Los 21 tripulantes del buque de contenedores Dali, que provocó un desastre marítimo derrumbando el puente Francis Scott Key –el mayor de Baltimore (EE UU)– siguen encerrados en el interior de la nave sin saber cuándo serán evacuados. El buque debía llegar a su destino en Sri Lanka tras un viaje de 33 días y 21 horas, un periodo que ya han superado.
Esta semana se realizaron varias explosiones controladas para intentar remover los restos de acero del puente que colapsó sobre la nave y mover los contenedores. La tripulación tuvo que ser protegida durante estas operaciones, en caso de que algo saliera mal con las detonaciones.
Desde el pasado 26 de marzo, los 20 tripulantes indios y uno esrilanqués han sufrido la pérdida de seis compañeros, todos hispanos, cuyos cadáveres han sido recuperados. Además, han sido testigos del operativo para reabrir la zona del puerto afectada por el accidente.
A todos los tripulantes se les confiscaron sus teléfonos móviles y fueron interrogados por agentes del FBI que subieron al carguero mientras ellos permanecen ahí. “Es muy duro para todos porque están a bordo viendo día y noche el lugar del accidente”, declaró a CNN Gwee Guo Duan, asistente de la Oficina Marítima de Singapur y portavoz del grupo.
Podrían pasar días o semanas antes de que sean liberados. Hay diversas complicaciones para su regreso a tierra, desde la caducidad de sus visados para ingresar a Estados Unidos hasta el hecho de que forman parte de la investigación y, en caso de necesitar mover el buque o surgir un problema, los tripulantes son esenciales para responder.
Las autoridades continúan trabajando en las soluciones para resolver esta situación crítica, pero la incertidumbre persiste para los 21 marineros que aún esperan una resolución definitiva.