Manuel Cáceres Artesero, conocido universalmente como Manolo ‘el del Bombo’, ha fallecido este jueves 1 de mayo a los 76 años en Vila-real, Castellón, tras varios días hospitalizado por problemas respiratorios, tal y como ha confirmado Marca. Con él se apaga una de las figuras más icónicas del fútbol español, no por haber pisado los terrenos de juego, sino por haberlos acompañado con su presencia incansable, su pasión sin fisuras y, sobre todo… con su inseparable bombo.
Nacido en San Carlos del Valle (Ciudad Real) en 1949 y afincado durante buena parte de su vida en Valencia, Manolo fue mucho más que un hincha: fue el símbolo de una afición. Durante más de cuatro décadas acompañó a la selección española de fútbol por los estadios del mundo, vestido siempre con la camiseta roja, una boina y el dorsal número 12 a la espalda —el número del jugador que no juega, pero que alienta desde la grada—.
Su figura trascendió lo folclórico y lo anecdótico. A partir del Mundial de Argentina 1978, y sobre todo desde España 1982, Manolo se convirtió en presencia habitual y reconocible en los grandes torneos internacionales. Participó en 10 Copas del Mundo y 8 Eurocopas, y su bombo, adornado con los colores de la bandera nacional, fue durante décadas la banda sonora informal de La Roja. Lo suyo era un acto de amor incondicional, incluso cuando los resultados no acompañaban.
Manolo regentó durante años el bar “Tu Museo Deportivo” junto al estadio de Mestalla, en Valencia. Aquel local, repleto de fotografías, banderas, camisetas y recuerdos de una vida entregada al fútbol, fue punto de encuentro de aficionados y peregrinaje obligado para curiosos y devotos. Su relación con la ciudad fue profunda, aunque nunca perdió el vínculo con Huesca, donde vivió hasta los 40 años y donde nacieron sus cuatro hijos.
Su última aparición pública se produjo el pasado 23 de marzo de 2025, en Mestalla, durante el partido entre España y Países Bajos correspondiente a los cuartos de final de la UEFA Nations League. Aunque con salud ya muy frágil, quiso estar presente, fiel hasta el final.
La Real Federación Española de Fútbol, numerosas instituciones deportivas y miles de aficionados han expresado su pesar por la pérdida. “Su fidelidad, su pasión y su entrega han dejado una huella imborrable en la historia del fútbol español”, ha escrito la RFEF en sus redes sociales. No era solo un hincha; era la imagen del entusiasmo popular, el eco de un país que vibraba al son de su bombo.
Con la muerte de Manolo, se cierra una era. En los estadios ya no se escuchará ese ritmo que marcaba el pulso del corazón de la Selección. Pero su legado vivirá en cada cántico, en cada viaje de esos aficionados que, como él, creen que el fútbol es más que un juego.