Opinión Kerman Romeo

Falló el papel higiénico

Todo el trabajo para construir una experiencia de diez puede irse por el retrete en un segundo.
Cola para acceder a Mad Cool 2023. (Foto: @StopMadcool_23)

En los seis años en los que trabajé en Pernod Ricard, compañía distribuidora de bebidas espirituosas, tuve la oportunidad de organizar decenas de eventos. Con los años, descubrí que la clave de los mismos no era tener una buena actuación o un espectáculo increíble; eso era importantísimo, por supuesto, pero lo que marcaba la diferencia era que todas las fases del proceso fuesen como la seda, cuidar todos los detalles y que los puntos de fricción no quemasen. Por eso eventos como el Mad Cool pueden tener el mejor cartel, pero ganarte la categoría de festival, como el BBK Live, es otra cosa.

Fernando Alonso era quien se encargaba del cotarro de los eventos en mi anterior empresa. Sí, se llamaba como el Nano y también era espídico, pero no conducía un Aston Martin. Recuerdo que una vez me contó una anécdota sobre un evento de una conocida marca de licores. Resulta que era la típica acción de marca moderna, en una mansión a las afueras de Madrid a la que llevaban a los invitados en autobús, repleta de influencers y de gente emperifollada (qué lástima que escribamos tan poco esta maravillosa palabra). El evento en cuestión debió ser, según me contó, maravilloso. Sin embargo, a FAS, como lo llamábamos, lo que se le quedó grabado en la cabeza fue un error que le sacó de la experiencia, tanto al ir, como al volver. En la radio del autobús estaba sonando Cadena Dial. Un evento que habrían firmado los Black Eyed Peas, pero aderezado con la banda sonora de Merche.

Pensé en esta anécdota tras recibir un audio de un buen amigo que había viajado desde Madrid a Bilbao para asistir al BBK Live. Me decía que le había pasado algo que era “muy para tu status de los lunes”. Al parecer, estaba alojado en un muy buen hotel de la ciudad y había llegado con algo de tiempo para acicalarse. Había buenas marcas de jabones y champús y la ducha era “espectacular”. Para subir algo más ligero la cuesta de Kobetas, también hizo uso del excusado, que para su alegría era un retrete inteligente repleto de chorros de agua. No le pregunté por qué, pero también necesitó papel higiénico y ahí llegó su drama. “Todo era un diez, pero fallaron en la guinda, el papel era finísimo y se rompía, parecía de marca blanca de supermercado malo”.

Entendí lo que me decía mi barbudo amigo. Cuando todo va mal, a nadie le sorprende que los detalles, incluso los más accesorios, fallen. Pero, cuando una experiencia está siendo sublime, uno no entiende que lo rompa algo que debería no llamar la atención. Por favor, que un papel higiénico más digno en un hotel así no agujerea la cuenta de pérdidas y ganancias. Como tampoco la machacaba poner un hilo musical acorde a la fiesta a la que fue Fernando Alonso. Todo el trabajo para construir una experiencia de diez puede irse por el retrete en un segundo.

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.