Pocas veces hemos leído una primera novela tan poderosa. Pero es que la experiencia vital de Virginia Tangvald le permite hipnotizar, y puede que incluso horrorizar en ciertos momentos, a la enorme mayoría de los lectores que han leído Los niños de altamar. Al final es la historia de su padre, Peter, un auténtico personaje que tuvo durante muchos años un aura de marino seductor, pero al que las investigaciones que ha realizado su hija no parecen dejarle en muy buen lugar.
Peter Tangvald, noruego de nacimiento pero instalado en Francia, llegó a salir en Paris Match y otras publicaciones francesas de mitad del siglo pasado caracterizado como un héroe trágico. Dos de las siete esposas que tuvo fallecieron navegando con él, una de ellas tras sufrir el ataque de unos piratas en Borneo y la otra en circunstancias que nunca fueron totalmente esclarecidas. Tangvald falleció en 1991 cuando su barco naufragó cuando navegaba junto a otra de sus hijas.
Peter se dedicaba básicamente a huir del compromiso; poco después de casarse, escapaba de su mujer para unirla a su colección de ex y seguir navegando, una trayectoria vital que la madre de Virginia evitó por voluntad propia. Embarazada con tan solo 18 años, huyó con su hija cuando la pequeña tenía dos años de edad, suponemos que espantada por el perfil del personaje. En el libro desarrollan este asunto con precisión.
En algunas de las entrevistas que ha concedido tras publicar el libro, Virginia Tangvald se llega a plantear si su padre no asesinaría al resto de mujeres que tuvo. Sea como fuere, la autora se ha estrenado con una historia inolvidable, que se ha estrenado en España como segundo mercado después de ser un exitazo en Francia.
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