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Una familia, un velero y el sueño de una vuelta al mundo: la aventura del Forquilla

Uri, Carmen y el pequeño Leo viven a bordo de un 45 pies navegando por el mundo.

Uri, Carmen y Leo, a bordo del Forquilla.

Carmen, Uri y el pequeño Leo no están en el Forquilla pasando unos días de vacaciones. Decidieron cambiar sus vidas para siempre. Vendieron todo lo que tenían, dejaron sus trabajos en la industria cinematográfica y zarparon a lo desconocido, con el corazón lleno de preguntas y la esperanza de encontrar algo más grande que el confort de una vida convencional. Hoy, navegan por el Caribe, con más de 10,000 millas recorridas y una comunidad formada por cientos de miles de seguidores que los acompaña virtualmente en cada paso de su aventura.

El proyecto Forquilla no es solo una travesía náutica, es una apuesta por lo esencial, por la libertad, y por una manera diferente de criar a su hijo, Leo, en contacto directo con el mar y el mundo. Con una idea clara, pero también con grandes retos por delante, decidieron emprender esta aventura con la confianza de que, a pesar de lo incierto, el viaje valdría la pena.

La historia comienza en el mundo del cine. Tanto Carmen como Uri trabajaban en la industria, pero Uri llevaba años soñando con dejarlo todo para vivir en el mar. «Estuve mirando barcos durante años, pero nunca me decidía», cuenta Uri. Su vida dio un giro cuando conoció a Carmen durante el rodaje de una película en Galicia. «Nos enamoramos rápido, y cuando le conté mi idea de vivir en un velero, su respuesta fue inmediata: ‘¡Vámonos!'», recuerda Uri.

En menos de un año, encontraron el Forquilla, un Jeanneau Sun Odyssey 45.2 en Sicilia, y sin pensarlo mucho, lo compraron. Vendieron todas sus casas en una semana, «solo nos llevamos la ropa», dice Uri. La mudanza fue radical, pero para ellos liberadora.

Al principio, todo fue aprender sobre el barco, hacer ajustes y adaptarse a la vida a bordo. Navegaron por el Mediterráneo, pasaron por Sicilia, Grecia, y justo antes de salir de Palermo, recibieron la noticia de que Carmen estaba embarazada. «La llegada de Leo no frenó nuestro proyecto, al contrario, fue el empuje definitivo. Queríamos darle una vida diferente, enseñarle el mundo desde otro lugar», explica Uri.

Uno de los aspectos más desafiantes de esta aventura es lo económico. «Vivimos con unos mil euros al mes», dice Uri. Aunque eso no es todo. Las temporadas de trabajo en tierra, como en la época de huracanes en el Caribe, permiten que se recarguen las energías y, por supuesto, el bolsillo. Carmen y Uri también han mantenido contacto con el cine, con trabajos ocasionales, pero la clave está en la austeridad y la vida sencilla a bordo.

A lo largo de su travesía, Carmen y Uri han sabido aprovechar las redes sociales, y en particular Instagram, para contar su historia. Hoy en día, tienen más de 270,000 seguidores. «La cuenta de Instagram nació de forma natural. Cuando Leo nació, decidí volcarme en redes. Empecé a compartir nuestra vida a bordo, y de repente, explotó», dice Carmen. Su enfoque no es técnico, sino mostrar cómo es realmente la vida en el mar, con todas sus complejidades y momentos cotidianos.

Un aspecto fundamental de su viaje ha sido la tecnología y el apoyo que han encontrado de diferentes empresas para que sigan adelante con su aventura. Gracias al respaldo de marcas como B&G o Mastervolt, el Forquilla está equipado con electrónica de última generación, desde plotters hasta sistemas de baterías de litio. «El piloto automático es esencial, sobre todo por seguridad. Llevamos dos, uno de ellos de respeto”, comenta Uri. Además, el acceso a internet vía Starlink ha sido un cambio radical, permitiéndoles tener una conexión constante incluso en medio del océano.

Uno de los temas más interesantes de su historia es cómo Leo ha crecido a bordo del Forquilla. «Leo lleva más de 6,000 millas navegadas. Ha aprendido a caminar y gatear en el barco, y vive con la escora como si fuera lo más normal del mundo», dice Uri. El niño ha demostrado una increíble adaptabilidad, y aunque los padres se preocupaban por su socialización, han encontrado maneras de mantenerlo en contacto con otros niños a lo largo de su viaje.

Carmen y Uri tienen grandes sueños por delante. En su lista de objetivos está la posibilidad de realizar un documental sobre su vida, y aunque aún no tienen tiempo para proyectos más ambiciosos en YouTube, no descartan hacerlo en el futuro. «La vida a bordo no es fácil, pero nos da todo lo que necesitamos», concluye Carmen.

Para ellos, el Forquilla es mucho más que un barco. Es la puerta a una vida nueva, una en la que las certezas son pocas, pero las recompensas son muchas. “Antes de empezar esta vida, escuchar historias como la nuestra fue lo que nos animó a dar el salto. Así que, si esto le sirve a alguien para decidirse, ya ha valido la pena. Hace poco nos escribió una señora mayor que nos dijo que nunca había navegado, pero que, tras seguirnos, se había comprado un barco y empezaría desde cero. ¡Eso es una maravilla! Nunca es tarde, y la vida está para disfrutarla”, remata Carmen.

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