En los últimos días, Mark Zuckerberg, CEO y fundador de Facebook (ahora conocido como META) ha sido relacionado con la compra de un dos superyates que poseía un oligarca ruso. El primero de los navíos se trata de un barco llamado Launchpad de 118 metros de eslora, mientras que el otro navío, de menor tamaño y renombrado como Wingman, será utilizado además como apoyo del primero.

Según varias fuentes, el primero de los superyates tendría un valor de mercado de 300 millones de dólares, con una capacidad para 49 personas. El otro navío, de 67 metros de eslora, tiene una capacidad de 20 tripulantes y se desconoce el valor de mercado. Este segundo superyate tiene una dimensión más bien parecida a un buque de guerra, con estación para helicópteros, motos de agua y hasta un pequeño submarino.

El Launchpad, con bandera de los Países Bajos, navegando en el mar.

Múltiples medios también informan de que Launchpad y Wingman se encuentran ahora mismo en rutas diferentes. El primero de hecho estará en Gibraltar en el momento en que este medio informa al respecto. De ahí saldrá del territorio europeo rumbo a Estados Unidos para estar a disposición de Mark Zuckerberg.

Este es el segundo superyate que ha comprado Mark Zuckerberg, el Wingman, donde se observa la estación de helicóptros y una pequeña piscina.

Unos superyates «sancionados»

Muchos han recibido con sorpresa esta noticia, puesto que las dos embarcaciones eran propiedad de un oligarca ruso que estaba relacionado con la guerra de Ucrania. Dicho oligarca, que se desconoce su nombre, fabricaba materiales que luego eran enviados al frente ruso. Múltiples países de la Unión Europea han vetado el navío y por ello este empresario se ha desprendido de sus superyates.

Lo cierto es que existe una intrahistoria interesante respecto a la venta de estos superyates. Fueron construido en los Países Bajos y el país neerlandés tiene una norma que una persona incluida en una lista de sanciones políticas puede vender sus propiedades construidas en dicho país a personas no sancionadas. No obstante, el dinero de la venta no ha ido a parar al oligarca ruso, sino a un depósito seguro de los Países Bajos que se retendrá hasta que desaparezcan las sanciones.