Pocas horas después de ser elegida su colega mexicana Graciela Iturbide Premio Princesa de Asturias de las Artes, recibimos la triste noticia del fallecimiento, a los 81 años, del también fotógrafo Sebastião Salgado. El brasileño ha sido víctima de la leucemia, una de las muchas secuelas de una malaria que contrajo hace décadas, mientras trabajaba en Indonesia. Sebastião Salgado fue el primer fotógrafo en recibir dicho galardón, en 1998.
Admirado y seguido durante décadas por aficionados y colegas, su nombre es también conocido por el público general, gracias a la potencia, calidad y sensibilidad de sus imágenes. Y, no menos importante, también gracias a exposiciones monumentales, como ‘Amazônia’, que tuvimos ocasión de admirar en nuestro país en Madrid y en Barcelona recientemente (2023 a abril de 2005), y a la que dedicó siete años de los últimos años de su carrera, con continuos viajes para capturar la esencia de la selva de su país.
Su trabajo se acostumbra a calificar de humanista y ecologista. No sin razón. Sus fotos nos acercan hombres y mujeres de otras latitudes, pero también nos muestran descarnada, aunque dignamente, las miserias que padecen, llegando en ocasiones a situaciones de semiesclavitud. También nos descubren la belleza de desiertos, selvas y glaciares, pero recordándonos, así mismo, la fragilidad de nuestro planeta, y buscando nuestra complicidad para protegerlo.
No es de extrañar por tanto, que quizá su serie más famosa, y la que le catapultó, no sólo al éxito si no incluso a la condición de “rock star” fotográfico, sea la que realizó en las minas de oro de su país, Brasil, entre 1986 y 1989. Masas de mineros furtivos se afanan en extraer, poco equipados y en condiciones de enorme inseguridad y precariedad, oro en laderas de Serra Pelada. Provisto de su inseparable cámara Leica, nos mostró al mundo, con un verismo escalofriante, aquello que no queríamos saber: hasta qué punto la codicia de la sociedad puede deshumanizarnos.
Como descubrimos en esa misma mítica serie, uno de los grandes logros de Salgado fue mostrar realidades incómodas con crudeza, pero con empatía y sin caer en el patetismo, y respetando al retratado. Y ello capturó el corazón y la imaginación de legiones de aficionados y jóvenes fotógrafos, para los que se convirtió en un referente estético y moral.
Salgado era un fotógrafo documentalista, y, como tal, su trabajo era contarnos historias con sus imágenes. Para ello, escaló en su carrera por todos los ámbitos profesionales, intentando cada vez ganar más independencia. Empezó trabajando por encargo para periódicos y revistas. Posteriormente, ya se afilió para diversas agencias fotográficas, como Sygma, Gamma, o la mítica Magnum (fundada por Capa y Cartier-Bresson); entidades que se crearon normalmente como cooperativas, precisamente para defender mejor los derechos de los fotógrafos. Ya se sabe: la unión hace la fuerza. El salto definitivo lo dio en 1994 al fundar Amazonia Images, junto a su inseparable esposa y socia, Lélia Wanick Salgado. Así consiguió, por fin, plena independencia para acometer sus proyectos, para relatarnos sus historias. Ello le ha otorgado una autonomía que le ha permitido embarcarse en proyectos ambiciosos, documentando temas durante varios años, realizar exposiciones imponentes, contratar a Wim Wenders para realizar una película (“La sal de la tierra”) sobre su trabajo, que fue nominada a los Oscar; y ser muy exigente a la hora de aceptar encargos.
Pero su legado fue incluso más allá del ámbito estrictamente fotográfico. No sólo sensibilizó e inspiró a jóvenes fotógrafos y a una generación entera con sus imágenes, sobre la importancia de la dignidad humana y de proteger a nuestro planeta. Quiso, en sus últimos años, apoyándose en su éxito y prestigio, poner en marcha el “Instituto Terra”, un proyecto consistente en reforestar una enorme parcela en el Amazonas, 710 hectáreas. Ha plantado con éxito más de 3 millones de árboles, recuperando más de 297 especies de árboles nativos, con el propósito de contrarrestar la progresiva deforestación de ese pulmón verde el planeta azul que es la Selva Amazónica. Ello ha atraído, así mismo, a una gran diversidad de animales a la región. Aunque fotógrafo, Salgado estudió económicas en la universidad, habiendo obtenido incluso el doctorado. Una formación que le ha servido, sin duda, para entender que, para acometer proyectos de esta ambición y envergadura, resultaba preciso encontrar socios/sponsors. En esta ocasión fue de la mano de la aseguradora Zurich, que también ha sido el patrocinador de su última exposición, ‘Amazônia’. En estos momentos la exposición se puede ver en Bruselas (Bélgica), y a partir de septiembre en Lisboa (Portugal).
De él se podrá decir que fue un gran fotógrafo, pero también que su paso por la tierra dejó un mundo mejor.