En una lejana galaxia, los baby boomers soñábamos con tener un solo empleador de por vida. Fresca en mi memoria, la mañana en la que me presenté a las oposiciones de un banco (mi padre trabajó toda la vida en uno: primero en el Rural y Mediterráneo, luego en el Banco Exterior de España y, por último, en Argentaria). Aquella mañana de primavera coincidí con otro amigo, hoy excelente creativo publicitario, quien también debió pensar que un contrato fijo en una entidad financiera sería el mejor aval para salir del nido, comprar un pisito, casarse, montar una familia y todo eso. Los que no tenían enchufe soñaban con una oposición. No recuerdo para qué banco eran las oposiciones, pero menos mal que nos tiraron a los dos, a mí y mi amigo (sin él, nos habríamos perdido algunas de los spots y cuñas más inteligentes de la publicidad de las últimas décadas).
Entonces una buena empresa era, para los cachorros del desarrollismo, un banco, la Telefónica de Almodóvar (que te regalaba bombones si tenías acciones) o El Corte Inglés de Isidoro (entonces bastaba con decir Isidoro, y ahorrarse lo de Álvarez, para citar al patrón). No había emprendedores sino empresarios; y muchos pluriempleos, para pagar las letras del 600. Hasta el Supermortadelo creó el personaje de tebeo Plurilopez, que siempre llegaba tarde al segundo trabajo.
“No te enfades”, me cuenta un compañero en el pasillo, porque un chaval nos deja sin haberse despedido. “Es la generación digital. No se comprometen. Van a lo suyo. Tienen mucha movilidad” (palabro que hoy lo mismo sirve para educarnos en qué hay que descarbonizar la energía que para describir tener currele de sobra).
¿Qué necesita un trabajador para comprometerse hoy? ¿Que necesité yo cuando trabaje por cuenta ajena? Para mí, lo más importante era sentir que mi empresa me hacía mejor, que podía aprender allí y levantarme cada día contento de ir a trabajar.
Este mes hace 15 años que soy empresario y aún vengo contento a trabajar. He aprobado mi propia oposición. El patrón no era un tequila. El patrón hace quince años que soy yo mismo. El responsable de llevar este equipo a buen puerto.