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Un submarino nuclear y una alianza reforzada: la señal de Kim Jong Un al mundo

El análisis de las imágenes difundidas sugiere que el submarino presenta un casco prácticamente finalizado y preparado para integrar un reactor nuclear, lo que le otorgaría una capacidad de inmersión prolongada sin necesidad de salir a superficie.

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Corea del Norte ha decidido mostrar una de sus cartas más sensibles. Esta semana, la prensa estatal difundió nuevas imágenes de lo que describe como su primer submarino de propulsión nuclear, en paralelo a una visita de Kim Jong Un a una instalación dedicada a su fabricación. El mensaje es claro: Pyongyang busca consolidar su capacidad de disuasión naval en un contexto de alianzas y tensiones crecientes.

La visita de Kim no fue un acto aislado. Coincidió con la divulgación de una carta del presidente ruso, Vladimir Putin, en la que califica la relación entre ambos países como una “amistad inquebrantable”. El gesto refuerza la narrativa de cooperación estratégica entre Moscú y Pyongyang, una relación que se ha intensificado desde el inicio de la guerra en Ucrania.

Según estimaciones de inteligencia surcoreanas y occidentales, Corea del Norte ha enviado miles de soldados para apoyar a Rusia en el frente. Las bajas han sido significativas. A cambio, analistas sostienen que Moscú ha proporcionado respaldo financiero, asistencia tecnológica militar y suministros clave, desde alimentos hasta energía. En este contexto, la exhibición del submarino adquiere una dimensión que va más allá de la propaganda interna.

Las características del submarino

Las imágenes difundidas muestran a Kim recorriendo una plataforma de ensamblaje cubierta, junto a un sumergible que expertos estiman en unas 8.700 toneladas de desplazamiento. A su lado aparece su hija, Kim Ju Ae, cuya presencia vuelve a alimentar las especulaciones sobre una futura sucesión. La escena combina continuidad política y ambición militar.

El análisis de las imágenes difundidas sugiere que el submarino presenta un casco prácticamente finalizado y preparado para integrar un reactor nuclear, lo que le otorgaría una capacidad de inmersión prolongada sin necesidad de salir a superficie. Desde una perspectiva operativa, la configuración externa apunta a que la nave estaría diseñada para transportar misiles balísticos lanzados desde submarinos, con estimaciones que sitúan su carga en torno a una decena de misiles alojados en silos integrados en el casco. A ello se sumarían tubos lanzatorpedos de 533 milímetros, un estándar en flotas modernas, que ampliarían su función tanto a la disuasión estratégica como a operaciones de combate convencional.

Las criticas de Kim a Corea del Sur

Durante la inspección, Kim criticó abiertamente los planes de Corea del Sur para desarrollar submarinos avanzados con apoyo de Estados Unidos, calificándolos como una amenaza directa que debe ser contrarrestada. Washington autorizó a Seúl a avanzar en ese programa durante una visita presidencial en octubre, una decisión que Pyongyang interpreta como un cambio estratégico en el equilibrio naval de la región.

Más allá del simbolismo, el anuncio es relevante por lo que implica técnicamente. Solo un número reducido de países opera submarinos de propulsión nuclear, una tecnología que Estados Unidos considera uno de sus secretos militares más protegidos. De confirmarse su viabilidad operativa, Corea del Norte daría un salto cualitativo en autonomía, alcance y capacidad de permanencia bajo el mar.

La agencia estatal también informó de planes para una reorganización de la flota naval y de investigaciones en “nuevas armas submarinas secretas”, sin ofrecer detalles. En un comunicado separado, se señaló que Kim supervisó pruebas de misiles antiaéreos de largo alcance sobre el mar de Japón, reforzando la percepción de una estrategia militar integral.

Para los observadores internacionales, el mensaje es doble. Por un lado, Pyongyang busca elevar el coste estratégico de cualquier confrontación. Por otro, demuestra que su alianza con Moscú no es meramente política, sino también tecnológica y militar. En un escenario global marcado por bloques y rivalidades, Corea del Norte parece decidida a consolidar su lugar bajo la superficie del poder.

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