Opinión Cristina Romero

¡Penéeeeelope!

Primero, el Goya; luego, el Oscar. Ambos galardones se escaparon de las manos de Penélope Cruz, quien sí se ha hecho con el Premio Nacional de Cinematografía 2022.

A la tercera va la vencida. Y también computa todo eso de que no hay dos sin tres. En algún momento de este año Penélope Cruz (Madrid, España, 1974) –esa chica que salió disparada de un videoclip de Mecano a las garras de Almodóvar, y de ahí a Hollywood– ganara algo en su año laboral más pletórico.

El último Goya de la Academia no pudo ser. Como tampoco lo fue el último Oscar. Pero sí lo ha sido el Premio Nacional de Cinematografía 2022, un reconocimiento que le llega de forma unánime por el jurado encargado de entregar el premio, así lo ha anunciado el Ministerio de Cultura y Deporte a través de un comunicado.

«Por todos los éxitos cosechados en 2021», ha manifestado el jurado en cuestión. Que no han sido pocos, a pesar de que no hayan sido suficientes como para levantar unas estatuillas para quienes tenían que serlo. Un 2021 glorioso para su carrera, con una producción destacada hecha casi a medida por su buen amigo ¡Peeeeedro!, le valió la nominación a dos de los premios más importantes de la industria. Pero no pudo ser. Esto es, parece que su interpretación en Madres paralelas no fue tan dramática como los académicos de este y del otro lado del charco esperaban. Otra cosa es la crítica de a pie, a la que sí convenció.

Que Pe tenga una carrera excepcional no es el debate. Sin cuestionamientos, la española guarda en su filmoteca 50 películas y un puñado de buenos papeles. Pero a veces la casualidad no te quiere victoriosa. Aunque ella dirá que lo importante es participar y que una nominación ya es una victoria [imagínate más]. Y claro que lo es. Sólo ella puede presumir de ser la primera actriz española en ser nominada a un Oscar. Algo que ocurrió en 2006, cuando Volver, de Pedro Almodóvar, le valió una nominación a Mejor Actriz protagonista en los Globos de Oro y los Oscar. Aunque su debut profesional tuviera lugar muchos años antes con la película El laberinto griego (1991, de Rafael Alcázar) y comenzara su reconocimiento un año más tarde, con Jamón, jamón (de Bigas Luna).

Su salto a Hollywood llegó con Todo sobre mi madre (1999), la otra producción de Almodóvar que le hizo aterrizar en Estados Unidos con una ristra de celebridades esperando su turno para compartir papel protagonista con ella. Matt Damon, Nicolas Cage, Tom Cruise, Johnny Depp y Matthew McConaughey fueron algunos de ellos. Y de tantos. Su proyección internacional creció tanto como sus nominaciones a premios y sus apariciones en alfombras rojas, en las que no sabe si es Chanel quien cede todo el protagonismo a la actriz o viceversa.

Ataviada siempre con las mejores galas de la casa francesa, 30 años delante de las cámaras –bien en películas o en actos sociales– no son garantía de reconocimiento. Pero en el caso de Penélope sí lo ha sido. Con un Oscar, tres Goyas, un César de Honor, un David di Donatello, un Donostia, una nominada a los Emmy y a los Globos de Oro… el Premio Nacional de Cinematografía era uno de los pocos que le quedaban por alzar. Lo ha hecho gracias a «su labor de actriz icónica cuyo brillante legado enriquece el patrimonio cultural español», ha recalcado el Gobierno, y «sin olvidar que es una de las cabezas visibles de una generación, la de los años 90, que supuso una renovación del cine español».

Gracias a su versatilidad y enorme talento Pe ha sabido adaptarse a las distintas formas de hacer cine, que son muy variadas y diferentes si comparamos lo practicado fuera y dentro de las fronteras de nuestro país. También del suyo. Porque si de algo presume la actriz española más veces nominada de la historia de los premios Oscar, que no a los Goya, es de su nacionalidad. Por España y para España.

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