Opinión Eugenio Mallol

El futuro se reunía a 10.000 kilómetros del MWC

En la ciudad californiana de San Diego se ha celebrado un evento de la Sociedad Internacional de Óptica y Fotónica (SPIE) mientras el MWC ocurría en Barcelona.

Mientras en el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona el sector TIC europeo hacía malabares para salir bien parado de la batalla comercial entre Estados Unidos y China, a 10.000 kilómetros de distancia, en la ciudad californiana de San Diego, se decidía verdaderamente su futuro en un evento de la Sociedad Internacional de Óptica y Fotónica (SPIE).

Recuerdo la impresión que produjo entre quienes almorzábamos con él en Madrid escuchar al español José Carlos Martínez Sabater, en aquel momento director mundial de estrategia y planning para partners de Intel, decirnos que su empresa buscaba especialistas en litografía. Una tecnología heredera de técnicas antiguas y popularizada a partir del siglo XVIII en Europa que ahora genera toneladas de conocimiento en los principales centros científicos del mundo. De eso hablaban en San Diego los directivos que lideran los equipos de investigación de Meta, Google, Intel, NVIDIA y hasta el presidente de ASML.

Mientras tanto, en Barcelona, los nueve pabellones de Huawei ponían en evidencia la discreta contratación de espacios por parte de los gigantes norteamericanos y dejaban al principal anfitrión local, Telefónica, en una situación comprometida. Nadie que quiera operar en territorio OTAN en un sector estratégico, con implicaciones en el ámbito de seguridad, puede utilizar hoy componentes (e incluso materias primas, en algún caso) que provengan de China. Basta leer los requisitos para obtener una certificación como contratista de Defensa. Y las telecomunicaciones son, en ese sentido, muy estratégicas.

José María Álvarez-Pallete ha salido honrosamente del desafío, y con él los operadores de telecomunicaciones europeos, gracias al proyecto GSMA Open Gateway, una puerta de acceso universal que conecta los servicios de la nube con las redes móviles de última generación. Suena bien como fórmula para popularizar el futuro internet inmersivo y la Web3, y ha recibido la bendición de nombres propios como Satya Nadella, CEO de Microsoft, y Amazon Web Services.

El presidente de Telefónica ha captado también la atención mediática, y la del comisario europeo Thierry Breton, abanderando una propuesta para gravar a las grandes corporaciones de internet por el uso de la red. Una petición que causa estupor entre los directivos de aquellas: “qué sería de las operadoras sin el tráfico que generan nuestros contenidos, deberían haber invertido más en innovación”, se decía en alguna de las oficinas ‘secretas’ en las que se han celebrado reuniones fuera de focos los días del MWC en Barcelona. Y no les faltaba razón.

De hecho, en San Diego estaban los proveedores de hardware, de software y de contenidos de esas compañías de telecomunicaciones europeas que ahora lamentan su suerte. De modo que, volviendo a lo realmente sustancial, ¿de qué han hablado los invitados de la SPIE? Para empezar de la pervivencia de la Ley Moore. Cada dos años, los chips se han vuelto aproximadamente cuatro veces más eficientes, dice el presidente y CTO de ASML (¿anunciará pronto su planta en España?, eso parecía cocinarse a finales de 2022), Martin van den Brink.

Para poner en contexto, una máquina de litografía ultravioleta extrema (EUV) de la neerlandesa ASML, líder mundial absoluto en su producción, cuesta alrededor de 140 millones de euros. Su modo de actuar es fascinante. Genera cada segundo 50.000 gotas de estaño fundido que son disparadas con láser dos veces: una, para darles la forma de una pequeña lata; y otra más, para vaporizarla en un plasma que emite la radiación ultravioleta. Esta se enfoca en un haz y rebota a través de una serie de espejos tan lisos que, si ocuparan todo el territorio de Alemania, su espesor no superaría un milímetro.

La de ASML se ha convertido en la tecnología clave para fabricar chips de última generación. De ahí que al estallar la pandemia se abriera el debate en EEUU de si debía darse a China acceso a ella. Van den Brink asegura en San Diego que las tecnologías de aprendizaje profundo (deep learning), una variante de la inteligencia artificial, “nos están salvando”. Pueden hacer posible lo que se conoce como híper-NA (apertura numérica), hasta ahora considerada una utopía en ingeniería. Cuanto mayor es la NA, más alta es la resolución en la impresión.

A seguir el desafío planteado por Richard Farrell, ingeniero de integración de Meta Reality Labs, sobre los combinadores que permiten superponer la imagen artificial y la real en dispositivos de realidad virtual y aumentada. Su eficacia depende de unas guías de ondas, unas estructuras que dirigen la luz directamente a un punto, en este caso el ojo. Se obtienen, cómo no, con litografía de nanoimpresión. Y en eso andan enfrascados los ingenieros de Zuckerberg.

A Bernard Kress, director de ingeniería XR en Google, le trae de cabeza cómo apilar los sistemas ópticos, cada vez más pequeños y livianos, que usaremos en esos nuevos dispositivos de realidad virtual y visión artificial. La litografía podría servir para fabricar esas nuevas estructuras utilizando un enfoque integrado, conceptualmente similar al de los circuitos integrados. Aún no hay una propuesta de solución tecnológica al problema claramente ganadora.

NVIDIA está convencida de que la solución a los problemas de precisión que va a provocar el crecimiento en la capacidad de los semiconductores basados en silicio se encuentra en la computación acelerada, una de sus grandes apuestas. Así lo expone su vicepresidente del Grupo de Tecnología Avanzada, Vivek Singh. Se trata de hardware diseñado para desatascar, habitualmente con procesamiento paralelo, el trabajo de los procesadores que actúan en serie, los CPU. La utilizas ya en el móvil.