Música recomendada para la lectura: El progreso, de Roberto Carlos.
Tras unas muy intensas semanas de trabajo y saltos al otro lado del charco, por fin, consigo hoy ordenar un poco la mesa. Mientras coloco la cosecha 2022 de las icónicas “Meninas” (saleros/pimenteros) que Iberia incluye en el menaje de sus viajes transoceánicos, pienso en todos los humanos que han podido cruzar el Atlántico desde tiempo inmemorial. El primero que me viene a la cabeza, como no, es Cristóbal, un viajero que apostó por la movilidad sostenible, como elemento de progreso y cohesión, basado en el consenso, con respeto a los ciudadanos otorgándoles derechos y obligaciones.
Seguramente influenciado por los documentos y contratos que estoy archivando, me vienen inmediatamente a la cabeza otros precursores de la sostenibilidad, defensores del medio ambiente y principales causantes de nuestra actual forma de ver el mundo. Carlos y Alejandro, fueron otros dos europeos, también hispano parlantes, que cruzaron el Atlántico para recorrer gran parte de América confirmando que los grandes saltos del conocimiento humano siempre han estado relacionados con un gran viaje.
A veces poco recordados, dictaron teorías de plena actualidad. Alejandro Von Humboldt, por haber sido, ¡hace ya más de 200 años!, uno de los pioneros en advertir sobre la influencia y transformación del clima en las distintas regiones del mundo. El cambio climático, vamos. Y CarlosDarwin, con su “Teoría de la Evolución” y del “Origen de las Especies” demostró cómo los organismos deben responder a los estímulos ambientales y que los animales de una especie compiten entre sí por comida, refugio y por la capacidad de reproducirse. Interesante…
Las memorias de sus viajes (muy recomendables El viaje del Beagle o Historia del Almirante) y sus estudios científicos ayudan a entender mejor el alcance de la mayor conversión de deuda por naturaleza realizada hasta la fecha, cerrada por la República del Ecuador hace pocos días.
Se trata de un acuerdo histórico ideado para recaudar fondos destinados a proteger la Reserva Marina de Galápagos y la nueva Reserva Marina Hermandad que juntas suman 198 mil kilómetros cuadrados de superficie. Dicho de otro modo, un instrumento financiero que permite a los países ricos en biodiversidad liberar recursos para destinarlos a hacer frente a la crisis climática y la adopción de medidas para proteger la naturaleza, al tiempo que pueden centrarse en otras prioridades de desarrollo sin desencadenar una crisis en las cuentas públicas.
Como los mensajes reiterados de los científicos, estos instrumentos existen en diversas formas desde hace décadas y, tras los recientes acuerdos de Barbados, Belice y Seychelles, y este último de Ecuador, podrían ser más países, especialmente los que aparecen en primera línea del cambio climático, los que podrían estar considerando su utilización para fortalecer la resiliencia y la pérdida de biodiversidad natural, en un momento en que el financiamiento escasea.
Por tanto, la idea no es nueva, pero su origen y, más aún ejecutarla, tiene mucho mérito. El objetivo fue muy ambicioso, y anunciarlo tenía una baja expectativa de cumplimiento. Es habitual en las «COP‘s». En la 26ª de Glasgow, fue trending topic la promesa de garantizar recursos a perpetuidad para administrar y fortalecerlas áreas protegidas de Galápagos.
El resultado final, ahora ya por todos conocido, de conservación a perpetuidad de un tesoro del planeta como el archipiélago de las Galápagos incorpora relevantes novedades que han permitido alcanzar el éxito y la diferencian respecto de las operaciones precedentes, especialmente las relacionadas con la sostenibilidad azul. Unos factores de éxito que, además, coinciden en muchos aspectos con las ideas y argumentos que caracterizaron los trabajos de los pioneros de la sostenibilidad de los siglos precedentes.
El primero, que todos los proyectos hasta aquí mencionados contaron con el protagonismo de los mejores científicos. La sostenibilidad debe ser una cuestión eminentemente científica, por mucho que otros intenten protagonizarla.
En segundo lugar, la existencia de un necesario consenso. La sostenibilidad es un problema de todos, un trabajo colaborativo de la sociedad civil, los sectores productivos, y los gobiernos. A Humboldt debemos la idea de que la naturaleza es un ente interconectado, un organismo vivo y que nosotros somos parte de la naturaleza, aunque a veces parece que se nos olvida… El cambio climático y la degradación medioambiental son un problema global que necesita la cooperación de todos. Que requiere el compromiso y participación de los humanos, pero sin olvidar algo muy relevante que dicen que dijo el Jefe Seatle defendiendo las reservas de los indígenas en Estados Unidos en el año 1854, “la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra”.
Otro argumento clave común, hoy en día y hace dos siglos, es la combinación de dos materias abocadas a entenderse: finanzas y sostenibilidad. La sostenibilidad se financia o, mejor dicho, la transición a la sostenibilidad necesita financiación. Colón necesitó la financiación pública de Castilla, Humboldt financió su viaje a América con sus propios recursos trabajando para la Corona española en América, y Darwin, tuvo que trabajar para la Armada británica como agregado científico del Beagle, además de recurrir a su familia para financiar sus largos viajes de investigación.
En el caso de la operación de Ecuador, se ha conseguido la mayor movilización de capital nunca vista para impulsar proyectos que impacten favorablemente en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y en la economía azul. Un ejemplo para que la comunidad internacional se una en la protección de la biodiversidad oceánica. Los océanos representan el 70% de la superficie de la Tierra y generan aproximadamente la mitad del oxígeno que respiramos.
En definitiva, como sucedió en el pasado, para este fantástico viaje se ha necesitado a los mejores científicos, un paquete financiero adecuado, la participación de la sociedad, una disciplina de trabajo y, muy importante, un auténtico liderazgo político capaz de llevar a la nave al mejor puerto. Las Islas Galápagos, en pleno Océano Pacífico, epicentro de los estudios de Darwin, protagonizan así una operación financiera que demuestra el potencial de América Latina y Caribe en general, y de Ecuador en particular en materia de biodiversidad. Igualmente han demostrado al mundo que sí es posible contribuir con acciones de impacto real a la tan anunciada transición ecológica.
Y ha sido posible, como hicieron los tres influencers protagonistas de estas líneas, hablando una lengua común. Es conocido que el británico Carlos Darwin hablaba español, aunque con mal acento. Como han afirmado sus biógrafos, de no haber sido así, hubiera sido imposible que conociera tantos detalles de especies locales de Latinoamérica, que le transmitían los guías y las gentes de los lugares que visitaba. Lo mismo le sucedía a Humboldt cuando escalaba el Chimborazo o el Pichincha en Ecuador.
¡Y no fueron los únicos! Me encanta la banda sonora del artículo de hoy. Soy un apasionado de la música que permanece en el tiempo y no pierde vigencia. Parece que hemos inventado la sostenibilidad hace cuatro días, pero hemos de recordar que ya hace varios siglos unos auténticos expertos científicos exploradores, y Roberto Carlos, algo más tarde en 1976, vienen anunciando reiteradamente los desastres de un progreso mal encarado y varias generaciones que repiten el mismo estribillo sin que parezca que, quienes «mueven los hilos» parezcan querer escuchar. En Andalucía dirían “mucho lirili y poco lerele”.
Películas recomendadas:
The Last Adventure of the Gandul – La Última Aventura del Gandul
*Jesús Mardomingo, socio de Dentons Abogados y director del Curso de finanzas sostenibles del Instituto de estudios Bursátiles IEB.