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Regina Baltica: cruise-ferry, Rusia, OTAN… y Baleària

La del Regina Baltica, un ferry que, tirando del hilo rojo, conecta a la OTAN y Rusia.

El Regina Baltica en Barcelona durante su primera escala en la ciudad, el pasado mes de enero.

En 1991, soldados rusos dejaron su huella (y algún que otro destrozo) en un ferry en el mar del Norte; hoy, ese mismo barco une España y Argelia bajo la bandera de Baleària. La naviera ha presentado este miércoles en Dénia su informe de sostenibilidad 2024, un acto en el que Adolfo Utor y Georges Bassoul, su presidente y director general, destacaron los logros de una empresa presente en cinco países con 28 líneas regulares.

Entre cifras y balances, que se cuentan con detalle aquí (link) hay bastantes intrahistorias, aunque una es muy singular: la del Regina Baltica, un ferry que, tirando del hilo rojo, conecta a la OTAN y Rusia, la energía eólica y los cruceros del norte de Europa con la apertura de Argelia al mundo desde València y Barcelona.

Un presente conectado: València, Barcelona y Argelia

Desde que se unió a Baleària en 2017, el Regina Baltica ha sido el corazón de la ruta València-Mostaganem, un enlace clave entre España y el norte de África. Con una inversión de 15 millones de euros, la naviera lo transformó con salones de butacas, camarotes renovados, restaurantes, una sala de oración y conexión wifi. Una reforma para adaptar el buque a un trayecto internacional.

Más tarde, sus destinos en Argelia crecieron a Oran y Argel, las dos grandes urbes del país. En 2025, el barco estrenó una ruta pionera desde Barcelona a Argel, la primera línea internacional de Baleària desde el puerto catalán, reforzando su apuesta por el Mediterráneo más allá de Baleares.

Costruido en Turku, Finlandia, actualmente cubre las líneas entre España y Argelia, atracando en Mostaganem, Oran y Argel.

Una historia que atraviesa fronteras y conflictos

Este ferry no es solo un puente entre puertos; su vida marinera atraviesa décadas de cambios. Construido en 1980 por Wärtsilä en Finlandia como Viking Song, debutó conectando Helsinki y Estocolmo para Viking Line. En 1985, pasó a Fred. Olsen Lines como Braemar, navegando entre Noruega y el Reino Unido. Luego, en 1991, rebautizado Anna Karenina y bajo el operador Baltic Shipping, fue fletado por el ejército ruso para repatriar tropas desde la antigua RDA tras la simbólica caída del Muro. Durante los trayectos de repatriación, los soldados, aburridos, destrozaron lámparas y mobiliario, forzando una necesaria reforma y rehabilitación posterior en Hamburgo.

Tiempos nórdicos. El Regina Baltica cuando se llamaba Viking Song y llevaba los colores de la Viking Line.

No menos curioso fue su paso por el Báltico en los años 90 y 2000. Durante su etapa con Tallink, el Regina Baltica navegó entre Tallin y Estocolmo, aunque también se vio envuelto en un incidente poco común: en 1996, una avería en su sistema eléctrico lo dejó a la deriva cerca de las islas Åland, con cientos de pasajeros a bordo, hasta que un remolcador finlandés lo rescató. Aquel percance, aunque menor, añadió otra capa a su leyenda: un barco que, incluso en apuros, seguía siendo noticia.

En 2005, ya como Regina Baltica, sirvió a la OTAN durante unas ambiciosas maniobras en Noruega, un giro irónico tras su pasado ruso. También fue hotel flotante para trabajadores de parques eólicos en el Mar del Norte, navegó en las Islas Feroe, operó para Trasmediterránea y operó la ruta Almería-Nador antes de recalar en Baleària. De Viking Song a Regina Baltica, este barco es un testigo flotante de la historia europea.

Del pasado al futuro: Un símbolo de adaptación

Hoy, en los muelles de València o Barcelona, el Regina Baltica podría parecer un ferry cualquiera. Sin embargo, es mucho más: un símbolo de cómo el pasado y el presente a veces convergen. De buque militar a nexo pacífico entre culturas, su nueva ruta a Argel parece simbolizar esa reinvención en tiempos donde los conflictos escalan semanalmente. A sus 45 años, es un veterano que sigue navegando respaldado por la visión sostenible de Baleària (que en 2024 mejoró nuestra huella de carbono con una reducción de un -9,5% de emisiones por pasajero) y este veterano no solo navega entre África y Europa: demuestra que la historia puede seguir surcando mares.

El buque en sus tiempos de operación rusa, con el nombre Anna Karenina, con letras pintadas en cirilico

Y no es solo un relato de resiliencia técnica. El Regina Baltica refleja cómo las navieras como Baleària están redefiniendo el transporte marítimo en un mundo en cambio. Mientras otros buques de su edad han acabado retirados, este ferry ha encontrado un propósito renovado: llevar pasajeros y mercancías entre dos países que, hasta hace poco, se miraban de lejos. Su sala de oración, por ejemplo, no estaba en los planos originales de 1980; hoy, es un detalle que habla de la diversidad de sus viajeros y de la apertura de Argelia al turismo y al comercio. Queda mucho, aunque con líneas de navegación como esta, está cambiando su unión con el resto del mundo.

Cuarentón, el Regina Baltica no solo navega: demuestra que hasta un veterano ferry puede seguir escribiendo el futuro del Mediterráneo.

Uniendo Europa y África, el barco también se ha dejado ver en puertos andaluces como el de Almería.

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