país supuso el despegue de su compañía aérea, que empezó a volar en 1940 como la clásica compañía aérea colonial africana dedicada a realizar saltos entre aeródromos del territorio y los países cercanos.
Hoy, la TAAG Angola Airlines o Linhas Aéreas de Angola está muy lejos de aquellos vuelos de corto alcance en aviones Dragon Rapide, DC-3 e incluso Fokker 27. Actualmente para las operaciones regionales tiene cinco aviones Dash 8-400, turbohélices canadienses construidos entre 2020 y 2022. Para las operaciones de medio alcance tiene varios aviones 737 de ultima generación y para los vuelos de largo alcance, como los destinos europeos y algunos africanos de alta demanda, tiene varios Boeing 777 muy bien configurados interiormente. Estos están reforzados con Airbus A330 de Hi-Fly, la compañía aérea de los Mirpuri, familia portuguesa con larga relación con la aviación. Las próximas incorporaciones a la flota serán media docena de Airbus A220 para los vuelos de corto y medio alcance y se está planteando entre Boeing y Airbus la mejor opción para la siguiente generación de aparatos de largo alcance.
Liderazgo español
Desde octubre de 2021, las líneas aéreas de Angola tienen a un español como CEO: Eduardo Fairén. El gobierno con sede en Luanda ha encargado a este antiguo aviador militar y luego comercial, convertir a la aerolínea estatal en una empresa cada vez más potente, con una red más extensa y tejer alianzas comerciales sólidas, como es el caso de Iberia, con la que firmó acuerdos de código compartido para poder enlazar por el hub de Madrid a diferentes destinos en España y Europa.
Fairén, que lleva 40 años en esta industria y fue quien convenció y mejor aconsejó a Carlos Muñoz para fundar Vueling, está haciendo un muy buen trabajo desarrollando un hub estratégico en la capital de Angola para poder potenciar el turismo corporativo y de ocio en la subregión del África Austral. De hecho, desde la apertura de la línea de Madrid, TAAG se ha convertido en la mejor manera de llegar desde España a países tan interesantes como Sudáfrica (vuela a Johannesburgo y Ciudad del Cabo), Namibia, un país tan joven como maravilloso que merece la pena conocer y, por su puesto la propia Angola.
Y como los lugares y las empresas los hacen las personas, me gustaría destacar al mejor fichaje posible para la dirección comercial y de marketing de TAAG en España: Marimar Laveda, otra histórica de la aviación en nuestro país. Laveda fue trabajó durante 18 años para Qatar Airways en desde Madrid, llegando a ser la Country Manager de esta compañía para España, Portugal, Grecia y Chipre. Con ella la compañía con sede en Doha creció exponencialmente en, multiplicando sus vuelos en Barajas y El Prat. Esta catalana licenciada en derecho y máster en marketing también pasó por puestos de responsabilidad en Virgin Atlantic, American Airlines, viajes El Corte Inglés y la griega Olympic Air. Ahora, trabajando para este interesante proyecto y reto en el sur de África, el continente en el que más crecerá la aviación en los próximos años tras Asia, esta ejecutiva está feliz y muy ilusionada con lo que está por venir. No es para menos.