De los Pirineos al Himalaya, de Benasque a Japón, desde Huesca a todo el mundo gracias a internet. José Barrabés, el fundador de Barrabes.com, falleció recientemente en estas Navidades. José Barrabés fue uno de los grandes pioneros del comercio por internet. Abrió pista en la nieve virgen del negocio online en España cuando nadie se deslizaba por esa pendiente, aún por descubrir.
Barrabés regía en los 80 un pequeño bazar en Benasque, pueblo al que llegó su familia hace ahora un siglo. En la tienda se vendía casi de todo, desde productos de regalos a zapatos, quesos de la zona y artículos de senderismo. A finales de los 80, con la apertura de la estación de esquí de Cerler, se fue especializando en accesorios de montaña y nieve. Encontró su lugar en la cordillera del negocio online cuando recibió la visita de Pedro Pascual, físico y responsable del Centro de Ciencias de Benasque. Pascual le enseñó a él y a sus hijos lo que era internet y los Barrabés vieron el futuro de la era digital y del comercio online.
El primer pedido de material de montaña y de esquí por internet llegó desde Japón. Fueron 250.000 pesetas y era 1995, apenas cinco años después de la creación de la triple WWW por Tim Bernes-Lee.
El caso de Barrabés.com es un claro ejemplo de cómo un buen aprovechamiento de la tecnología y de la digitalización rompe barreras y amplía el ámbito de negocio de un pequeño comercio local. La red de redes logra superar cualquier pico de 3.000 metros y transforma una tienda de pueblo en un negocio global. El éxito de Barrabés.com fue de tal magnitud en el mundo del esquí y de la montaña que los grandes productos y distribuidores estadounidenses del sector organizaron un boicot contra la compañía aragonesa. Los oscenses no se arredraron y contraatacaron con más encono y esfuerzo en las ferias especializadas.
La inversión en tecnología es fundamental para no quedar atrapado en un nevero de complacencia. El mundo digital cambia continuamente y el software necesita una actualización permanente, tanta como la renovación del material de montaña. La digitalización lleva a cambios de escenarios y de mentalidades donde no siempre es suficiente el avance técnico. Por ejemplo, en el caso de Barrabés la venta online pronto se acompañó de información especializada en montaña y esquí a través de una revista que también fue pionera en el sector, creó una comunidad de aficionados y clientes para incrementar el volumen de tráfico de la web. Y es que en internet el volumen y la información sí que importan para conquistar la cumbre y clavar la bandera del éxito.
Barrabes.com ha sido un precursor de la nueva realidad digital. La revolución digital aún está por hacer en este país dominado por las pequeñas empresas. El 90% del tejido empresarial español está conformado por pymes y esto, que para algunos políticos románticos puede ser un elemento de redistribución, también es un lastre para las grandes inversiones, como la digital. Hoy, el Gobierno se enorgullece de lo que considera un éxito con el Kit Digital de los Fondos Europeos para la transformación de las pequeñas empresas y autónomos. Hay más de 250.000 solicitudes para acceder a la ayuda. Los pequeños empresarios saben, como supo hace décadas José Barrabés, que la digitalización es la salvación del negocio. Pero de esas solicitudes, apenas se han sustanciado el 40% por culpa de los interminables trámites burocráticos.
En la transformación digital, en un buen aprovechamiento de la tecnología y de las oportunidades que aporta, recae una de las posibilidades de incrementar la adormecida productividad de la economía española. España ocupa uno de los últimos puestos de la Unión Europea en cuanto a productividad. En un mundo tecnificado competir sobre todo con sueldos bajos es un suicidio.
La digitalización y la reindustrialización son las razones que están detrás del “milagro” económico de algunos países del Este europeo como Chequia o los tigres bálticos. Chequia y Estonia han adelantado ya a España en PIB per cápita. Y es que la industria, la tecnología, en Chequia supera más del 20% del PIB. Y a Estonia se le puede calificar como el primer estado digital. Es un generador de unicornios como Bolt, Skipe, Pipedrive, Transferwise que corretean por todo el planeta. En Estonia todo se puede hacer por internet, menos firmar las escrituras de una casa, casarse y divorciarse. Es el mundo digital, sin fronteras, capaz de escalar cualquier montaña o navegar por cualquier mar, ya sea desde el Báltico o desde los Pirineos.