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Paradigma

Para entender el presunto cambio de paradigma que estamos viviendo, voy a recurrir al sistema operativo, que no es sino un programa mediante el cual procesamos las informaciones.
Interrogación bombilla pensamiento pensar
Foto: Nugroho Dwi Hartawan/Pixabay

Para entender el presunto cambio de paradigma que estamos viviendo, voy a recurrir a un término con el que estamos familiarizados: S.O. (sistema operativo). Un sistema operativo no es sino un programa mediante el cual procesamos las informaciones

Adaptando una frase atribuída a Einstein (los problemas creados por una mente nunca pueden ser resueltos por ésta), los problemas creados por un sistema operativo no pueden ser resueltos por el mismo sistema que los creó, sino que es necesaria una actualización. Es algo que hacemos constamente con nuestros teléfonos, tablets y ordenadores, luego, ¿por qué no hacerlo con nuestro procesador personal?.

El sistema operativo determina nuestra forma de operar, es decir, de interactuar con nuestra realidad. Por tanto, esta condicionado por nuestra idea de lo que es la realidad: nuestra realidad delimita lo que hacemos o dejamos de hacer, así como lo que pensamos o dejamos de pensar; al tiempo, compartimos una misma realidad con todos los demás, de modo que todos nos reafirmamos en ella (excepto aquellos a quienes consideramos dementes).

Esta idea de la realidad compartida por la colectividad es lo que considero el paradigma.

Y a cada paradigma corresponde un sistema de operar.

El paradigma es algo así como el tablero de juego, y el sistema operativo, las reglas para jugar.

Desde esta interpretación, se puede plantear el siguiente razonamiento: el tablero de juego de los últimos tres siglos ha sido el del materialismo, que partía de que el único espectro de nuestra realidad es el mundo físico, que es verificable. Esta premisa, que se aceptó colectivamente como una verdad única, establecía una clara frontera: la de lo que se puede verificar como físico o material. Es decir, que el espectro de la realidad estaba limitado no solo a lo material, sino a lo verificable.

En líneas generales sigue siendo así, pero el ámbito de lo verificable se va expandiendo conforme evolucionan los mecanismos de verificación -como ha sucedido con el bosón de Higgs (quien, de haber postulado su teoría unos siglos atrás, habría ido a la hoguera)-.

El tablero de la primera revolución industrial era el de un capitalismo productivo, centrado en el producto, que respondía a los primeros presupuestos del materialismo (basado en las teorías científicas de Newton y la teoría económica de Adam Smith).

Sin embargo, a lo largo del siglo XX ese escenario se ha ido desplazando de lo productivo a lo financiero, de lo físico a lo intangible, concluyendo con la implosión de internet a finales de siglo, una puerta de entrada directa a lo virtual. 

Es algo que ha sucedido en todas la áreas: el dinero dejó de tener un referente matérico, el patrón oro, en los años setenta; la econolas fuentes de energía fósiles están siendo sustituídas por la electricidad y los sistemas regenerativos (eólica, geotérmica, solar, y en un futuro próximo, la fisión nuclear); las comunicaciones abandonaron los soportes físicos y se transmiten por ondas, mediante satélites; incluso los espacios de comunicación e intercambio han comenzado a ser virtuales. Visto desde esta perspectiva, la pandemia ha consagrado esta nueva era.

¿No implica todo esto un cambio de paradigma? ¿Y, por tanto, un cambio de realidad?

Históricamente, podemos localizar una secuencia de cambios que suelen producirse cada varios siglos: de la teocracia de la baja edad media al humanismo y el renacimiento, de éste al racionalismo y el materialismo consecuente, y de éste al futuro que ya se ha hecho presente.

Un cambio de realidad despierta incertidumbre y ansiedad, ante lo cual se generan tres tipos de respuesta posible: aceptar la nueva realidad y actualizar el sistema operativo; negarla y luchar contra los cambios; o desentenderse evadiéndose en toda suerte de entretenimiento o adicción. Las dos últimas respuestas nos son muy familiares (el negacionismo y sus teorías conspiratorias, por un lado, y la abducción por los videojuegos, series y otros señuelos que ha desarrollado la industria de la evasión, por otro), y ambas  generan un círculo vicioso: cuanto más negamos o nos evadimos del problema, más se acrecenta la ansiedad, lo cual nos lleva a reafirmarnos en la pauta viciada.

Siguiendo con la metáfora, a un nuevo tablero de juego corresponden unas nuevas reglas de juego. Pero un nuevo tablero de juego implica que las antiguas reglas dejan de ser operativas, es decir, que hay que desarrollar un nuevo sistema con el que operar.

Para lo cual hay que tomar consciencia.

A esta dirección apunta el Diseño consciente, que explico en el siguiente artículo.