La vida sigue en Vila do Mar, primera obra de Pepe Corbal, se ambienta en una villa costera ficticia llamada Vila do Mar, situada en la Costa da Morte de Galicia. A través de un entramado de relatos entrelazados, Corbal retrata la vida diaria de sus habitantes, sus relaciones sociales y sus conflictos personales.
El autor utiliza un lenguaje cercano y ágil, con diálogos vivos que reflejan las particularidades locales. Los personajes están muy bien definidos y destacan por su humanidad: Corbal no oculta sus debilidades, pero tampoco los idealiza. Según reconoce el propio autor, ha querido transmitir “bondad, humor y respeto” en sus figuras.
Uno de los rasgos clave de la novela es su uso del humor. No se trata de comedia exagerada, sino de una clásica retranca gallega que se manifiesta en pequeñas ironías y momentos cotidianos. Este humor sirve como contrapunto a las dificultades que enfrentan los personajes, y aporta alivio emocional sin trivializar sus problemas.
Aunque la villa es ficticia, la ambientación costera está trabajada con detalle: se mencionan calles empedradas, bares y restaurantes, y se percibe una fuerte conexión con la tradición gallega. Además, Corbal aborda temas como la memoria, las contradicciones humanas, la amistad y la ambición sin idealizar lo rural ni convertir Vila do Mar en un paraíso idílico.
En términos estructurales, la novela funciona como un mosaico narrativo: varias tramas se cruzan, lo que permite al lector descubrir diferentes facetas de la comunidad. Desde un punto de vista social, La vida sigue en Vila do Mar realiza un gran retrato contemporáneo de los pueblos costeros gallegos, con sus desafíos reales: cambios demográficos, tensiones entre tradición y modernidad, y la importancia de la convivencia comunitaria.
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