«Puedo no tener vista, pero sí visión». La frase es de Dani Anglada Pich, y pocas veces se ha resumido mejor cómo hacer frente a un obstáculo que parece inabordable y transformarlo en motivación. Nacido en Barcelona en 1986, es capitán de la marina mercante y entró en los libros de historia el pasado mes de julio tras ser el primer regatista invidente en dar la vuelta en solitario a la isla de Wight, uno de los escenarios más emblemáticos de la vela internacional.
Anglada perdió la vista de manera abrupta a los 31 años, el 11 de enero de 2018, tras la explosión de un extintor en su rostro mientras trabajaba como oficial a bordo de un buque de gas natural licuado, a 500 millas de la costa de Hawái. El accidente le dejó ciego de forma total y supuso un largo proceso de adaptación física y mental.
En lugar de de abandonar su vocación por el mar, Anglada decidió reinventarse creando el proyecto Yes We Sail para promover y facilitar la navegación a vela entre personas con discapacidad visual. Desarrolló múltiples prototipos adaptados, como guantes hápticos, chalecos con dispositivos sonoros y el Lady, un patín catalán con el que protagonizó su hazaña en la isla de Wight, donde completó más de 70 millas náuticas en 13 horas con unas condiciones muy exigentes en las que, ademas, validó todos los sistemas tecnológicos concebidos para garantizar autonomía y seguridad.

«Solo debemos escuchar y sentir: el patín habla«, decía gráficamente Dani al terminar su reto, que tiene un mérito aún mayor si cabe porque el patín catalán es una embarcación a vela de menos de seis metros de eslora que no tiene timón ni orza y que se gobierna a través de la ubicación del peso a bordo y del trimado de las velas y el palo.
El logro de Anglada destaca por su minuciosa preparación primero en Cataluña y posteriormente con sus entrenamientos en Cowes, y su afán por demostrar que “no existen discapacidades, sino capacidades diferentes”. Para él, el reto es deportivo y social: “Con protocolos adecuados, tecnología y preparación, todo es posible”. Su próximo objetivo es impulsar el regreso de la vela como deporte paralímpico en Brisbane 2032, ampliando su metodología inclusiva y dándole el protagonismo que merece a la navegación adaptada en el entorno de la vela internacional.
