Primer axioma: un abrazo es siempre mejor que un mensaje electrónico, una llamada transmite más cercanía que una carta y una postal es mejor que un mensaje de texto. La revolución digital ha convertido nuestras relaciones en superficiales. Parece que nos comunicamos, pero solo nos estamos telegrafiando. Buscamos el amor de nuestra vida en Tinder, nos vale más una auto foto en Instagram que un curriculum vitae construido mucho esfuerzo y hemos sustituido el peso de un telegrama por un WhatsApp, pero… no todo está perdido.
Si en nochebuena sucumbiste al empacho de felicitaciones navideñas por WhatsApp aún estás a tiempo de reajustar los protocolos para fin de año. A continuación algunos consejos para no escribir con los dedos calientes.
No tienes necesidad de enviar felicitaciones electrónicas a todas las personas que conoces. No es posible y además siempre se te olvidará alguien. Apunta en un cuaderno a quién sí y a quién no. Traza un mapa de a quién quieres felicitar y por qué es buen momento ahora. Si se trata de felicitaciones comerciales o personales y síguelo con firmeza, te escriba a ti quien te escriba. Ni se te ocurra elegir a los receptores por el orden alfabético de la agenda de tu teléfono. No hay un criterio más inútil para las felicitaciones que el alfabético. Una primera regla bien podría ser: a los familiares y amigos mejor una postal (escribe algo, a mano, bastan unas líneas, te recomiendo una pluma alemana LAMY, es muy barata, y las de trazo gordo dejan una caligrafía personal que transmite cercanía, o bien el set que acaba de sacar Moleskine junto a la japonesa Kaweko) y a los compañeros de trabajo un correo electrónico. Te recomiendo la serie de postales de Archivist. Yo lo que hago hace años es imprimir algunas de las fotografías que he disparado durante el año y las envió por correo postal. No son fotografías mías ni de los míos son imágenes genéricas, pero eso va en gustos.
Personalizar los mensajes es el segundo mandamiento o quizá debería ser el primero. Leer un mensaje con tu nombre escrito te acerca instantáneamente al emisor. Nada de grupos. Por cierto, salirse de un grupo en el que te han metido sin pedirte permiso no es de mala educación. Si te parece violento, unas expresiones como: “Disculpadme, pero voy a salir del grupo podéis contactarme en privado con mensajes directos”.
No te sientas en la obligación de contestar todas las felicitaciones que recibas. Comprobarás que te felicita la gente más variopinta, gente lejana con la que normalmente no te escribes, pero que no se ha leído este artículo. Un clásico son los proveedores que quieren trabajar contigo. Te preguntarás ¿a quién más está escribiendo este si es que me escribe a mí? ¿Qué hace ahora escribiendo si es el momento de cenar? No caigas tú unos minutos después en los mismos errores que el síndrome del dedo caliente es la peor manera de usar WhatsApp.
Quedan terminantemente prohibidas las felicitaciones electrónicas genéricas o reenviadas. Se trata de reforzar relaciones no de arengar a las masas. Un meme no es una felicitación de Navidad, pero desde luego no está mal visto felicitar con humor. Conviene no olvidarse que el humor se apoya en una delgada fina de alambra en la que se puede pasar del mal gusto a la inteligencia.
No me gustan nada de nada los mensajes de voz, pero es verdad que funcionan a la hora de felicitar a alguien, aunque muchísimo menos que una llamada personal. Si el mensaje de voz es corto y lo has personalizado no comprometerá al que lo recibe. ¡Nada de escucharlos al doble de velocidad eh! Evita enviarlo mientras hay ruido de fondo, haces las últimas compras por el mercado o si vas en tu taxi y el conductor va a escucharte. Enviar mensajes de voz dentro del avión es lo peor de lo peor. Escucharlos en alto descompresuriza la cabina seguro.
No descartes nunca un email, sosegado, con alguna ilustración adjunta, incluso con un gif, pero no un gif esos de librería. Un email bien escrito es más eficaz que un mensaje insustancial de WhatsApp. Gucci ha enviado esta semana una newsletter navideña con un gif elegante, como le corresponde a la compañía de Pinault. ¿Has visto The House of Gucci? ¿De no haber sido Salma Valgarma Hayek la mujer del propietario crees que le habrían dado el papel de pitonisa?
El cuándo es tan importante como el cómo. La mensajería electrónica es instantánea. Sentir que el WhatsApp de felicitación te llega cuando es hora de estar en privado con la familia, de cocinar para ellos o de entregarse los regalos rebaja el mensaje. Piensa que puede estar haciendo el receptor cuando lo envías. Equivocarse en el cuándo es errar en el cómo.
Por favor no te veas obligado a responder y no te sientas mal si no te responden. Puede no haberlo visto. Puede no ser su lenguaje, o efectivamente puede que no le dé la gana, pero no eso nos significa que la relación no sea estrecha. ¿Qué hacer? Llámale fuera de estas fechas tan estresantes, irá mejor. Ah y ¡Feliz Año Nuevo!, una columna de opinión también es una buena manera de felicitar a tus lectores.