Rafael Gil es el presidente del club náutico más conocido de España y uno de los más prestigiosos a nivel europeo: el Real Club Náutico de Palma. A punto de conocer el futuro sobre la concesión de sus instalaciones, atiende a Nautik Magazine para analizar el momento de esta histórica entidad.
¿Cuál es la situación actual del Real Club Náutico de Palma?
Hemos trabajado como si ya tuviéramos la concesión definitiva, aunque estamos esperando muchos años a que se resuelva el procedimiento judicial. La sentencia se esperaba justo antes de esta entrevista y somos optimistas: un fallo favorable nos permitirá desarrollar el proyecto de reforma y modernizar las instalaciones.
¿Viene de familia de mar?
Totalmente. Mi abuelo fue tesorero del club en sus inicios, mi padre miembro de la junta y mi hermano muy activo en la clase Dragón. Desde adolescente participé en regatas; mi primer crucero lo compramos cuando tenía 15 años y, desde entonces, el club ha sido como mi segunda casa.
¿Esa herencia es lo que le animó a ser presidente?
La verdad es que fue por casualidad. No tenía aspiraciones de liderar, me considero más un “fontanero” al que le gusta arreglar cosas desde detrás. Estaba como vocal en la junta y, cuando el presidente anterior no se presentó, mis compañeros me convencieron para liderar una candidatura de consenso. Formamos un equipo equilibrado y ganamos las elecciones con solvencia.
¿Cómo define su estilo de liderazgo?
Trabajo en equipo, me gusta reflexionar antes de actuar y escuchar opiniones. Creé un comité ejecutivo reducido que se reúne semanalmente y la junta se reúne cada 15 días. Así podemos tomar decisiones con rapidez y consenso.
¿Qué logros destacaría en su presidencia?
Hemos mejorado la imagen del club, la cafetería, el gimnasio y abierto más espacios para los socios. También hemos fomentado un ambiente integrador y reforzado nuestras escuelas deportivas, con jóvenes que consiguen medallas mundiales y europeas gracias a un equipo técnico excelente.
¿Qué nuevas iniciativas deportivas han lanzado?
Creamos la regata Palma de Piragüismo, que este año celebra su segunda edición. En la primera participaron deportistas de 18 países, incluidos medallistas olímpicos. Además, organizamos la Palma Vela y el Ciudad de Palma, fomentando la participación infantil y el deporte de base.
¿Qué importancia tiene el club para Palma?
Es un referente social y deportivo. Todas las instituciones nos apoyan y la ciudad nos tiene simpatía. Organizamos eventos internacionales, como la Copa del Rey, que requieren un equipo capaz de actuar con eficacia en cualquier circunstancia. El impacto económico de todo ello en Mallorca se estima en 40 millones de euros al año.
¿Qué significa la Copa del Rey MAPFRE para este club?
Es un evento de trascendencia internacional. No solo la regata, sino todo lo que la rodea: los desayunos, las fiestas, la parte social. Su Majestad también nos acompaña cada año y sabemos que se reserva las vacaciones para poder venir. Es un honor.
¿Es necesario diferenciar un club náutico de una marina?
Sí, es fundamental. Los clubes náuticos cumplen funciones sociales y deportivas y permiten que la ciudadanía acceda al mar. Las marinas son espacios comerciales, pensados para el lucro, y los clubes náuticos no tienen ánimo de lucro.
¿Cuál es la función social y económica del club?
Gestionamos un presupuesto de 16 millones de euros que reinvertimos totalmente en instalaciones, eventos, escuelas y deportistas de alto rendimiento. Esto genera un impacto económico importante en hoteles, transporte, restauración y turismo.
¿Cuál es la situación de la concesión?
Operábamos con un contrato de prestación de servicios que la Ley de Puertos de 2003 convirtió en concesión. Tras una negativa de Puertos del Estado en 2021 a nuestra ampliación, presentamos un recurso y se nos otorgó una autorización temporal de tres años. El procedimiento judicial terminó en 2023 y quedó visto para sentencia, pero aun no sabemos el fallo.
¿Qué ocurrirá según el fallo de la sentencia?
Si es favorable, continuaremos con nuestro proyecto de reforma. Si no, recurriremos al Tribunal Supremo. Habíamos solicitado 12 años más 8 de prórroga, aunque la ley actual permitiría un plazo mayor.
¿Y si hubiera que ir a un concurso público?
Aunque esperamos un fallo favorable, ya estamos preparados. Tenemos nuestro proyecto listo y confiamos en que las autoridades valoren las particularidades de un club náutico.
