Nautik Magazine

Nautik People | Juan Melgar, el librero del mar

Juan Melgar, fotografiado para Nautik el 10 de junio en su librería. @Jaime Partearroyo

Es ciertamente curioso, pero la mejor librería marítima que hay en España está a 350 kilómetros de la costa. En pleno centro histórico de Madrid, en la calle Santo Tomé, Robinson recoge entre sus cuatro paredes una maravillosa recopilación de todo lo publicado en castellano sobre la mar. Abierta por el capitán de la marina mercante Ignacio Uranga hace más de cuarenta años, hoy en día está regentada por un personaje imprescindible para la gente de mar en nuestro país. Juan Melgar colgó la toga de abogado en 2013 para ponerse al timón de un negocio que ya es historia viva de nuestra economía azul.

¿Cuántos años lleva abierta la librería Robinson?

La librería Robinson va camino de los 40 años, ya tiene una trayectoria larga. Ha tenido dos etapas principales: la primera, bajo la propiedad del capitán Uranga, que la fundó y la llevó fenomenalmente durante muchos años. Luego, hace doce años, me hice cargo yo cuando él se retiró. En ese momento también cambiamos de ubicación, aunque seguimos muy cerca de donde estaba la librería original. Llevamos ya diez años en este local y esperamos seguir muchos más, mientras los clientes sigan confiando en nosotros.

¿Cómo se te ocurrió meterte a librero? No es una profesión común, y menos aún en un sector tan especializado.

Es cierto, ser librero ya es una profesión de riesgo hoy en día, y especializado en náutica, aún más. Pero una vez que te pica el “bicho” de los barcos, es incurable. Siempre he sido un apasionado de los barcos y de los libros, aunque mi profesión original era la de abogado. Durante muchos años ejercí el derecho, y la náutica era solo una afición. Cuando el anterior dueño se jubiló, surgió la oportunidad de hacerme cargo de la librería, justo en un momento de cambio profesional para mí. Tenía 40 años. Mandó un mail comunicándonos a los clientes habituales que se dejaba el negocio, me fui enredando y hasta hoy.

¿Cómo ha afectado la irrupción de internet al negocio?

Cuando tomé las riendas en 2013, internet ya estaba bastante implantado. El acceso a la información ha cambiado mucho: antes era casi exclusivo de los libros, ahora se comparte con medios electrónicos, vídeos, y múltiples formatos digitales. También ha evolucionado la forma de navegar, con sistemas electrónicos cada vez más avanzados. Sin embargo, lo tradicional sigue teniendo su espacio y nosotros intentamos adaptarnos a los cambios. No ha supuesto una amenaza seria. Ahora hay mucha más rotación, fenomenos como la autoedición, muchas más editoriales pequeñas… ha habido un tránsito de papel a electrónico, pero la narrativa la veo estable, y noto que la percepción general de los compañeros libreros es la misma.

¿Qué tipo de clientes tiene la librería Robinson?

Hay de todo. Desde el cliente de toda la vida, que viene a ver las novedades, hasta profesionales del mar: marinos mercantes, trabajadores portuarios, abogados y muchos aficionados a la náutica, tanto de vela como de motor. Otro segmento importante son quienes se preparan títulos deportivos, como el PER o el de patrón de yate. También vienen lectores interesados en novelas marítimas o en la historia naval, que es un público muy amplio.  El mar es fundamental en nuestra historia, y eso se refleja en la variedad de clientes que tenemos. El ser humano lleva navegando desde tiempos prehistóricos, y la historia del mundo no se entiende sin el mar.

Me ha sorprendido la cantidad de bibliografía sobre historia naval que tienes. ¿Hay realmente tanta demanda?

Efectivamente, hay mucha demanda. El mar es esencial en la historia, no solo de España, sino del mundo. El comercio, las migraciones, las guerras… todo ha pasado por el mar. Por eso dedicamos una pared entera a la bibliografía sobre este tema. Hay lectores que no navegan, pero son apasionados de la historia marítima, y hay muchísima publicación disponible.

¿Cuáles son los libros más vendidos?

Los libros prácticos siguen siendo imprescindibles: derroteros, anuarios de mareas, cartas náuticas… Todavía es obligatorio llevar ciertas publicaciones en papel a bordo. También vendemos mucho material a academias y centros de formación náutica. Y, por supuesto, la narrativa marítima clásica sigue teniendo mucha demanda, con autores como Melville, Conrad, Stevenson o Jack London. Por ejemplo, tenemos hasta 12 ediciones diferentes de Moby Dick. En la Feria del Libro de Madrid o en Navidad, estos clásicos se venden muy bien, sobre todo en ediciones cuidadas y bonitas. 

¿Alguna anécdota curiosa con clientes?

Muchas. Viene gente que se está preparando para travesías increíbles, como remar el Atlántico o expediciones a lugares remotos. Y hemos salido como referencia en libros muy conocidos, como La carta esférica de Pérez-Reverte, donde los protagonistas visitan la librería Robinson para comprar material. Incluso en la película se reconocen elementos de nuestra tienda.

¿Qué libro recomendarías para enamorarse del mar?

Para alguien que empieza, recomendaría libros de narraciones de grandes navegantes, como Knox-Johnston, Tabarly o Moitessier. Leer sobre largas travesías oceánicas inspira a muchos a lanzarse al mar. Son historias que muestran la realidad de la navegación, que es mucho más que la imagen romántica del navegante con su pipa mirando el horizonte. En realidad, en los barcos no se para nunca, siempre hay algo que hacer o algún reto que afrontar.

¿Cuáles serían tres libros clásicos de referencia sobre el mar?

Lo dividiría por temas. En literatura, Moby Dick es la gran novela del mar, es el Quijote de los americanos. Por su parte, Joseph Conrad, por ejemplo, transmite como nadie la experiencia de estar a bordo de un barco en la gran época de la navegación comercial. En narrativa más contemporánea, El cazador de barcos de Justin Scott es muy entretenido. Y en cuanto a vivencias de navegantes españoles, destacaría el Eh, Petrel de Julio Villar, un libro poético y pionero en nuestro país. Si tuviera que elegir diría también Una regata de locos, el clásico de la editorial Juventud sobre la primera edición de la vuelta al mundo en solitario y sin escalas, y el Curso de navegación de Glenans.

¿Alguna novela histórica o libro de historia naval que te haya marcado?

Para los que nos iniciamos jóvenes, los libros de Salgari, con el mar siempre presente, fueron fundamentales. Muchos lectores que se engancharon de pequeños a esas historias luego han acabado navegando. En historia naval, los libros de Luis de la Sierra han hecho que mucha gente se interese por la historia marítima. Él fue marino y vivió la guerra muy joven, y sus libros son referencia para los aficionados a la historia naval española.

Por cierto, y para acabar, ¿a ti cómo te entró el veneno del mar?

Pues desde que era pequeño veraneaba en Ribadesella y allí empecé a salir a pescar, hice algunos cursos de vela… y ya me atrapó. Ahora tengo en Menorca un llaut pequeño de 1975 y voy a navegar siempre que puedo. Mi mayor proeza fue un cruce del Atlántico en regata, el Grand Prix del Atlántico. La hicimos en un Swan 44, el armador era Amador Magraner y la ganamos y todo. Ahora me escapo a Menorca siempre que puedo y cuando me cruzo con otros barcos no puedo evitar pensar: mira, estos seguro que tienen libros míos a bordo… Es un orgullo, la verdad.