Ernest Hemingway vivió de la mar. Fue entre las olas donde encontró tal vez los momentos más felices de su vida y fue de la mar de donde obtuvo inspiración, sabiduría y placer. Fue, particularmente, a bordo de su barco, el Pilar, donde el Premio Nobel de Literatura pasó horas, semanas y años conectando sus grandes pasiones: la aventura, la escritura, la pesca del marlín, el alcohol y sus amigos. “Es como si finalmente hubiera conseguido lo que había buscado durante toda mi vida”, reflexionaba Hemingway hablando de su novela ‘El viejo y el mar‘. Esa búsqueda y ese hallazgo son, tal vez, la síntesis de lo que la mar otorga a los hombres. La profundidad misma de la existencia, como la del océano, bien vale una experiencia de vida basada en eso que el mar provoca: una interminable búsqueda de la esencia de las cosas.
El Pilar fue algo mucho más profundo que un simple barco de pesca; es un emblema de la vida y obra de Ernest Hemingway, reflejando su pasión por la mar, la aventura y la escritura. Adquirido en 1934, este barco de 38 pies fue testigo de innumerables historias que marcaron tanto la biografía del autor como la literatura del siglo XX.
Tras regresar de un safari en África, Hemingway compró el Pilar el 18 de abril de 1934 al astillero Wheeler Shipbuilding en Brooklyn, Nueva York, por 7.495 dólares. El yate, una versión modificada del modelo Playmate, incorporaba varias mejoras solicitadas por Hemingway: un acuario para mantener peces vivos, una configuración de doble motor (un Chrysler de 75 caballos para navegación y un Lycoming de 40 caballos para pesca de arrastre), y un rodillo en la popa para facilitar la carga de grandes capturas. Además, el casco fue pintado de negro en lugar del blanco estándar. El nombre, Pilar, era el apodo de su segunda esposa, Pauline Pfeiffer, y también el nombre de una de las aguerridas protagonistas femeninas en su novela ‘Por quién doblan las campanas‘.
Hemingway utilizó el Pilar para explorar las aguas de Key West, los Cayos, Marquesas y la corriente del Golfo frente a las costas cubanas. Entre 1935 y 1937, realizó tres viajes a las islas Bimini, donde sus hazañas de pesca, consumo de alcohol y peleas se convirtieron en leyendas locales. En 1935, ganó todos los torneos en el triángulo Key West-La Habana-Bimini, compitiendo contra reconocidos pescadores como Michael Lerner y S. Kip Farrington. En 1938, estableció un récord mundial al capturar siete marlines en un solo día y fue pionero en traer a bordo un atún gigante sin daños, evitando que los tiburones lo mutilaran.

El Pilar fue una fuente inagotable de inspiración para Hemingway. Su obra El viejo y el mar (1952), que le valió el Premio Pulitzer en 1953 y contribuyó a su Premio Nobel en 1954, refleja su profunda conexión con la vida marítima. Además, ‘Islas a la deriva‘ (libro póstumo, de 1970) y ‘Tener y no tener‘ (1937) también reflejan experiencias vividas a bordo del Pilar. Es un hecho que no solo fue un barco para Hemingway; fue su refugio, su musa y su compañero en innumerables aventuras que quedaron inmortalizadas en la literatura y en la historia de la pesca deportiva. Las experiencias de Ernest Hemingway a bordo del Pilar y otros barcos no solo marcaron su vida personal, sino que también influyeron profundamente en su escritura y filosofía de vida. El mar y la navegación se convirtieron en metáforas centrales en su obra, reflejando temas de lucha, resiliencia y la búsqueda de significado.
Patrullas durante la Segunda Guerra Mundial
Hemingway estaba suficientemente loco como para alimentar desde ese lugar su genialidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, equipó el Pilar con armamento ligero y equipos de comunicación para patrullar el Caribe en busca de submarinos alemanes. Y aunque estas misiones de espionaje naval delirante no lograron hundir ningún submarino, inspiraron la tercera parte, ‘En el mar‘, de su novela ‘Islas a la deriva’. Es en esta obra donde Hemingway deja ver uno de los rastros más claros del potente sello que el mar dejó en su literatura. El libro retrata la vida de un pintor y aventurero que navega por el Caribe, explorando temas de soledad, pérdida y redención.
El tiempo que Hemingway pasó en la mar, mayormente a bordo del Pilar, le proporcionó una comprensión íntima de la lucha entre el hombre y la naturaleza, un tema recurrente en su literatura. La épica batalla de un pescador anciano contra un gigantesco marlín en ¡El viejo y el mar¡ es el ejemplo más emblemático: la perseverancia y dignidad humanas frente a la adversidad.
Hemingway era un imán irresistible para escritores, políticos y celebridades de Hollywood. Y Hemingway pasaba su vida en el Pilar. Ava Gardner, el Pulitzer Archibald Macleish, Fidel Castro, John Dos Passos, la corresponsal de guerra Martha Gellhorn, el escritor y cazador sueco Bror von Blixen-Finecke, la filántropa multimillonaria Sara Murphy… La lista de celebrities es interminable.
Legado y Estado Actual
Tras la muerte de Hemingway en 1961, el Pilar quedó bajo la custodia de su capitán, Gregorio Fuentes, quien lo donó al gobierno cubano. Actualmente, el yate se exhibe en la Finca La Vigía, la antigua residencia de Hemingway en La Habana, convertida en museo. Una réplica del Pilar se encuentra en la tienda Bass Pro Shops en Islamorada, Florida, sirviendo como testimonio de la profunda relación entre Hemingway y su amado yate. El Pilar fue la materialización misma de la famosa “teoría del iceberg” de Hemingway, donde la superficie del relato oculta una profundidad subyacente. El barco, visible y material en la superficie, fue mucho más que eso, porque dejó rastros claros de lo que a Hemingway le interesaba de los hombres: las profundidades inexploradas de la experiencia humana, las emociones no expresadas, la resiliencia ante la adversidad y la búsqueda de sentido en un mundo indiferente.