Este pasado viernes, el puerto de Pasaia (Gipuzkoa) ha sido el escenario de un acontecimiento histórico a nivel mundial: la botadura de la réplica de la Nao San Juan, un ballenero vasco del siglo XVI. Este evento culmina más de diez años de trabajo artesanal llevado a cabo en la Factoría Marítima Albaola, donde la nave se ha reconstruido con los mismos materiales y técnicas empleadas en 1563, año en que se construyó el original en el mismo puerto guipuzcoano. Su director, Xabier Agote, ha expresado su emoción por la jornada, asegurando que no tiene preocupación alguna sobre la flotabilidad de la embarcación, y destacando que “hoy quien manda es el mar”, ya que la botadura se realizará aprovechando una pleamar viva, en armonía con la luna y las mareas.
Desde primera hora de la mañana, la expectación ha sido máxima en los alrededores de Albaola, donde decenas de curiosos se han congregado para contemplar la imponente figura del navío. La ceremonia oficial comenzó a las 17:00 horas, con la presencia del Lehendakari, representantes del Gobierno central y una delegación de Canadá, país donde se hundió la nave original en 1565. Tras sobrepasar el fin de la ceremonia, el hecho se consolidó como un hito histórico.
Siguiendo la tradición marinera vasca, el casco fue rociado con sidra, bebida emblemática de los marineros vascos que, según Agote, les ayudaba a combatir enfermedades gracias a su contenido en vitamina C. Una vez en el agua, la nao fue trasladada a otra zona del puerto para continuar su montaje, incorporando los mástiles, velas y anclas, con la previsión de que pueda ser visitada por el público a comienzos de 2026.
El proyecto de reconstrucción, nacido como parte de la Capitalidad Cultural Europea de San Sebastián 2016, ha sido uno de los mayores hitos del patrimonio marítimo vasco contemporáneo. Aunque la fidelidad al método original retrasó los plazos, permitió convertir el proceso en un espacio museístico abierto al público, donde visitantes locales y turistas han podido observar de cerca el trabajo artesanal de los carpinteros de ribera.
La nao, de 28 metros de eslora, 7,5 de manga y 6 de puntal, se ha construido con unos 200 robles seleccionados por su forma, abetos para los mástiles, 560 metros cuadrados de lona para el velamen y seis kilómetros de sogas de cáñamo.
La recreación comenzó en 2013, cuando Parks Canadá cedió a Albaola la información técnica y los planos arqueológicos obtenidos del pecio de la nave, excepcionalmente conservado bajo el agua. Gracias a estos datos se elaboraron estudios de pesos, volúmenes y estabilidad que sirvieron de base para la nueva construcción. Los carpinteros seleccionaron árboles en los bosques de la Sakana, respetando las antiguas normas forestales que mandaban talar durante las lunas menguantes del invierno. Se utilizaron robles torcidos para las varengas y genoles que conforman la estructura, y la quilla, de madera de haya, se construyó siguiendo métodos medievales ya casi desaparecidos, un detalle que ha despertado la admiración de expertos y visitantes.
El proyecto, que cuenta con el patrocinio de la UNESCO, representa la recuperación de un conocimiento casi perdido y la revitalización de un oficio ancestral. Para Agote, el verdadero desafío ha sido “reconstruir un universo extraordinario” que devuelve a Euskadi su papel histórico como potencia constructora de naves oceánicas. La culminación llegará en 2027, cuando la réplica de la Nao San Juan zarpe rumbo a Canadá con una tripulación de unas 40 personas que navegarán durante dos meses en condiciones similares a las del siglo XVI, sin comodidades modernas, para recrear la travesía original a Red Bay y celebrar con el país norteamericano un patrimonio marítimo compartido.
