Aún tengo la boca abierta de la sorpresa que me llevé cuando cayó en mis manos este libro. El legendario Jack London, uno de los escritores de libros náuticos más populares de la historia, fue uno de los primeros surfistas anglosajones de este planeta. ‘El libro de las olas‘, editado con mimo por Servando Rocha, relata las peripecias de London cuando recaló en Hawái en 1907 durante su vuelta al mundo a bordo del Snark y quedó hipnotizado por la visión de los surfistas nativo que, desafiando la lógica y la gravedad, cabalgaban olas gigantes como montañas.
Para London, que no era precisamente un novato ya que estaba curtido en mil batallas, aquello era más que un deporte: era la prueba suprema del pulso entre el ser humano y la naturaleza más indomable. Y no se conformó con observar; el Lobo se lanzó al agua y aprendió a surfear. «¡Hazlo! Quítate la ropa que te sea un estorbo en este clima cálido. Ve y lucha contra el mar; haz que tus pies vuelen con la habilidad y la fuerza que hay en ti; reta a las rompientes, domínalas y cabalga sobre ellas como debe hacer un rey», escribió, fascinado con la experiencia.
London no solo se convirtió en el primer angloamericano en surfear, sino que, gracias a la potencia de sus relatos y a su inagotable curiosidad, fue uno de los primeros autores que contribuyó a plantar la semilla del surf moderno. Muchos años después, las playas californianas se poblaron de tablas y alohas.
‘El libro de las olas’ es mucho más que un homenaje al surf. Es un collage de ensayos, cartas, fotografías y fragmentos de diario —incluyendo los de Charmian, la inseparable compañera de London— que componen un elogio incomparable a la libertad y la vida salvaje.
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