Opinión Eugenio Mallol

Argumentos para cambiar el Perte de los chips

No tiene sentido que cada país de Europa tenga fabs. La clave es estar en la parte de la cadena de más valor añadido.
Así son los ID con 1.000 billones de átomos que sustituirán a las contraseñas

Es el tema del momento en el sector tecnológico español: la grieta que ha abierto el Perte de los microchips. Hay dos visiones contrapuestas sobre la estrategia a seguir para que España se convierta en un actor en el quebradizo mundo de los semiconductores. Una promueve la instalación de centros de producción, las conocidas como fabs o foundries. De ese modo se atraerá a las actividades de mayor valor añadido, es decir, a los centros de diseño (fabless) y las industrias relacionadas como la fotónica integrada, el encapsulado, el segmento more than moore. La otra visión defiende justo lo contrario, es decir, potenciar primero la demanda con la seguridad de que eso atraerá a las fabs.

El Perte se ha decantado por la primera opción. Tres cuartas partes de los 12.000 millones de euros previstos se destinarán a apoyar la instalación de centros de producción de semiconductores… en principio. Porque conviene saber que el texto dice expresamente que no es la redacción definitiva. Será como se ha anunciado siempre que se confirme que es una opción viable. Si no es así, se revisará. Marca de la casa.

Ahora mismo, para la mayoría de grandes expertos en microelectrónica de nuestro país, algunos consultados en la redacción del Perte, sigue siendo una incógnita por qué se ha adoptado esta estrategia, e incluso si alguna fab tiene interés en instalarse en nuestro suelo. En efecto, todo indica que se ha anunciado una inversión de 9.000 millones sin tener ninguna operación atada. Ha habido quien se lo ha preguntado directamente a una de las grandes foundries y la respuesta ha sido: “no hay apenas demanda, la demanda de Europa no viene de España”. ¿El dinero mueve montañas en tiempos de Fondos de Recuperación?

Después de semanas de discreto silencio, varias empresas españolas de los sectores que tienen que repartirse el cuarto restante del Perte han estallado en público. Ha sido en el reciente V5G Days, un evento respaldado por la patronal TIC Ametic y celebrado en Valencia. Voces respetadas como las de los CEO y directivos de VLC Photonics, KDPOF, Analog Devices o Maxlinear, se desahogaron con frases como “hay vida más allá de las foundries” o “como españoles nos encanta cambiar radicalmente y pasar a hacer algo distinto”.

No se entiende que el Gobierno haya apostado por invertir 9.000 millones en fabs, el tipo de actividad que más dinero requiere para sus instalaciones, pero que menos margen de beneficio deja. ¿Cómo se explica, si no, que Europa y Estados Unidos sacaran en su día la producción de semiconductores al Sudeste asiático? Taiwán domina el suministro de chips, pero no es relevante en propiedad intelectual, en patentes. Está situada en un extremo de la cadena de valor, el menos importante en términos de rentabilidad.

Los chips que produce TSMC se diseñan fundamentalmente en alguno de los centros que posee el belga IMEC (Centro Interuniversitario de Microelectrónica) en los 90 países en los que está presente, pero fundamentalmente en sus instalaciones de Lovaina. Y la fábrica de Taiwán utiliza los sistemas de fotolitografía que crea en los Países Bajos el gigante tecnológico ASML.

Lo más sensato sería potenciar el área de demanda del sector de los semiconductores y establecer acuerdos con las fabs que se van a instalar en otros países europeos. El hecho de que Estados Unidos, que está llena de fabless, y la UE quieran recuperar la producción de los chips no responde a un criterio de rentabilidad, sino a que ha quedado demostrado el carácter estratégico de la producción.

Sin una industria potente de demanda, apostar todas las cartas a las foundries es como gastar todo el dinero instalando una empresa de ensamblado de iPhones en lugar de potenciar una industria propia de componentes y de software.

Conforme avance la revolución digital, todo estará conectado y eso significa que la microelectrónica estará presente en todo. Los desarrollos científicos en tecnologías cuánticas permiten ya vislumbrar una frontera más allá de la electrónica convencional y del debate sobre si hay mercado por debajo de 1 nanómetro. ¿Qué importa fabricar en Francia o en Alemania, incluso en TSMC? No tiene sentido que cada país de Europa tenga fabs. La clave es estar en la parte de la cadena de más valor añadido.

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