Hay muchas razones para visitar las Islas Vírgenes Británicas. Este archipiélago de 45 islas está menos comercializado que sus vecinas, las Islas Vírgenes de EE.UU., y es fácil de navegar, especialmente para los navegantes que consideran éste uno de –si no EL– mejores lugares del mundo para navegar.
Jost Van Dyke es la más pequeña de las cuatro islas principales y más visitadas, que también incluyen Tórtola (donde aterrizará su avión), Virgen Gorda y Anegada. Como dicen los lugareños, Jost Van Dyke es una isla pequeña, pero con un gran corazón.
Eso se refleja en el Ocean Spa BVI, un balneario asombrosamente bello que no se parece en nada a los elegantes balnearios de mármol que pueda imaginarse. En su lugar, su belleza proviene de su historia de origen. Está enclavado en el agua más exquisitamente azul, con un exterior rústico y brillantemente pintado. Un contraste que sólo realza su belleza.
Ocean Spa BVI es obra de Dale Mapp, un veterano del sector de la hostelería que soñaba con abrir su propio spa. Pero tardó mucho tiempo en hacerlo realidad. Su primer intento quedó a medio construir cuando fue objeto de vandalismo, lo que le obligó a empezar de nuevo. Su segundo intento –junto con su casa y sus pertenencias– fue arrasado por el huracán Irma en septiembre de 2017. El huracán devastó casi todas las casas y negocios de Tórtola y Jost Van Dyke, y pasaron cinco meses hasta que se restableció la electricidad. Sin inmutarse, decidió probar el mismo concepto una tercera vez.
Él y un amigo recorrieron Jost Van Dyke, recogiendo madera de las casas y propiedades dañadas, secciones de tejados, puertas de madera desprendidas y tablones de madera de revestimientos. «Estaba decidido a hacer algo hermoso de toda la devastación», dice Mapp. «Me lancé con la idea de salir de la tierra y crear un balneario flotante, el único de las Islas Vírgenes Británicas y uno de los poquísimos del Caribe».
Tardó cuatro meses en construir a mano la estructura de 50 metros cuadrados, que descansa sobre un pontón reforzado con aluminio. Está hecha enteramente de madera recuperada del huracán.
Mapp y otro masajista trabajan juntos, y sus cuatro salas de tratamiento permanecen reservadas. No es de extrañar. Si cree que ha experimentado todo tipo de masajes en todo tipo de entornos, quizá deba pensárselo de nuevo. Yo misma era escéptica hasta que Mapp me recogió en el muelle para el corto trayecto en lancha neumática hasta el balneario.
Mientras navegábamos por el agua hasta White Bay, a sólo unos minutos de distancia, me contó que aunque muchos llegan al balneario de la misma forma, algunos eligen otros modos: kayak, velero o incluso nadando desde la orilla. No podía entenderlo hasta que doblamos la esquina y el balneario apareció ante mí. ¡Qué espectáculo!
Allí estaba un rectángulo de tablones de madera, algunos de un naranja melocotón y otros de un merlot encalado. Estaba rematado por un tejado verde menta, color que se repetía en la moldura inferior. No debería haber funcionado, pero lo hizo, con su asombrosa estructura ondulando sobre suaves olas. Un extremo estaba enmarcado pero abierto, con cortinas blancas que atrapaban la brisa. Se asentaba en un agua imposiblemente azul y decidí en ese momento que era el agua más hermosa que jamás había visto. Desde su emplazamiento, a unos 30 metros de la orilla, las vistas son verdes montañas; villas de lujo; y océano, océano, océano.
Las salas de tratamiento son acogedoras, con suelos de tablones multicolores, contraventanas de privacidad y, quizá la característica más genial de todas, una ventana con fondo de cristal perfectamente colocada debajo de la almohada facial. Es la única vez en la historia que he mantenido los ojos abiertos durante un masaje, maravillándome con los coloridos peces tropicales y la vida submarina.
El masaje en sí es espléndido. Las olas llegan lentamente y el spa responde, crujiendo como un viejo barco de madera. Las olas y ese crujido son los únicos sonidos que se oyen. Mientras la masajista hace su magia, usted sucumbe al lento vaivén de la marea; ese elemento adicional es lo que hace que este tratamiento pase de fantástico a extraordinario. Las ventanas están abiertas a las brisas que barren suavemente la habitación. Y luego están los peces que hacen breves apariciones en su ventana privada al mar.
Esto no es un masaje de «frotarse la espalda y dar por terminado el día». Es una terapia de primera clase en un entorno único y un recuerdo que nunca olvidará. ¿Saber que es el sueño cumplido de un hombre que nunca se rindió? Eso lo hace aún más dulce.
¿Dónde alojarse en las Islas Vírgenes Británicas?
No puede equivocarse con Scrub Island Resort, Spa & Marina. Tiene su propio servicio de ferry a Tórtola, y desde allí puede visitar varias islas, incluida Jost Van Dyke. Está tan bien situado dentro del archipiélago que puede comer tres veces al día en tres islas diferentes. Alójese en una villa privada con vistas a esas increíbles aguas y sumérjase de verdad en las Islas Vírgenes Británicas.