Opinión Kerman Romeo

LinkedIn

La plataforma cumple veinte años conservándose mejor que el resto de redes sociales.
Foto: inlytics|LinkedIn|Analytics Tool (Unsplash)
Foto: inlytics|LinkedIn|Analytics Tool (Unsplash)

Siempre se me hizo extraño considerar a LinkedIn una red social, pero quizá lo sea como ninguna otra. Uno piensa en ese concepto y le vienen a la cabeza el pajarito de Twitter, la decadente Facebook, Instagram o la pujante TikTok, normalmente no LinkedIn. Pero ahí está, más inalterable que el resto al paso del tiempo, aunque este mes de diciembre que está a punto de arrancar cumplirá ya veinte años, más que Facebook (2004) o Twitter (2006), aunque dé la sensación de que conserva mejor el pelo. Veinte años de conectar a gente profesionalmente y, por qué no decirlo, de muchas otras cosas que se narran a continuación y que, en muchos casos, beben del resto de plataformas.

Los más críticos de LinkedIn, que en 2021 tenía 303 millones de usuarios activos mensuales, le achacan que es una especie de Instagram profesional. Si en la citada red social, algo anclada en 2019, en mi opinión, siempre vemos al protagonista guapísimo o guapísima en unas vacaciones increíbles, sonrisa sempiterna y con un mojito en la mano, en LinkedIn parece que a todos nos va estupendamente en nuestros trabajos, en los que nos regalan piruletas o Fresquitos al llegar a la oficina y en los que no paramos de ganar premios. Soy el primero que comparte este tipo de material, tal y como la mayoría también lo hacemos en Instagram, con lo que entiendo que pueda generar cierta ansiedad. Todo no puede ser tan maravilloso, aunque a veces lo sea.

Hay otra cara de LinkedIn que me recuerda mucho a Facebook. Es toda esa legión de usuarios que emplea esta red profesional para hacer un copia y pega de mensajes inspiradores con historietas que difícilmente pasarían un detector de mentiras. Los conocerás perfectamente, son esos mensajes de este estilo: “Había un pescador en una remota isla del Pacífico que tenía una pequeña barca de madera. Un día llegó un pescador americano de la ciudad y le dijo que…”. He leído la misma historia 500 veces, tantas como mensajes turras, arcaicos y boomers observé en Facebook, siendo uno de los motivos principales para largarme hace ya varios años.

Quizá una de las vertientes que más me guste de LinkedIn sea su parte informativa, que la aproxima un poco más a Twitter. Me entero de muchísimas noticias de perfil económico y social a través de esta red social, descubro nuevas campañas y, sobre todo, me topo con opiniones interesantes sobre temas muy variados. Es como si fuese la sección de comentarios de un periódico, pero en serio y con menos troles, aunque también exista en LinkedIn un inframundo. Eso sí, millones de veces más pequeño que en Twitter, que huele a azufre, pero sigue siendo un placer culpable.

LinkedIn llega a los veinte años en forma, puede que porque sea la que tiene una función más clara: ayudarte a encontrar trabajo o a hacer que tu perfil sea más atractivo, pudiendo derivar en lo primero. En el camino ha bebido a sorbitos del resto de redes sociales, aunque sin llegar a intoxicarse, y mantiene algunos vicios terribles; personalmente, no puedo con los que celebran su aporte milagroso en hechos que ni siquiera les rozaron o los mensajes internos de “He visto que te gusta el big data (nunca me interesó), por eso te propongo que mañana a las doce hablemos de esta solución…”.

Sin embargo, con sus defectos, LinkedIn, al menos para mí, sigue siendo un lugar en el que aprender, aportar, inspirarse o sentir envidia para hacer más, siendo la envidia uno de los mayores motores de acción que existen. Y, si todo esto te pareciera poco, también tienes la historia del pescador, que igual te gusta.

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.

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