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Cinco razones para no salir de Menorca

Esta isla esconde numerosos planes a realizar que enamorarán a todos sus visitantes. Desde viajes en barco a caminatas por senderos históricos y unos atardeceres de ensueño, esta joya del Mediterráneo es un destino del que no querrás salir.

Fotografía: Click and boat

Caminos de piedra seca, aguas de mil tonalidades y un ritmo pausado. Así se presenta Menorca, una de las grandes joyas del archipiélago balear que promete conquistar en silencio, sin estridencias ni artificios. Natural. Auténtica. Salvaje. Y con múltiples planes a realizar. Tantos, como estas cinco razones que te harán no salir de la isla.

Descubrir las zonas más escondidas en barco

Desde el mar, Menorca revela su lado más salvaje y exclusivo: calas escondidas, acantilados imponentes y cuevas marinas que solo son accesibles navegando. Rutas como la que conecta Cala Galdana con Macarella, Turqueta y Mitjana son auténticos paraísos ocultos que, muchas veces, solo podrás disfrutar si llegas en barco. La sensación de fondear frente a una cala desierta y lanzarte al agua cristalina no se olvida jamás.

Y todo ello se puede hacer a través de alquiler barco en Menorca. Bien en una lancha sencilla o en un velero elegante. Esta experiencia única es imprescindible si se visita la isla.

Caminar el histórico Camí de Cavalls

Descubrir Menorca en estado puro es posible tanto a pie como en bici. ¿Cómo? Recorriendo el histórico Camí de Cavalls, un sendero que rodea la isla a lo largo de 185 kms conectando playas, bosques, barrancos y zonas naturales. Bien en pequeñas etapas o tramos largos, este recorrido es una oportunidad única para conocer la isla sin aglomeraciones.

Las puestas de sol más alucinantes

Dicen que no hay atardeceres como los de Menorca. Prueba de ello son Punta Nati, donde el paisaje lunar y el faro crean un escenario casi irreal, o el Pont d’en Gil, un impresionante puente natural de Roca.

Por eso acudir a ver estos acontecimientos se predispone como un auténtico ritual. El cielo en tonos anaranjados, morados y rosados dejan paso a la oscuridad a través del mar. Un espectáculo que

Vivir en otro tiempo en Ciutadella

Una de las joyas de Menorca es Ciutadella. Esta localidad es una auténtica cápsula del tiempo y recorrer su casco antiguo, lleno de palacetes de piedra dorada, plazas escondidas y calles serpenteantes, invita a perderse sin rumbo.

Una gastronomía local mucho más allá de la sobrasada

Probar una caldereta de langosta en Fornells, tapear en una plaza de pueblo o disfrutar de un gin amb llimonada, la famosa «pomada» menorquina, en las fiestas locales son placeres que hay que hacer al menos una vez en la vida.

Porque Menorca es mucho más que sobrasada y queso Mahón, su cocina local es una explosión de sabores. También sus vinos, por lo que catar una bodega local puede ser un plan con el que aderezar todo viaje que se precie y un motivo para no querer salir de esta isla tan mágica.

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