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Nautik Magazine

Nautik People | Támara Echegoyen, el sueño oceánico de nuestra abanderada

Tras llevar la bandera de la comitiva española en los Juegos de París, la campeona olímpica puso punto y final a su carrera en la vela ligera para poder embarcarse en proyectos como el récord de la vuelta al mundo que ahora le ocupa.

Támata Echegoyen fue fotografiada para Nautik en Brest. @Alexander Champy-McLean
por Nacho Gómez14 noviembre 202514 noviembre 2025Tiempo de lectura 5 minutos

Támara Echegoyen se coló en los hogares de toda España al ser nuestra abanderada en los Juegos Olímpicos de París. Se retiró de la vela ligera tras la cita francesa con un oro olímpico en su palmarés y decidida a reinventarse en la vela profesional.  Casi sin tiempo para digerirlo, le llegó una oferta rechazable: intentar batir el Trofeo Julio Verne (la vuelta al mundo sin escalas) con una tripulación exclusivamente femenina. Támara atiende a Nautik Magazine desde Brest para revelarnos todos los detalles de esta descomunal aventura.

La última vez que hablamos estabas muy tranquila, buscando nuevos horizontes, y ahora te embarcas en un proyecto de vuelta al mundo sin escalas. Cuéntame los detalles.

La realidad es que cuando hablamos estaba en un momento de transición, pensando hacia dónde dirigir mi carrera. Después de los Juegos surgió la oportunidad de unirme a un equipo internacional liderado por la francesa Alexia Barrier y la copatrona Dee Caffari. Me contactaron para saber si me interesaba navegar en el océano y dar la vuelta al mundo, y sin pensarlo mucho dije que sí. Tenía ganas de volver al mar en un proyecto oceánico, y cuando me contaron que era para intentar el Trofeo Jules Verne, sin escalas, quedé impresionada. Es un desafío enorme, algo que nunca imaginé poder hacer, y no podía dejar pasar la oportunidad.

Además lo haréis en un barco mítico, el antiguo IDEC Sport, con el que Alex Pella batió el récord vigente.

Exacto. Es un barco impresionante. Mantiene el récord desde 2017, con una marca de 40 días y 10 horas. Parte de la tripulación que participó en aquel récord forma parte de nuestro proyecto, incluido el capitán que conoce el barco a la perfección, y eso transmite mucha seguridad. No es el modelo más moderno ni tiene los últimos avances, pero es muy estable, robusto y rápido. Usa foils, aunque no vuela del todo como los nuevos, pero alcanza velocidades increíbles para su tamaño.

Muchos esperaban que los Ultim, los trimaranes gigantes franceses, lo superaran ya, pero no lo han conseguido.

Es verdad. El año pasado algunos lo intentaron, pero tuvieron problemas mecánicos y abandonaron. A nivel técnico, los barcos pueden batir el récord, pero el Jules Verne va más allá de la velocidad: requiere inteligencia, estrategia y, a veces, un poco de suerte. Hablé con Alex Pella y me explicó que el secreto es gestionar bien la meteorología. No se trata solo de correr, sino de colocarte bien en cada sistema. Es un reto colectivo que exige experiencia, equipo y paciencia. Nuestro objetivo es completar la vuelta y hacerlo al máximo nivel. Si además logramos marcar un buen tiempo, sería el sueño perfecto.

¿Cuándo tenéis previsto comenzar el intento?

Nuestra base está en Brest, así que saldremos desde allí, frente al faro de Ouessant, donde empieza la línea imaginaria del reto. Entrenaremos hasta finales de octubre y entraremos en modo ‘standby’ el 17 de noviembre. Calculamos que la ventana meteorológica ideal podría abrirse en diciembre.

¿Qué regatistas formáis parte de la tripulación?

Somos ocho en total, con perfiles muy distintos. Las patronas son Alexia Barrier y Dee Caffari, que tienen mucha experiencia oceánica. Desde el mundo olímpico estamos Ane-Mieke Bes —antigua rival mía en 49er FX— y yo. Luego hay tres regatistas más jóvenes: Bex, de Nueva Zelanda, especialista en barcos grandes; Molly, estadounidense, que navegó con el proyecto Maiden; y Debs, británica. Completa el grupo Stacey Jackson, australiana con dos vueltas al mundo. Es un equipo muy variado, con generaciones y trayectorias diferentes, pero con una enorme motivación común.

Vienes de navegar barcos rápidos, pero este trimarán te permitirá alcanzar velocidades impresionantes. ¿Cómo han sido los entrenamientos?

Es un barco bestial. Hemos alcanzado los 38 o 39 nudos con regularidad, algo que impresiona. Sorprende lo rápido que acelera y, sobre todo, que se mantenga deslizándose incluso con poco viento. Aunque impone por su tamaño y las cargas que maneja, es estable y noble de gobernar. De hecho, al timón me recuerda a mi 49er FX, solo que todo es más grande y con más potencia. Además, al tener el palo algo recortado, la estabilidad aumenta. Dentro se vive mejor que en un Volvo 65 porque no escora tanto, aunque se mueve más con las olas. Las guardias son exigentes, pero poco a poco te adaptas. Los primeros días impone respeto, pero cuando entiendes las maniobras todo fluye y disfrutas del control que te da el barco.

Imagino que habéis evolucionado mucho desde que empezasteis.

Muchísimo. Al principio todo era nuevo y había que tener mucho cuidado con cada maniobra. Ahora ya hay confianza y coordinación entre todas. Es un proceso de aprendizaje constante y eso hace que el equipo se una. Sabemos que los 40 días de navegación serán duros, pero llegar preparadas y conocernos bien marca la diferencia.

¿Y después de este reto? ¿Sigue en tu mente la próxima Ocean Race?

Mi manera de pensar ha cambiado. Antes era más rígida con los objetivos, ahora estoy más abierta. Seguramente me gustaría volver a The Ocean Race en 2027, pero si en el camino surgen otros proyectos tan apasionantes como este, los consideraré. Este desafío me ha hecho descubrir otra parte de la vela oceánica que no conocía. Si surge la posibilidad de otra vuelta al mundo, la tomaré, pero no me cierro a nada. Lo importante es seguir creciendo y disfrutar del mar.

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