Tony Bennett ha muerto este viernes a los 96 años en Nueva York, su ciudad natal, según ha confirmado la publicista Sylvia Weiner a The Associated Press.
Al eminente y atemporal estilista, cuya devoción por las canciones estadounidenses clásicas y su habilidad para crear nuevos estándares como I Left My Heart In San Francisco adornaron una carrera de décadas que le trajo admiradores desde Frank Sinatra hasta Lady Gaga, le habían diagnosticado la enfermedad de Alzheimer en 2016, pero siguió actuando y grabando hasta 2021.
Bennett, el último de los grandes cantantes de salón de mediados del siglo XX, solía decir que su ambición de toda la vida era crear «un catálogo de éxitos en lugar de discos de éxitos«. Lanzó más de setenta álbumes, lo que le valió 19 premios Grammy, todos menos dos después de cumplir los sesenta años, y disfrutó del afecto profundo y duradero de los fanáticos y otros artistas.
Además, fue galardonado con el Recording Academy Lifetime Achievement Award en 2001, con dos premios Emmy, con el Kennedy Center en 2005 y con el National Endowment for the Arts Jazz Master en 2006.
Su dilatada carrera empezó en 1936, cuando con solo diez años actuó ante el alcalde de Nueva York, pero no fue hasta 1952 cuando publicó su primer trabajo discográfico.
Su coetáneo Frank Sinatra lo calificó como el mejor cantante popular del mundo, según recuerda Variety. Sus grabaciones -la mayoría para Columbia Records, que le fichó en 1950– se caracterizaban por su efervescencia, inmensa calidez, claridad vocal y apertura emocional.
Con el nuevo siglo, volvió a coger protagonismo gracias a los duetos que compartió con Lady Gaga, Amy Winehouse, Elton John, Alejandro Sanz, Gloria Estefan o Vicente Fernández, entre otros.
En 2014, de hecho, grabó un disco a medias con Lady Gaga (Cheek to Cheek) en el que interpretaban temas clásicos y que llegó al número uno de las listas de ventas de Estados Unidos, superando el millón de copias vendidas en todo el mundo y ganando un Grammy al mejor álbum de pop tradicional.