El submarino S-81 ‘Isaac Peral‘, de la Armada Española, se encuentra en la fase final de su certificación y se espera que esté plenamente operativo en julio de este año. Como parte de sus pruebas, en mayo realizará el lanzamiento de su primer torpedo con fuego real contra un barco en desuso en aguas de Canarias, como un ejercicio de evaluación antes de sus primeras misiones oficiales. Con su incorporación y después de más de diez años, España cumplirá su sueño de volver a sumergirse como una fuerza submarina de relevancia.
Desde su entrega a la Armada en noviembre de 2023, el Isaac Peral ha acumulado más de 130 días de navegación, con un récord de tres días consecutivos sumergido. En las próximas semanas, aumentará la duración de sus misiones a aproximadamente un mes para optimizar su rendimiento. Este submarino es el primero de una serie de cuatro de de S-80 -que se entregarán en 2026, 2028 y 2030-, fabricada por Navantia , y será también el primero de una serie de cuatro que se entregarán en 2026, 2028 y 2030
El desarrollo del arma submarina española se remonta a 1915, aunque la historia naval de los submarinos en España comenzó en 1888 con el primer sumergible de Isaac Peral. En la actualidad, España forma parte del selecto grupo de diez países con capacidad para fabricar submarinos. Con la incorporación del S-81, la Armada contará con dos unidades operativas hasta la retirada del S-71 Galerna en 2027, coincidiendo con la entrada en servicio del S-82 Narciso Monturiol.
El Isaac Peral es un submarino altamente automatizado, con capacidad para lanzar torpedos, minas y misiles contra buques y objetivos en tierra. Su sistema de armas permite ejecutar ataques con solo dos o tres operadores en coordinación con la sección de mando. Dispone de seis tubos lanzatorpedos y un avanzado sistema de turbobombas para su propulsión. Sus torpedos pueden alcanzar más de 40 kilómetros, ofreciendo una capacidad de ataque superior a modelos anteriores.
El diseño del S-81 incorpora tecnología avanzada, con más de 6.000 cables y 10.000 tuberías, lo que le otorga una maniobrabilidad y discreción excepcionales. Puede sumergirse a más de 300 metros y descender rápidamente desde cota periscópica a profundidad operativa en menos de cinco minutos. La construcción de este submarino ha requerido más de 40.000 requisitos técnicos, consolidando a España como un referente en la fabricación de sumergibles.
La vida a bordo es exigente: 43 tripulantes comparten un espacio reducido, con camarotes mixtos, dos duchas y tres retretes. No hay acceso a internet ni redes sociales, lo que supone un desafío para las nuevas generaciones. El entrenamiento es clave, ya que en un submarino no hay segundas oportunidades ante una emergencia. A través de simulaciones y ejercicios constantes, la tripulación se prepara para situaciones críticas como incendios o entrada de agua, garantizando la seguridad de la nave y su operatividad.