Opinión Andrés Rodríguez

¿Por qué nadie escribe sobre alta fidelidad?

Cada semana compro varios kilos de revistas, por gusto y por formación profesional. Las temáticas son peregrinas. Aunque no hay una revista de alta fidelidad de referencia y la oferta está muy atomizada, mis favoritas son las inglesas Hi-Fi News, What Hi-Fi (con sus premios que siempre son un referente) o Hi-Fi Choice.
La espectacular 800 de Bowers and Wilkins.

No recuerdo bien la semana exacta, pero debió ser en torno a la irrupción del iPod, hace 22 años, cuando los dominicales olvidaron informar sobre las novedades de alta fidelidad y renunciaron al territorio. Craso error. ‘El colorín’, como en el oficio apodamos a las revistas de fin de semana de los diarios, fue clave en la masificación del audio de calidad en los hogares españoles.

Los dominicales abandonaron las reseñas de Hi-Fi, como también se retiraron de la jardinería. El descenso de paginación ante la dramática bajada de tiradas y el bombardeo continuo de novedades pudo haberles hecho pensar que ese terreno mejor se lo dejamos a internet.

Es cierto que en la red de redes abundan especialistas en alta fidelidad con blogs o cuentas de Tik Tok que ofrecen sobre todo pruebas de producto y el ya famoso unboxing (desembalaje de producto filmado para poner los dientes largos a los
seguidores), pero las audiencias son distintas.


Cada semana compro varios kilos de revistas, por gusto y por formación profesional. Las temáticas son peregrinas. Aunque no hay una revista de alta fidelidad de referencia y la oferta está muy atomizada, mis favoritas son las inglesas Hi-Fi News, What Hi-Fi (con sus premios que siempre son un referente) o Hi-Fi Choice. Ninguna tiene el glamour de la ya desparecida Audio, con sus portadas elegantes, llenas de ideas para hacer de un piso de soltero un pequeño museo de la vanidad. Merece la pena comprar algún viejo ejemplar de los sesenta de la revista en Ebay, aunque uno ya no busque imitar a Woody Allen (87 años) en Sueños de un Seductor.


A continuación algunas pinceladas del sector. La tendencia ‘retro’, que todo lo invade, pega fuerte en el Hi-Fi. Ahora en los bares se ha puesto de moda tener platos y cajas retro. Nada de presumir del último modelo. Eso no mola. Unas viejas cajas JBL Modelo 430 y un Technics usado ya sirven para vender las copas más caras. Dos baretos para ilustrar la tendencia en Madrid: Los 33, frente a la librería Antonio Machado en Salesas, y el Gota Wine en la calle Prim. Aún falta en el foro ese bar de hifi tipo salón para escuchas más atentas. Quizá nadie lo abra porque parece incompatible barullo y sonido reposado.


Si la estética retro es la que te vacila no dejes de comprarte Hi-Fi, The Historicistas of High-End Audio Design, de Gideon Schwartz que ya había publicado Revolution. The History of Turntable Desing, los dos para Phaidon.
De la estética retro bebe la firma americana McIntosh de amplificadores, etapas de potencia y giradiscos, con su color azul eléctrico, su tipografía de pixels, los vúmetros bailarines y su sonido cálido de válvulas.

¡Ojo qué se calientan y te quemas! Lyric Audio Elite, en Aguilar de Campoo -sí, has leído bien, donde las galletas- ha sido su distribuidor en España y saldan algunos aparatos. Veremos quién se encarga ahora de la distribución de uno de los amplificadores más cotizados del mercado. Espero que mejore también su servicio técnico.


Si eres más de sonido inglés, de la excelencia de las cajas acústicas de Bowers and Wilkins con su espectacular Nautilus en forma de trilobite (68.000 euros), apunta que merece la pena celebrar el 50 cumpleaños de la firma NAD. Fundada en 1972 por el Dr. Martin L. Borish, celebró a finales del 2022 las bodas de oro del amplificador NAD 3020, que, según sus palabras, “cambió la industria de la alta fidelidad”.

Merece la pena también echar un vistazo al documental conmemorativo que encontrarás en YouTube. NAD es la abreviatura de New Acoustic Dimensión (una nueva dimensión acústica), me encanta el nombre. Si tienes en casa un 3020, con el clásico diseño de Bjørn Erik Edvardsen, le estás gritando a tus visitas que de HI-Fi andas enterado.


Para los estetas,- todo buen aficionado a la alta fidelidad es un interiorista en potencia-, la danesa Bang Olufsen sigue defendiendo su liderazgo del diseño y el interiorismo ¿Por qué ? Es fácil. Olufsen se dirige a un mercado mucho más grande, el de los aficionados que están dispuestos a gastarse un buen puñado de miles de euros pero quieren que su inversión se disfrute mientras no suena. Parece raro, pero es así ¡Cuántos hoteles tienen un audio Bang Olufsen- y también ahora un Marshall- solo para hacer la habitación, o el lobby, más molón! Me guardo esta idea para otro artículo dominical en El Español.

“Los Diez Mandamientos del audio molón”. Olufsen ha comercializado este año con bastante éxito el Balance, un cilindro para salones y oficinas de eficacia probada y diseño moderado. Hay muchos potenciales clientes de la firma que se asustan cuando el diseño es muy agresivo. Su pieza cumbre, en competencia con la de Bowers, son las cajas Beolab 90, (8.200 vatios por altavoz. 18 altavoces. 14 canales… que sé yo), que George Lucas (78 años) podría haber incluido en su trilogía sin modificar apenas una línea el guión. El precio, 105.000 del ala. La pareja, eso sí.

Siempre hay nuevas aventuras en el mercado de la alta fidelidad que lucha hasta el infinito por el mejor nuevo diseño o el sonido perfecto. La última, la de uno de los fundadores de Etsy, el portal de venta online de productos retro con estilo, Rob Karin, que está detrás de Ara, -que significa ‘Altar’-, una nueva marca de altavoces como no con formas icónicas.

La parte de ingeniería la firma William Cowan, un ingeniero cuyo currículum figura en el departamento de recursos humanos de la NASA. En colaboración con los fabricantes alemanes de Avantgarde, con sus altavoces trompeteros, o los esculturales Oswald Mill Audio, Ara, -a partir de 5.000 dólares-, llega estos días al mercado y el Wall Street Journal ya se ha hecho eco de su nacimiento ¿adivinas dónde? en su revista dominical.

En el software, TIDAL es sin duda lo mejor, aunque su motor de búsqueda no sea tan eficaz como el de Spotify, tener acceso a los masters de miles de grabaciones merece los 25 euros mensuales que cuesta.

Y para los amantes del vinilo, entre los que me cuento, apunten Vinyl me o Mobile Fidelity Sound Of Music, que licencian los masters a las grades editoras y vuelven a prensar el vinilo de manera artesanal, lo están haciendo bien. Ambos son clubs de suscripción y pasto de coleccionistas a una media de 50 euros la copia. ¡Quién se lo iba a imaginar! Si tienes paciencia y crees que tu vieja colección de vinilos está llena de tesoros comprueba sus primeras ediciones en Discogs. Quizá te sorprendas.
Y ya cuando lo tengas todo conectado sonando el Take Five de Dave Brubeck o el Adagio de Albinoni, rescata High Fidelity de Nick Hornby para releerlo y sube los pies al sofá.

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