«El mar, una vez que lanza su hechizo, te atrapa para siempre», decía Jacques Cousteau. Y si existe un rincón del planeta donde esa magia se manifiesta con deslumbrante fuerza, ese es el Mar de Cortés, bautizado por el propio oceanógrafo francés como “el acuario del mundo”.
Baja California Sur es una melange entre desierto y océano, donde el árido se funde con el turquesa, y hasta allí nos desplazamos de la mano de Te Moana Expeditions —agencia referente en viajes internacionales de buceo, conscientes y sostenibles — que organiza una de sus travesías más espectaculares, guiados por la experiencia y el saber vital de Lluis Massuet, alma mater y cicerone submarino.

Foto: Te Moana Expeditions
CABO PULMO: LA JOYA CORALINA DE MÉXICO
El viaje comienza en Cabo Pulmo, un pequeño pueblo pesquero que renunció a las redes para abrazar la conservación. Hoy, este Parque Nacional alberga el único arrecife coralino vivo de la península y una de las mayores concentraciones de vida marina del Pacífico mexicano. Aquí no hay grandes resorts ni carreteras asfaltadas. Solo naturaleza en estado puro.
Bucear en El Bajo o La Esperanza es sumergirse en una danza hipnótica de jureles, rayas águila, tortugas y tiburones toro que patrullan los restos del pecio El Vencedor. Cada inmersión es un recordatorio de lo que ocurre cuando el ser humano apuesta por proteger, no explotar.
Es importante seguir las recomendaciones de los guías locales de Te Moana. Cabo Pulmo goza de especial protección y hay que ser puntuales (y madrugadores) para poder participar en el sorteo de inmersiones que se realiza cada mañana.

Foto: Te Moana Expeditions
LA PAZ: ENTRE LOBERAS Y GIGANTES GENTILES
De regreso a la ciudad de La Paz, el pulso cambia pero no la emoción. Desde su puerto zarpamos hacia la Isla Espíritu Santo y la legendaria lobera de Los Islotes, donde bucear entre crías de león marino es inolvidable. Los jóvenes ejemplares nadan entre los buceadores como si fueran parte de su manada, curiosos, cercanos, casi humanos. Son cachorros con ganas de explorar.
Esta zona, Reserva de la Biosfera por la UNESCO, alberga hasta 800 individuos siendo un auténtico santuario reproductivo de lobos marinos. Entre los lobos, o bailando con ellos, nos podemos encontrar tortugas, tiburones, rayas, peces tropicales…
Pero el auténtico gigante de la reserva es el tiburón ballena. Sentir a este coloso de manchas blancas, tranquilo y noble, en aguas poco profundas, es algo que ningún viajero olvida. Es importante dejarse aconsejar por el equipo de Te Moana para agendar la mejor temporada de avistamientos.
La Paz incluye otras muchas experiencias. El día puede terminar en el malecón con un ceviche, una michelada, un buen tequila, o disfrutando del mejor mezcal puro de agave. Para esto, déjate también aconsejar por tus guías.


BAHÍA MAGDALENA: EL FESTIVAL DEL OCÉANO
Adentrados en puro Pacífico, la última parada es Bahía Magdalena. Allí nos alojamos en el pintoresco y amable Puerto San Carlos.
En esta zona del Pacífico convergen corrientes frías del norte y cálidas meridionales, creando un vergel de biodiversidad. No se bucea: se explora.
A bordo de pequeñas pangas tradicionales, recorremos canales entre manglares, siguiendo la estela de delfines, pelícanos, tortugas, peces vela e infinidad de marlines rayados en plena caza del cardumen.
Esta parte es una combinación de aventura, snorquel y apnea.
El silencio contrasta con la fuerza del mar y la vastedad del infinito. No hay tierra firme hasta las casi 3.000 millas en las que nos topamos con Hawái. Si tienes suerte, e invocas correctamente a las ballenas -para esto necesitas la ayuda de Lluis Massuet- podrás encontrarte con ellas.


EL VIAJE, MÁS ALLÁ DEL BUCEO
Más que una expedición de buceo, lo que ofrece Te Moana en Baja California Sur es una inmersión profunda en un ecosistema único y en una filosofía de viaje pausada, consciente y sostenible. Donde cada especie cuenta una historia y cada guía, como Lluis, la sabe narrar con pasión y propósito.
Sígueme para más historias de buceo: @DiveIsma